Cartas
www.cubaencuentro.com Jueves, 29 de enero de 2004 www.cubaencuentro.com

Encuentro en la Red agradece los comentarios, inquietudes y críticas de sus lectores. Las cartas no deberán exceder las 200 palabras e incluirán el nombre y la ciudad del remitente. La redacción se reserva el derecho de editar o resumir los textos.

A veces me temo que esta extraña situación de los cubanos, que no sabemos bien si somos emigrantes o exiliados, nos invita a revalidarnos mediante la invención de enemigos y enemistades. Este es el caso del artículo Santo Domingo: Costuras evidentes. Lo que el autor describe es en buena medida lo que hace toda embajada en términos de relaciones públicas. No creo que la embajada cubana en Santo Domingo tenga una presencia excesiva en alguna actividad, o al menos el autor no lo demuestra. Personalmente, participo en la dirección de una institución académica internacional, y celebramos numerosas actividades, a algunas de las cuales invitamos a los diplomáticos extranjeros o funcionarios dominicanos, y a otras no. En algunas ocasiones los diplomáticos cubanos han pedido asistir a determinados eventos que no resultan apropiados para sus funciones, y les hemos negado la invitación, lo cual han aceptado y ello no ha afectado las relaciones que mantenemos con ellos como con otras embajadas del continente. Es sencillamente una relación profesional.

Si el gobierno cubano abre restaurantes o locales como Cubanía, aprovecha una oportunidad económica y cultural, y en el caso de Cubanía —si realmente pertenece al gobierno cubano— lo ha hecho muy acertadamente, pues se ha convertido en un lugar muy atractivo para los jóvenes y menos jóvenes, categoría esta última en la que lamentablemente me ubico.

Cuba y República Dominicana tienen una larga historia de relaciones culturales que debe mantenerse e incrementarse, y estos son pasos positivos. Y como cubano residente en RD me siento halagado porque se abran estas relaciones y porque los dominicanos y dominicanas las disfruten.

Lo otro es inventarse enemigos para paliar los efectos de los exilios aburridos. Les garantizo que hay otras maneras de matar el aburrimiento en este simpático y cariñoso país.

Haroldo Dilla Alfonso

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Acabo de leer el artículo La mordida del tigre y debo confesar que me he sentido muy avergonzado. En realidad era un niño cuando la invasión de Granada y luego con el tiempo he ido olvidando ese hecho, como muchos otros, para olvidar lo desagradable que me mantiene alejado de mi país. Lo vergonzoso de todo esto es que tenía esa opinión de Tortoló, sin nunca tomarme el trabajo de informarme acerca de los hechos reales. Pero no soy el único, muchos de los cubanos a mi alrededor, aunque detestan a Fidel Castro, piensan lo mismo de Tortoló y los hechos de Granada. Creo que ustedes tienen una de las mejores (si no la mejor) publicaciones sobre Cuba que existe y espero que en un futuro próximo tengan sus oficinas y sus imprentas en Cuba.

Ángel Ochoa

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Sobre la visita de Bartolomeo I a la Isla, los grandes medios no se han referido a que en Cuba hubo un recinto de la Iglesia Ortodoxa, en las calles 39 y Loma, barrio de La Timba, Nuevo Vedado, cercano al cementerio de Colón. Este edificio estuvo abandonado por décadas. No sé si por la propia Iglesia, o como consecuencia del ateísmo oficial instaurado. El caso es que sus adornos, bancos y otros muebles fueron saqueados por los vecinos, y en su gran salón pernoctaba alguna que otra pareja de vez en vez, cuando las ratas lo permitían. Por fortuna, el edificio sufrió una reparación capital, sus cruces ortodoxas desaparecieron y llenó su entrada una bella buganvilia. Un letrero lumínico anunciaba que pasaba a ser sede del grupo de teatro Buendía, perteneciente al Ministerio de Cultura.

Me pregunto si por eso hubo que construir una catedral a todo correr. O si fue porque la ubicación del edificio en La Timba —y no en la zona de restauración de la turística Habana Vieja— no era conveniente para sacar fotos. El mal estado de los edificios, no pertenecientes a la etapa colonial sino construidos por la Revolución, deja mucho que desear. La calidad de vida de sus habitantes, además, no es de las mejores y todo ello queda sólo a escasas cuadras del Comité Central del PCC, y a unos metros de la ruta del comandante hacia sus oficinas.

Ana J. Faya

Referencias
Patriarca Ortodoxo consagra catedral y califica el embargo de 'error histórico'
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En la sección de humor, además de lo que cuenta la beneficiada acerca de la entrega de los televisores Panda., añado que no es para los más necesitados, sino para los que más se lo merecen, contrario a los postulados del marxismo que todavía se enseña en las escuelas.

