Cartas
www.cubaencuentro.com Viernes, 12 de septiembre de 2003 www.cubaencuentro.com

Encuentro en la Red agradece los comentarios, inquietudes y críticas de sus lectores. Las cartas no deberán exceder las 200 palabras e incluirán el nombre y la ciudad del remitente. La redacción se reserva el derecho de editar o resumir los textos.

Acabo de leer el ensayo Cuba y la izquierda, de Juan Antonio Blanco. Vale la pena analizarlo cuidadosamente. Juan Antonio Blanco lo ha escrito pensando en sus compañeros comunistas o, simplemente, "revolucionarios" que no han renunciado al sentido crítico y, si se quiere, al sentido común. Es decir, gentes que se consideran de izquierda, pero que tienen la suficiente lucidez como para advertir que Fidel Castro y la línea conservadora del PC han llevado el país y a sus propios simpatizantes a un callejón sin salida, deslegitimando en el trayecto a la opción ideológica de la izquierda.

Juan Antonio Blanco no quiere eso. Pretende dotar a la izquierda cubana de un discurso político que le permita sobrevivir, luchar y mantener o ganar el poder limpiamente dentro de un sistema democrático como al que inevitablemente arribará Cuba a medio o largo plazo. Blanco sabe que es imposible que Cuba siga siendo permanentemente la excepción comunista en un planeta que abandonó o está en vías de abandonar ese modelo de organización de la sociedad, pero cree que una izquierda moderna no debe renunciar a perfilar una nueva identidad y a buscar su espacio dentro de las preferencias del pueblo cubano.

Naturalmente, yo no estoy de acuerdo con el recetario que Blanco desea aplicar a los problemas que afectan y afectarán a nuestro pueblo, pero me parece magnífico que en nuestro país exista una izquierda respetuosa del Estado de Derecho, tolerante con otras ideologías y dispuesta a convivir con ellas pacífica y respetuosamente dentro de las instituciones que libremente se dé la nación cubana cuando llegue la hora de la democracia.

La verdad es que Cuba necesita de todo el espectro político democrático. Necesita una izquierda como la que Blanco describe, y necesita una derecha civilizada y dialogante. Y entre ambos extremos del arco ideológico, tampoco debe prescindir de ningún grupo dispuesto a colocarse bajo la autoridad de la ley: liberales, democristianos, socialdemócratas, conservadores o comunistas. La pregunta obvia es si seremos capaces de construir ese tipo de sociedad abierta y dialogante tras la amarga experiencia de la larga dictadura de Castro, antecedida por el nefasto período batistiano: más de medio siglo de gobiernos contrarios a los valores democráticos.

Yo creo que sí. Si los españoles superaron el trauma de la Guerra Civil y el franquismo, los chilenos el de la dictadura de Pinochet, y todos los países de Europa del Este la etapa comunista, no veo por qué los cubanos seremos incapaces de transitar pacífica y ordenadamente hacia una apertura democrática que desemboque en un modelo abierto y con garantías para todas las partes. Pero para que ocurra ese proceso es vital que la actual clase dirigente cubana comience a ver con claridad cómo puede reorganizarse, bajo qué premisas y con cuáles objetivos. Por eso me parece tan notoriamente importante lo que acaba de escribir Juan Antonio Blanco.

Carlos Alberto Montaner,
Madrid

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Muy interesante el artículo Nadando entre salmones, sobre el absurdo de irle al equipo contrario, que a mi entender es una forma ilógica de protesta. Creo que esa manifestación viene y se ha desarrollado de otros cubanos que viven en el exilio. Yo vivo también fuera del país, pero no se me ocurriría ponerme contento con una victoria de un equipo contrario al cubano. Por demás, sería incapaz de ofender a un atleta del patio, muy al contrario, lo estimularía a la victoria. Mis conclusiones se basan en que al final nuestros deportistas son parte del pueblo, que unos vivan con algunas cositas más que los demás no es para que les caigamos encima como enemigos. Esta filosofía la tengo con los artistas también. Miren que papelazo el no darle visas a todos esos artistas recientemente para entrar en EE UU y participar en el Grammy, un tremendo error apoyado por gente que no ven más allá de sus cejas.

Encuentro en la Red muchas veces ha publicado artículos que a las claras tratan de demeritar a algunos deportistas cubanos. Ya una vez me quejé por este tipo de escritos. Es cierto que el régimen cubano utiliza sus triunfos en eventos deportivos con fines políticos, como es también cierto que el deporte en Cuba no tiene masividad, ya que es selectivo y en funciones meramente políticas, pero al final de cuentas, los que salen adelante son cubanos y no debemos hacerlos nuestros enemigos, todo lo contrario, que vean en los que viven fuera el deseo de felicitarles y desearles más éxitos. Se suma y no se resta, esa debe ser la mejor filosofía.

