Cartas
www.cubaencuentro.com Martes, 16 de noviembre de 2004 www.cubaencuentro.com

Encuentro en la Red agradece los comentarios, inquietudes y críticas de sus lectores. Las cartas no deberán exceder las 200 palabras e incluirán el nombre y la ciudad del remitente. La redacción se reserva el derecho de editar o resumir los textos.

Acabo de leer el artículo La excepción caribeña, acerca de cómo Puerto Rico y la República Dominicana llegaron a la democracia y Cuba no. Según la autora, la razón por la que Cuba no siguió el camino de las otras dos islas antillanas fue el golpe militar de 1952. A mí me parece que tiene más que ver con la mentalidad izquierdista de la Constitución de 1940, y de tanta legislación económica y social que hizo de las elecciones una pérdida de tiempo, porque todo estaba más o menos predeterminado. Una mentalidad que pregunta "¿elecciones para qué?". Y eso vino de la mentalidad izquierdista de 1933.

Carlton Solomon,
Miami

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Es buena la crítica cuando es sincera, pero hay algunos revisionistas que realmente dan pena. Todo lo que se haga para informar al pueblo de Cuba o para cuestionar al tirano es válido. Pero tratar de ridiculizar a los que valientemente trabajan dentro de la Isla no es sano. Somos muchos los que vemos en el presidente Bush un buen contrincante para Castro. Me llamo Manuel y vivo en Noruega.

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Sobre el artículo Con piano, ¿o con cencerro?, estoy totalmente de acuerdo con que los disidentes no debían haber votado, ni siquiera simbólicamente, por el presidente de ningún país, con excepción del cubano. Estoy esperando alguna aclaración de los disidentes participantes, pues a decir verdad le hacen a Castro el juego perfecto.

Gema,
Alemania

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Quisiera hacerles llegar mi opinión después de leer y dejar madurar el artículo Tras el cambio. Si lo leen con atención verán que es un mensaje con sutiles amenazas a los personajes que aparecen en clave para hacerles saber que los tiene en su punto de mira a los "flanes de calabaza avileña", "harina de cangrejos", "teléfono tomado", etc., y a los trabajadores de diferentes organismos culturales.

El artículo además está plagado de utópicas mentiras aseverando que todos nuestros problemas se resolverán con la muerte de Castro. Todo será un camino de rosas —sin espinas— y buenos deseos, cuando todos sabemos que una vez que ocurra el dichoso cambio empezarán de verdad los grandes problemas que necesitarán de la piedad, concordia, buena voluntad de todos: los de dentro y los de fuera para que Cuba salga adelante.

Demetrio López

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Sobre el artículo La noche que se jodió Estados Unidos, ha sido bien interesante leer las opiniones que este ha merecido, reflejo inequívoco de la diversidad y madurez política de nuestros compatriotas. Hay cosas que los cubanos nunca cambiaremos, como son nuestra naturaleza superlativa y el carácter absoluto y radical de nuestras opiniones, pero aun así tendremos que aprender a escuchar y tolerar a aquellos que piensen diferente.

He presenciado muchas veces en esta ciudad calificar de comunista a quien simplemente es menos conservador. Mi conclusión sobre la noche del 2 de noviembre es que fue sin dudas una lección de respeto y apego a las normas democráticas, con un candidato perdedor que, en su discurso de aceptación de la derrota, instó a todos los norteamericanos, independientemente de su filiación política, a cerrar filas en favor del futuro de la nación.

Ampliemos de una vez nuestro horizonte. Sólo así seremos capaces de coexistir en una futura sociedad plural y democrática, sin correr el riesgo de dar el clásico "bandazo".

Felipe,
Miami

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Sobre el artículo La noche que se jodió Estados Unidos y las varias críticas que ha recibido, espero que muy a pesar de las opiniones de mis compatriotas "conservadores", Encuentro en la Red continúe siendo un espacio plural, en que tengan cabida opiniones dispares y muchas veces encontradas.