Está también la tragedia de las discusiones entre compañeros de trabajo, los trapos sucios de todo tipo, que provocan sentimientos de ira contra los demás aspirantes, y que la autora prefiere obviar; lo cual no me parece oportuno, porque lo principal en este mecanismo diabólico es mantener a las personas divididas y pensando en cómo hacerse mal unas a otras, para así evitar que un día se unan con el objetivo de buscar el bien común. Esto no es nuevo, ya se ha discutido en Cuba por lavadoras, refrigeradores, bicicletas y televisores rusos. El fin es que no se deje de discutir y atacar al hermano, que nunca podamos reconciliarnos. Yo no tengo Panda, no lo voy a pedir; además, no me lo van a dar, porque cuando vayan a mi barrio, seguro que no van a decir que soy una persona decente, porque decente es (aunque la autora no lo aclare) hacer todas las guardias, ir a las marchas, ir al primero de mayo y mantener una actitud "revolucionaria".

"¿El Panda? No, ¡gracias!".

PS

Referencias
Historia de un Panda
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Soy lectora habitual de Encuentro en la Red y de vuestra revista impresa. Es admirable lo que hacen y, sobre todo, la forma en que lo hacen. Mis más sinceras felicitaciones.

Hoy me ha causado profundo malestar el artículo acerca del racismo en Cuba. Está lleno de tópicos y el tema está abordado de la peor manera posible. Hay frases para olvidar: "Encerrada en pequeños espacios, la promiscuidad de una familia negra resulta extraordinaria. Los niños crecen sin valores morales adecuados. Por ejemplo, un padre que roba en el trabajo, vende en la bolsa negra". Me gustaría saber si la autora del artículo piensa que los blancos encerrados en "pequeños espacios" serían menos promiscuos o sencillamente lo serían de una forma "ordinaria".

Creo que los problemas raciales en Cuba, lejos de incrementarse, se han mantenido desde siempre. Están presentes en nuestra forma de hablar, de pensar y de ser; otra cosa muy distinta es la forma como actuemos y el respeto que podamos trasmitir a los demás.

El artículo en cuestión se las trae, pues la cantaleta de que los valores morales en Cuba se van perdiendo, es un absurdo. La moral no es la misma para todas las circunstancias. Si se entiende ésta como un conjunto de valores éticos asumidos o heredados culturalmente. La situación en la que a veces vive la gente es tan aplastante, que la moral hay que hacerla a medida, como una especie de cinturón. ¿Qué es más inmoral: un negro que roba y vende en la bolsa negra para mantener a un niño sin "valores", o una familia, ya sea blanca, mulata o verde, que le compra al negro lo que necesita para vivir y le desprecia y lo delata y comulga con el Estado, que en definitiva hace a todos delinquir?

Cierra su artículo otro desacierto: "la pérdida de los valores morales en la sociedad cubana es general, lamentablemente". ¿Qué pasa si fuese sólo en la población negra? ¿Sería menos lamentable?

Pensaba que la lectura de este artículo me iba a ayudar a comprender mejor dicho problema, pero me ha dado aún más preocupaciones.

Asirys Lappin

Referencias
La Habana: ¿Problema racial? (MIRIAM LEIVA)
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Excelente material. Mis parabienes a quien corresponda.

Henry Almonte Diloné,
Dominicana

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Gracias a ustedes de nuevo por ofrecernos la posibilidad de leer a Eliseo Alberto en su artículo Un bolero para Joaquín. Sé que es doloroso tener que hacerlo con palabras de adiós, o tal vez, de "estás conmigo aunque no estés", pero son palabras llenas, intensas, plenas. Y gracias a Eliseo Alberto, por ser como es, por escribir como lo hace.

Elisa Luna

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Gracias a Eliseo Alberto por Un bolero para Joaquín. Es un retrato escrito. Gracias a todos los que han podido escribir sobre Joaquín en estos días.

Carmen Maso

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Después de varios días sin acceder a Internet me encuentro esta triste noticia. Se le echará de menos, la historia de nuestra cultura siempre tendrá un lugar reservado para Joaquín Ordoqui.

Rebeca González,
México D.F.

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Abro hoy mi correo y desde Cuba un amigo me cuenta de la muerte de Joaquinito. Joaquín Ordoqui, el mismo con quien había compartido en marzo y abril último su casa en Madrid, el mismo con quien habíamos sostenido insomnes conversaciones sobre Cuba, Perú, la libertad, la comida, los libros, la música, los quereres.

Desde las páginas de su revista quiero compartir con ustedes mi tristeza por su muerte. Me unió una larga amistad que en diciembre cumpliría 24 años.

De muchas maneras, me enseñó a querer a Cuba y él sabe que yo aprendí bien de él.

Francisco Adrianzen,
Perú

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