Cartas
www.cubaencuentro.com Lunes, 18 de agosto de 2003 www.cubaencuentro.com

Encuentro en la Red agradece los comentarios, inquietudes y críticas de sus lectores. Las cartas no deberán exceder las 200 palabras e incluirán el nombre y la ciudad del remitente. La redacción se reserva el derecho de editar o resumir los textos.

Felicitaciones por el artículo El Castro que llevamos dentro. La situación de Cuba, la real, la que no se ve, no se resuelve sólo con la ida de Fidel Castro del poder. Hasta hoy, la figura del dictador es inherente a la mentalidad nacional: dictador es el padre intolerante, la madre mandona, el maestro cerrado, el político ignorante, los compositores necios, etc. Es una cadena de pequeñas dictaduras que unidas forman una mayor, cuya duración depende de la subsistencia cotidiana de aquellas. Es hora de que los que piensan sobre Cuba superen el círculo vicioso de a favor o en contra de Castro y debatan las condiciones culturales que desembocaron en 45 años de totalitarismo revolucionario. Fidel Castro no se produjo por generación espontánea, fue el resultado de una acumulación histórica, si tenemos en cuenta el patriarcado árabe, español y africano del que venimos. Castro es la síntesis de esa aspiración de mando que casi todo cubano lleva en la sangre y que eventualmente podría producir otro sujeto semejante a él luego de su desaparición física. Ese posible nuevo dictador es el verdadero peligro del que hay que cuidarse ahora para no seguir teniendo, como se dice popularmente, más de lo mismo o lo que es igual, otros 50 años de dictadura, del signo ideológico que sea.

R. Fronesis,
La Habana

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En el artículo McCastrismo, junto a la denuncia de la real falta de objetividad de algunos intelectuales en lo referente a la situación de Cuba, el autor nos trata de convencer de que las dictaduras de Batista y Machado no fueron tales, sino sólo manipulación de algunos que dieron una imagen falsa de lo que eran en realidad y que según él nos dice ahora fueron etapas, y cito: "inmensamente creativas, ambiguas, ricas y perfectibles".

Parece que el autor trata de utilizar las mismas armas que critica para —quizás pensando que si otros lo hacen él puede hacerlo— tratar de manipular la realidad histórica.

Carlos Hernández,
Miami

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Desde hace unos 10 días, leo con horror las noticias de los últimos acontecimientos referentes a los cubanos que llegaron a Florida en búsqueda de amparo político y que fueron regresados a la Isla, pobres héroes sin trofeo de libertad... y ahora también las declaraciones de Otto Reich.

Desde mi casa en Francia no dejo de indignarme con los sucesos, pero, en cierto modo, me tranquiliza saber que al menos una parte de nuestra comunidad cubana en el exilio se está dando cuenta de la verdadera posición de Estados Unidos, de los gobernantes y la política norteamericanos frente al problema cubano. Me alegra saber que por fin hay cierta gente que empieza a ver claro. Ha tomado años, pero ahí vamos llegando. Los diferentes gobiernos norteamericanos se han aprovechado de nuestros votos para llevar a cabo sus mandatos. Los cubanos somos una minoría que se ha integrado perfectamente, que se ha hecho ciudadana norteamericana y por eso tenemos derechos, pero también deberes, como el de votar. Aunque Cuba no representa ningún interés económico beneficioso a EE UU, los cubanoamericanos representamos un fuerte número en término de votación y ese es nuestro gran atractivo a sus ojos.

Mi esperanza es que los cubanos cambiemos nuestros métodos si queremos liberar a Cuba de su opresión, porque desde hace casi 50 años nadie en el gobierno norteamericano ha movido un dedo para cambiar nuestro destino, ni el de nuestro país. Espero que el día que Cuba sea libre de tiranía y tenga una democracia, EE UU nos sepan recompensar igual que a los israelitas. Siempre se empieza por algo, los cubanos ya están despertando.

Sinceramente,
Marcia Tomás Graupera

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Carta triste para Grettel Alfonso (esposa del documentalista recién fallecido Nicolás Guillén Landrián)

Mi flaca, ya ni te acordarás de mí, o quién sabe... ¡nos han pasado tantas cosas en estos años! Sólo quiero recordarte aquellas tardes de cafecito tras cafecito en mi apartamento de la calle 28, en el Vedado, mientras intentábamos pulir tu trabajo como filóloga en la Universidad de La Habana. Yo era la responsable de que "aprendieras" Literatura Cubana. Y sé de tu esfuerzo descomunal, entre cárcel y hospital psiquiátrico, para sacar adelante tu carrera. Tal vez yo era demasiado inexperta para ser tu tutora; tal vez tú tenías demasiada vida y demasiadas cosas por decir, que entonces yo desconocía; pero recuerdo que verte entrar por la puerta de casa, cargada de papeles y redacciones, era una fiesta. Y fumábamos como carreteros y charlábamos más que trabajar. No sé si te acordarás. Pero siempre estaba en nuestras conversaciones de alumna y profe el tema Nicolasito. Nicolás Guillén Landrián: tu esposo en la cárcel, tu esposo en el psiquiátrico, tu Nicolasito cineasta, tu Nicolasito pintor. Los documentales, las diferencias, sus vicios, sus disidencias, que en aquella época te afectaban también a ti. (Sé quien no te quiso aprobar, pero eso ya no vale la pena).