Para desgracia de una nación como la nuestra, cincuenta y tantos años de dictadura y de férreo control sobre los medios han repercutido negativamente y mucho en la capacidad de tolerancia y asimilación de la opinión del contrario. A uno y otro lado del estrecho de la Florida, ese "Muro de Berlín", legado de la naturaleza, puede apreciarse, con matices muy diferentes. No pocas veces desde el poder de facto o desde los círculos de poder económico-político se ha pretendido desacreditar y acallar la opinión del que disiente.

No estoy plenamente de acuerdo con Armengol, y sobre todo con su "apocalíptica visión", que incluye guerras civiles y revoluciones prontas. Pero mucho menos con sus "censores", que consideran un hecho lamentable que se publiquen sus opiniones e incluso llegan a cuestionar la capacidad del editor que se permite esos desvaríos.

Hay críticas risibles como la de Juan M. del Águila que tildan a la izquierda de cavernícola y nihilista y que reprochan al autor el estigma de poseer una mentalidad atávica por creer en la "amenaza conservadora que nunca se materializa". Al parecer, las guerras de Bush son sólo virtuales.

Soy un cubano que vive fuera de su país, pero no en EE UU. No tengo derecho a votar allí y sin embargo creo que quien gobierne en la Casa Blanca tiene un enorme poder sobre cualquier ser humano de este planeta. Y Bush utilizó ese poder para alejarse del mundo, sólo un país como EE UU puede permitirse ir solo por el mundo solucionando "entuertos", arrogarse el derecho de ser juez y parte sin contar con nadie. Pero por mucho que digan los republicanos, la fuerza moral, religiosa y ética sólo se aplica de fronteras hacia adentro; fuera del territorio rojo/azul Norteamérica se impone por la fuerza de las armas y del dólar.

Si hay algo cierto sobre el terrorismo islámico y el poder de convocatoria con que goza, es que encuentra campo fértil en una población ignorante y preenjuiciada, a la que es muy fácil inducirle al suicidio basándose en la "Fe". Espero que en occidente esos tiempos sean historia o que al menos no contemos con un número suficiente de incautos que abocar al suicidio… ¡Perdón! Olvidaba que por acá en estos casos "el muerto" casi siempre lo pone otro.

Ernesto Pérez

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En relación con el artículo Miami es azul; Ohio, rojo, estoy de acuerdo con que Bush "ha triunfado convincentemente, limpiamente".

Con lo que no puedo coincidir es con la supuesta teoría que otorga un halo de modernidad al voto norteamericano, donde "no se votan doctrinas, ideologías o posiciones estéticas", según el autor "se vota interés". En EE UU y en estas elecciones se ha votado como tradicionalmente se vota en EE UU; el campo, los sectores conservadores y la población más influenciada por un modelo religioso "estricto" ha votado republicano. Mientras los sectores que se asientan en los conglomerados industriales y urbanos, así como la intelectualidad, ha preferido votar demócrata.

Los ganadores han votado por intereses específicos, es cierto, pero estos intereses no están nada alejados de la ideología o las doctrinas. Los más de 58 millones de norteamericanos que eligieron a Bush están en su inmensa mayoría en contra del matrimonio entre homosexuales, el aborto y de la investigación con células madres. Y estos se han convertido en fundamentos decisivos a la hora de elegir entre uno u otro candidato. Lo que no logro comprender es como unas creencias que aconsejan hacer todo lo posible por evitar tales "desvaríos" humanos sean tan limitadas cuando se trata de defender el derecho a la vida y a la paz de millones de "prójimos" (que no próximos), que por no vivir en EE UU, al parecer carecen de esos elementales derechos.

No son los norteamericanos mejores ni peores, son simplemente los más poderosos y ese es su estigma. El antiamericanismo no es nuevo, pero no se va por el mundo odiando rascacielos, al Pato Donald o al ketchup. El antiamericanismo es la respuesta universal al comportamiento de una nación poderosa, como nunca hubo sobre la faz de la tierra, vecina de todos pues es omnipresente, y con el desafortunado defecto de no asumir responsabilidades y ejercer sus mecanismos de poder tan solo para proteger sus intereses. Nadie como el Bush de estos últimos cuatro años para representar ese papel.