Agradezco al autor este escrito informativo de algo anormal. Un país donde se dice que todo es "limpio e incorrupto" y que la gente se ponga a apostar contra los equipos que visten la camiseta de Cuba. Mal estamos realmente.

Cordialmente,
Esteban Romero

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Si no es un músico cubano el autor de La visa de la discordia, por muchas ganas que tenga de entender qué es lo que está a debate, es algo así como "tratar de hacerle un nudo a un plátano", y traduzco al castellano, imposible.

Pedro Luis Ferrer me contaba que en un concierto en el que coincidía con El Guayabero, este le dijo: "gordo, que haces aquí, ¿ya te levantaron la losa?", en otras palabras, si le habían quitado el castigo que había tenido que sufrir después que se le ocurrió hacer una guarachita con el estribillo: "por fin llegó la perestroika, se acabó la vida estoica" o algo así. Los artistas en Cuba se han acostumbrado a realizar su trabajo bajo la mirada firme y aplastante de los comisarios políticos de la cultura, y lo más triste es que el trabajito sucio lo llevan a cabo otros. En Cuba, la cultura se hace por decretos, y si ayer la palabra Miami significaba gusanera, escoria, vendepatria..., hoy Miami es el comando decretado por "el intelectual en jefe" Fidel. Hay artistas en la Isla que tienen una carrera de casi 30 años, y sólo tienen grabados uno o dos discos. Los artistas en Cuba (aunque residan fuera de la Isla) que deseen que su arte sea impuesto por las instituciones oficialistas cubanas en conjunto con las de otros países, tienen que gritar su comprometimiento con el régimen, y aquellos que quieran ser independientes tienen que pagar el precio más alto.

Hay algo muy profundo en todo esto, y es que el dolor tan desgarrador de los cubanos que han padecido prisión por sus posiciones políticas es real, y quizá algunos no sean personas ilustradas. Es posible que si alguien le hubiese preguntado a uno de los poetas o escritores recién encarcelados en Cuba sobre el tema de los Grammy hace un año, hubiesen dicho que detestaban la censura. Es también muy posible que si esos intelectuales presos hoy se enteran de que los ex presos políticos cubanos que radican en Miami han tomado este tema como una cuestión de principios, también ellos apoyen esos principios.

Alina Brouwer

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Cubanos todos: Ha sido un gran placer para mi "encontrarme" con tan atinada publicación. De hace un mes a esta parte dedico a diario un buen rato (de mi jornada laboral) para ponerme al día con la gran variedad de temas, artículos, opiniones, entrevistas, etc., que han ido incluyendo en cada una de las ediciones anteriores.

Amauri Gutiérrez

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Otra vez la prensa "izquierdista" vuelve a armar un escándalo bajo la batuta de Fidel Castro y opta por ignorar la realidad. No me estoy refiriendo específicamente al artículo La visa de la discordia, sino al de El Mundo, (edición impresa del día 3 de septiembre de 2003) al cual el autor se refiere. Aunque parece que tanto el autor como los periodistas de El Mundo no escucharon, no leyeron u optaron por ignorar las decenas de artículos, comentarios, etc., que sobre la tardanza en la solicitud de visas por parte de los artistas cubanos invitados a los Grammy Latinos de este año, aparecieron en diversas publicaciones y otros medios noticiosos de Miami y el resto del mundo. Capítulo aparte son las protestas de diversos grupos de exiliados en Miami. Aunque no se esté de acuerdo con ellos, no creo que se les deba atacar y demonizar tanto, pues simplemente ejercieron un derecho de la misma manera que Artistas Contra la Guerra lo hizo en España. ¿O es que sólo se puede protestar en contra de la guerra de Irak y los Estados Unidos? Las declaraciones de Judicial Watch me parecen igualmente desatinadas, si se hicieron de manera "oficial". Las declaraciones, en cambio, de algunas personalidades artísticas del exilio, hechas a título personal, caen dentro de esos mismos derechos a la libre expresión que no tienen los cubanos que viven en la Isla.

Todo esto no ha sido más que otra maniobra del decrépito dictador cubano, que a conciencia retrasó todo el proceso de solicitud de visas. El objetivo es bastante claro, hacer quedar al exilio otra vez como un montón de intolerantes recalcitrantes a su imagen y semejanza. Esto es lo único que ve esa prensa "progre" que ya mencioné, porque al final ellos se identifican más con Castro que con cualquier exiliado, sin importar su ideología.

Saludos

Ernesto Suárez,
Kansas City, Missouri

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Respecto a la publicación de uno de mis trabajos más recientes: Cuba y la izquierda, desearía hacer una aclaración que estimo necesaria a los lectores.