Pasamos tardes enteras hablando de sus cosas, de las injusticias, de tus preocupaciones, de tu cariño, de todo el trabajo que estabas pasando. Ahora veo que Nicolasito ya no está, y que han vuelto a Cuba. No sé… yo también he pasado por lo mismo y quise volver.

Mi flaca, si esto te sirve de algo… lo mejor es haberlo conocido. Y ya está. Un beso grande de tu profe,

Nidia Fajardo Ledea

Referencias
Falleció el documentalista Nicolás Guillén Landrián
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Después de leer el artículo Los refritos del cómplice me pregunto lo mismo que don Alfonso Reyes: ¿cuándo dejarán de ser las cuestiones literarias temas de política interna de un país y éstas a su vez en polémicas y manifiestos internacionales? ¿Por qué se insiste en reducir y encajar la vida intelectual de un país sólo en los estrechos marcos de la ideología y la política?, ¿por qué seguimos cultivando el lenguaje de los peores momentos de la Guerra Fría?, ¿cuándo podremos tratar el hecho literario como hecho literario sin dejar de pasarlo por el filtro ideológico-político?, ¿cuándo lograremos dejar crecer el intelecto sin las funestas mutilaciones ideológicas?

Vladimir Smith

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El breve artículo Maricones y mariconzones, debió más bien llamarse, por ejemplo, Pidiendo permiso para criticar a Fidel o De puntillas, no vaya a ser que pise algún callo. Amén de las delicias lingüísticas respecto al español hablado en Cuba con que nos deleita el autor, se ve que lo importante no es tanto criticar la homofobia de Fidel Castro como recordarnos que también la derecha —¡sobre todo ella!— es homófoba y seguirá siéndolo. De manera que colocar al mismo nivel la diatriba de un diputado del PP, a que hace alusión, y la reacción "visceral" de Fidel Castro ante la burla de que fue objeto no le parece desproporcionada al autor. El tirano creador de las UMAP y de códigos para la represión de los homosexuales no adictos al régimen (o que dieran muestras de andar descarriados ideológicamente) viene a ser comparable, incluso menos malo que el derechista cuyo nombre ni siquiera menciona, en contraste con el de Castro, a quien todavía llama Fidel el articulista. (En la cuestión del señor Llamazares ni siquiera intervengo, pues no viene realmente a cuento). Lo que sucede al autor es lo que sucede a tantos en la izquierda, tanto en España como en los Estados Unidos y en otras partes, y es que, para criticar a Castro sienten que hay que hacerlo con tiento, si es que se hace en absoluto, y nunca y en ningún caso sin que esta crítica vaya acompañada de una enérgica sacudida contra la derecha o aquella que presumiblemente lo sea.

Rolando D. H. Morelli,
Philadelphia

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El artículo Rompiendo mitos y estereotipos hace un objetivo análisis —lo que tanto nos falta muchas veces— de la evolución del exilio y las causas reales que lo motivan; quizás el que oiga algunos de los programas que se transmiten por radio en esta ciudad puede pensar que no es así, pero el que vive de ella se da cuenta que hay diversidad de posiciones y que aunque la gran mayoría de los que aquí vivimos deseamos la democratización de Cuba, muchos piensan que los discursos intolerantes son muchas veces más una traba que una ayuda para alcanzar este fin; ahí están los resultados de las encuestas citadas que reflejan que a pesar del deseo de algunos de demeritar a la oposición interna más del 70% apoya el Proyecto Varela, lo que refleja —más allá del apoyo a los postulados del mismo —el reconocimiento de los que día a día dentro de Cuba enfrentan al régimen, sufriendo presiones indecibles y el peligro real de la más terrible prisión.

Muy bien por Marifeli Pérez-Stable, que, como destacada socióloga, hace un análisis real y desapasionado del papel y la evolución del exilio.