El mundo estuvo el 2 de noviembre con la mirada puesta en América, no era el último capítulo de una novela televisiva. Allá en la nación norteña se decidía una parte muy importante del destino de la humanidad. Muchos cruzaron los dedos para que ganara Kerry, es cierto, pero también lo es que 60 millones de personas pueden decidir el futuro de miles de millones al menos por cuatro años.

Ernesto Pérez,
Madrid

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Comenzando con el propio título, La noche que se jodió Estados Unidos es una invitación a la polémica. El artículo utiliza una combinación de mesianismo con estrechez de punto de vista (al estilo Michael Moore) para traer un mensaje de desesperanza.

Y siguiendo con la línea fatalista de "no hay nada que hacer" del autor, si los retrógrados provincianos hicieron valer su voto y, basados en las reglas de juego que en su momento crearon otros cosmopolitas tolerantes, los primeros resultaron ser la mayoría (popular y electoral), la suerte está echada: Toca dar un nuevo giro a la derecha por los próximos cuatro años. No creo que ello signifique la frase que da título al artículo. Tiempo al tiempo.

Gustavo Loret de Mola,

Miami

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Por algún tiempo he sido un lector frecuente de Encuentro en la Red. Opino que es una publicación necesaria, que sirve un propósito importante y que con frecuencia, además de noticias importantes, incluye excelentes crónicas y artículos de opinión. A menudo remito a cubanos y personas interesadas en el asunto cubano a vuestro sitio de Internet.

Creo lamentable que se publiquen escritos como el del autor de La noche que se jodió Estados Unidos. El mismo no sólo hace cuestionar su formación académica o periodística, sino también la capacidad del editor que lo publica y, por extensión, la credibilidad de la publicación.

Antes de terminar, quiero dejar claro que soy un cubano de Estados Unidos, bastante desinteresado en la política norteamericana en general, que acabo de votar por el candidato demócrata, a pesar de estar afiliado al Partido Republicano y que sólo me interesa el bienestar de Cuba y el fin de la tiranía de los hermanos Castro.

Frank Z.
Nueva York

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Según el autor de La noche que se jodió Estados Unidos, la reelección de Bush "abre un nuevo período que puede desembocar en una guerra civil, el establecimiento de un Estado totalitario de corte fascista y el renacimiento de una izquierda radical". Y también —¿por qué no?— puede desembocar en el canibalismo generalizado, la llegada de marcianos aficionados al cha-cha-chá o la mutación de los pingüinos en elefantes. Muchísimas cosas pueden suceder en este mundo, aunque en realidad sólo unas pocas son probables o plausibles.

El autor asegura que el triunfo republicano, obra de una "pequeña mayoría" (supongo que se no se refiere a los casi 60 millones de ciudadanos que votaron por el presidente), ha sido consecuencia de "la ignorancia, el fanatismo y el miedo", y que la "única esperanza que queda en estos momentos" es que los demócratas abandonen la política centrista de la era Clinton y cierren filas en torno a "un político más radical, al estilo de Howard Dean". ¿Y por qué no en torno a Michael Moore o a Jane Fonda? Trasnochada reflexión, cuando la mayoría de los analistas políticos coinciden en que los demócratas siguen perdiendo elecciones, precisamente porque se han desconectado del sentimiento y los intereses mayoritarios de la nación.

El articulista contrapone el centro y el sur de Estados Unidos, donde esta vez predominó el voto republicano, a la costa oeste y Nueva Inglaterra, que prefirieron a los demócratas. En el primer territorio, afirma, "domina una mentalidad provinciana, aislacionista por principio, apegada al fanatismo religioso y hostil hacia la inteligencia". En el segundo, "impera el cosmopolitismo, la tolerancia sexual y religiosa y el culto al conocimiento".

Pero el autor no explica por qué ese mismo centro-sur del país, que durante décadas fue un baluarte demócrata —basado en el voto de las minorías negra e hispana, y en buena parte de la clase media— se ha convertido ahora en firme bastión republicano. Quizá sea que cuando favorecían a los demócratas, los sureños y los vecinos del Medio Oeste eran cultos, tolerantes y cosmopolitas, cualidades que han perdido de pronto al votar mayoritariamente por los republicanos.

Julián B. Sorel
París

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