El que suscribe no ha estado ni está afiliado a ninguna organización disidente dentro o fuera de Cuba. Sin embargo, el acompañar mi artículo con una foto en la que aparecen algunos líderes de organizaciones disidentes que se han autodefinido hasta el presente como socialdemocráticas, podría hacer pensar a algún lector desprevenido que guardo algún tipo de vínculo "orgánico" con ellos. No es cierto. No cuestiono a quienes han decidido afiliarse a alguna organización política disidente de ese corte y me solidarizo, claramente, con algunas de sus ideas y con todas aquellas víctimas de su membresía. Pero, en mi caso, he decidido mantener la condición de libre pensador con obligaciones éticas —pero no políticas— hacia esas organizaciones. No se trata de que recomiende este proceder a otras personas; simplemente esa ha sido mi opción personal. Y desearía que con la publicación de esta carta quede constancia pública de ello.

Juan Antonio Blanco

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Según el libro El Camaján, recientemente publicado en la Isla, Elizardo Sánchez es un presunto agente de la seguridad cubana. Los autores del mencionado libro aseguran que el conocido disidente se llama Juana y que no estaba loca.

Elizardo Sánchez, junto a otros disidentes, goza de nuestro respeto por constituir un reto al totalitarismo castrista y mantener una postura de firme defensa de los derechos humanos, tan flagrantemente violados por el régimen de La Habana.

Él es pues, hasta que se demuestre lo contrario, nuestro amigo. Los verdaderos agentes de la seguridad castrista sí se llaman Juana y, además, están completa y definitivamente locos.

Saludos,
Jesús

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Felicitaciones por el artículo El Castro que llevamos dentro. La situación de Cuba, la real, la que no se ve, no se resuelve sólo con la ida de Fidel Castro del poder. Hasta hoy, la figura del dictador es inherente a la mentalidad nacional: dictador es el padre intolerante, la madre mandona, el maestro cerrado, el político ignorante, los compositores necios, etc. Es una cadena de pequeñas dictaduras que unidas forman una mayor, cuya duración depende de la subsistencia cotidiana de aquellas. Es hora de que los que piensan sobre Cuba superen el círculo vicioso de a favor o en contra de Castro y debatan las condiciones culturales que desembocaron en 45 años de totalitarismo revolucionario. Fidel Castro no se produjo por generación espontánea, fue el resultado de una acumulación histórica, si tenemos en cuenta el patriarcado árabe, español y africano del que venimos. Castro es la síntesis de esa aspiración de mando que casi todo cubano lleva en la sangre y que eventualmente podría producir otro sujeto semejante a él luego de su desaparición física. Ese posible nuevo dictador es el verdadero peligro del que hay que cuidarse ahora para no seguir teniendo, como se dice popularmente, más de lo mismo o lo que es igual, otros 50 años de dictadura, del signo ideológico que sea.

R. Fronesis,
La Habana

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En el artículo McCastrismo, junto a la denuncia de la real falta de objetividad de algunos intelectuales en lo referente a la situación de Cuba, el autor nos trata de convencer de que las dictaduras de Batista y Machado no fueron tales, sino sólo manipulación de algunos que dieron una imagen falsa de lo que eran en realidad y que según él nos dice ahora fueron etapas, y cito: "inmensamente creativas, ambiguas, ricas y perfectibles".

Parece que el autor trata de utilizar las mismas armas que critica para —quizás pensando que si otros lo hacen él puede hacerlo— tratar de manipular la realidad histórica.

Carlos Hernández,
Miami

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Desde hace unos 10 días, leo con horror las noticias de los últimos acontecimientos referentes a los cubanos que llegaron a Florida en búsqueda de amparo político y que fueron regresados a la Isla, pobres héroes sin trofeo de libertad... y ahora también las declaraciones de Otto Reich.

Desde mi casa en Francia no dejo de indignarme con los sucesos, pero, en cierto modo, me tranquiliza saber que al menos una parte de nuestra comunidad cubana en el exilio se está dando cuenta de la verdadera posición de Estados Unidos, de los gobernantes y la política norteamericanos frente al problema cubano. Me alegra saber que por fin hay cierta gente que empieza a ver claro. Ha tomado años, pero ahí vamos llegando. Los diferentes gobiernos norteamericanos se han aprovechado de nuestros votos para llevar a cabo sus mandatos. Los cubanos somos una minoría que se ha integrado perfectamente, que se ha hecho ciudadana norteamericana y por eso tenemos derechos, pero también deberes, como el de votar. Aunque Cuba no representa ningún interés económico beneficioso a EE UU, los cubanoamericanos representamos un fuerte número en término de votación y ese es nuestro gran atractivo a sus ojos.

Mi esperanza es que los cubanos cambiemos nuestros métodos si queremos liberar a Cuba de su opresión, porque desde hace casi 50 años nadie en el gobierno norteamericano ha movido un dedo para cambiar nuestro destino, ni el de nuestro país. Espero que el día que Cuba sea libre de tiranía y tenga una democracia, EE UU nos sepan recompensar igual que a los israelitas. Siempre se empieza por algo, los cubanos ya están despertando.

Sinceramente,
Marcia Tomás Graupera

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