Carlos Hernández,
Miami

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El artículo Fascismo no, dictadura tampoco, la más reciente pataleta antinorteamericana de Encuentro en la Red, me ha llevado al convencimiento de que a ustedes el antinorteamericanismo se lo bajan por plan de trabajo. Es como si para hacer cualquier crítica al régimen de Castro, ésta debiera estar convoyada obligatoriamente por otra tanta cantidad de las mismas en contra de Estados Unidos y su gobierno, utilizando, ¿casualmente? —para referirse a esta nación—, los mismos calificativos que suele escuchárseles decir a los comentaristas de la Mesa Redonda Informativa de la Televisión Cubana. Bueno, ya sabemos que en eso del antinorteamericanismo todas las izquierdas se dan la mano. Ese es su verdadero negocio. Pero esta vez se trata casi de un abrazo, por lo que más que oposición a la dictadura de La Habana, Encuentro parece estar haciendo política postcastrista, intentando vender de nuevo el viejo cacharro socialista y antinorteamericano a la futura Cuba, preparando terreno para lo que vendrá. Por mi parte, después de tanto tiempo y tanta tempestad, y de estar escuchando también que "el socialismo no es esto que Fidel tiene aquí, sino otra cosa diferente" (que al parecer ustedes sí saben lo que es), sólo espero que los cubanos hayamos aprendido que de buenos "izquierdosos" está lleno el camino al infierno. ¡Solavaya!

José F.,
Michigan

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Las opiniones sobre el gobierno de Estados Unidos del artículo Fascismo no, dictadura tampoco, son una maravilla: "imperio de EE UU", "resurgimiento del fascismo", "las brutalidades del Imperio, en su fase evidentemente fascista", "barbarie global que propone el sistema dominante" y otras. Para el autor, quien ve el "único acierto" de los castristas castrados en esta declaración, en "señalar el carácter fascista del imperio norteamericano", es lógico argumentar que "tanto la dictadura como el imperio comparten en común la misma lógica de dominación que ha caracterizado y marcado el ritmo de la Historia", o que EE UU "ha orientado su proyecto de dominación hacia el resto del mundo en un proceso de continua expansión a partir de 1945", imperio que "arrasa con los principios irrenunciables de soberanía y autodeterminación" (¿frase de los "intelectuales" o del autor?).

La obligada brevedad de una Carta a la Redacción me impiden argumentar sobre las contribuciones de EE UU a convertir nuestro planeta en un mundo mejor desde 1941 (no 1945), a pesar de incontables desaciertos y desafortunados errores. El fascismo, el comunismo, los talibanes, los genocidas de Yugoslavia, los narcogenerales de Panamá, los "revolucionarios" de Granada, Sadam Husein y otros "revolucionarios antiimperialistas", son hoy historia gracias a EE UU: si algo debemos criticarle es en ocasiones haberse demorado demasiado para intervenir, o en respetar demasiado las normas y obligaciones internacionales frente a delincuentes de pacotilla convertidos en jefes de Estado.

Es paradójico que los criterios del señor Julio Fowler sobre el gobierno de EE UU se parecen demasiado a los de los "intelectuales cubanos" o por quienes les escriben el guión: recuerdan demasiado las declaraciones de Fidel Castro y sus acólitos cercanos sobre el "imperialismo yanki".

Fascismo no, dictadura tampoco, mucho menos opiniones como las del señor Fowler, quien tiene todo su derecho a expresarlas libremente sin temor a represión: rechazar justamente la dictadura castrista no avala automáticamente opiniones sobre EE UU que podrían firmar sin reservas Vladimir Ilich, Mao, Milosevic, Fidel Castro, Hugo Chávez, Muammar el Khadaffi, Kim Jon Il o Tirofijo.

Eugenio Yanez-González,
Miami

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El reciente artículo del Sr. Cuesta Morúa, publicado en la sección de Opinión con el título ¿Por qué no a la izquierda socialdemócrata? trata de justificar por qué no se ejerció represión sobre él y su grupo (Corriente Socialista Democrática Cubana) durante el último golpe del régimen. El texto, largo y enredado, huelga. La respuesta es simple y se puede expresar en pocas palabras.

El Sr. Cuesta Morúa y el grupo que representa ejercen un tipo de disidencia que no crea molestia alguna al régimen. No sólo apoyan el levantamiento del embargo contra Cuba, lo cual es un punto de vista que muchos comparten, sino que el Sr. Cuesta viaja a Estados Unidos y ofrece conferencias donde critica poco al régimen y realiza un gran esfuerzo para ganar adeptos a la lucha contra el embargo. Viaja también a Europa con ese fin. Es, diríamos, el modelo disidente ideal con que sueña la cúpula gobernante. "Atildados, comedidos y obedientes", como expresaba Heberto Padilla en su poema: "Jamás hacer nada que incomode". Esa es la causa por la que no fueron reprimidos y no otra. Disidentes oficiales del régimen.

Saludos,
Ángel Savón

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