Cartas
www.cubaencuentro.com Viernes, 26 de agosto de 2005 www.cubaencuentro.com

Encuentro en la Red agradece los comentarios, inquietudes y críticas de sus lectores. Las cartas no deberán exceder las 200 palabras e incluirán el nombre y la ciudad del remitente. La redacción se reserva el derecho de editar o resumir los textos.

¿Quién discute el canon? Nadie serio. Al menos desde los años sesenta el canon dejó de ser la palabra de orden dentro de los criterios de valor. El valor no es un concepto abstracto desligado de las realidades históricas. Aquellos que siguen hablando del canon esconden en la discusión la nostalgia por un mundo medieval, cuyo reverso dantesco no quieren enfrentar porque demuestra la relatividad de toda fijeza. En las construcciones canónicas hay poco de estética y mucho de ideología —pasada por Salamanca—, pero ideología en última instancia. Desplazados por el impulso de las culturas modernas, los críticos nostálgicos se han refugiado en un canon que, en rigor, nunca existió, puesto que los propios autores que enarbolan como cimas reaccionaron contra toda estabilidad cultural, digamos Shakespeare y Cervantes, dos de los nombres favoritos. A ninguno de los dos les interesó estabilizar nada, por el contrario, su objetivo fue remover el canon de su época. Luego, quienes defienden un canon defienden una verdad a medias cuya pasión habría que buscarla fuera de la literatura. ÀPor qué las derechas políticas siempre se interesan tanto por el canon? Como casi siempre sucede, la crítica cubana actual está yendo por detrás de lo que la literatura está produciendo, lejos de estudiarla, quieren aplicarle las camisas de fuerza de un concepto tan engañoso y perverso como el de canon.

Ricardo Fronesis,
La Habana

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«Martí no viaja bien en inglés»
«No creo en el exilio como fatalidad»
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Sólo quería compartir con ustedes una reflexión sobre un asunto particularmente penoso y es que al mismo tiempo que en La Habana el decano de los dictadores, Fidel Castro, y su aprendiz más aventajado, Chávez, se encontraban entregando diplomas a nuevos médicos latinoamericanos para que salven vidas en sus países, estaban muriendo en el mar más de 20 cubanos en plena huida de su patria, la misma que es capaz de fabricar médicos de exportación para la propaganda de Castro. Sería digno de burla si no implicara vidas, sueños y esperanzas de tantas personas.

Gracias por la valentía de sus análisis y la veracidad de las noticias.

Roberto Orlando López,
México

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Desaparecidos 31 cubanos tras naufragar una embarcación al norte de Matanzas
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Escribo desde un pueblo de Argentina. Amo Cuba y su cultura aunque no conozca su país. Fue para mí muy triste leer en el diario que había muerto Ibrahim Ferrer, por eso hoy quiero escribir mi pesar por ello, y decir que la estrella no se extinguió sino que sigue viva en nuestros corazones. Aquí, allá, donde sea, ese cometa nos seguirá y doy gracias por los momentos reconfortantes que su voz nos trae. Desde aquí muchas gracias Ibrahim…

Nora Hernández,
Argentina

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Manifiesto mi asombro, aunque respeto su opinión, ante cómo el lector Ricardo Fronesis, refiriéndose a Tres hipótesis sobre una dictadura, expresa: "Pareciera que su autor insistiese en la tesis, totalitaria por demás, de que Cuba es Fidel Castro". En lo menos que, estimo, insiste ese artículo es en la identificación de Cuba con Castro. Si seguimos el razonamiento de Fronesis, los patólogos que diseccionan y clasifican a los tumores malignos serían sospechosos de validar como vectores esa extraña forma celular de "no-vida" que es el cáncer, en vez de lo que verdaderamente hacen: ahondar en su conocimiento, con tal —si posible, desgraciadamente todavía— de combatirlos mejor.

Tampoco entiendo, con respecto a este artículo, cómo se refiere a que los sistemas tradicionales de conocimientos y sus aseveraciones siempre han chocado con el caparazón de la historia. Sí, cierto es. Por ejemplo: la atroz dictadura de Hitler chocó con la gran cultura humanista alemana, algo incomprensible para muchos aún hoy. Pero: ¿quién fue la primera en analizar y concretar teóricamente el fenómeno totalitario? Una "académica": Hannah Arendt. Que haya sido judía no le resta —al contrario— valor en lo personal a sus hallazgos politológicos y filosóficos, porque su maestro y su amante —sabido es— fue Heidegger, de quien lo menos que se puede decir es que fuera antinazi.

Curiosa —pero no casualmente— el propio Heidegger fue uno de los que más contribuyó, con su trabajo sobre Hölderlin, a la puesta en valor del Poeta (nada en contra de ello, por otra parte); o los, mutatis mutandis,escritores y artistas a los que alude Fronesis, como superior medida del conocimiento. Pero fue su discípula, y no él, que "se equivocó de bando", quien ciñéndose a lo "académico" dio luz a su época.

Isis Wirth

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El artículo Tres hipótesis sobre una dictadura es muy válido para hacer una valoración realista de la figura del tirano cubano. Después de 46 años en el poder, hay pocas dudas de que él siempre se ha comportado como una especie de camaleón político, capaz de adaptarse con astucia a cualquier circunstancia que le permita lograr su objetivo megalómano. Si algo ha caracterizado sus móviles y actos ha sido la amoralidad para asumir nuevas tácticas que garanticen su supervivencia estratégica en el poder. Por eso me parece correcto que el dictador cubano sea definido como una mezcla de las hipótesis Draper y Montaner.

Hoy día, cuando ese mito indecente llamado revolución cubana le queda poco del mito y le sobra indecencia, vemos cómo la sociedad cubana actual se asemeja cada vez más a una mezcolanza de lo peor que ha producido la mente humana en cuanto a tipos de gobierno y hace de este engendro diabólico algo amorfo e indefinible.

Lo que si hay que reconocerle al sátrapa cubano es que, finalmente, pasará a la historia de Cuba aunque sea a su basurero.

Francisco,
La Habana

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Pareciera que el autor de Tres hipótesis sobre una dictadura insistiese en la tesis, totalitaria por demás, de que Cuba es Fidel Castro. Si algo demuestran estos casi 50 años a los politólogos profesionales es que no importan cuán ranqueados puedan estar en los sistemas tradicionales de conocimientos, sus aseveraciones siempre han chocado contra el caparazón de la historia.

Si las dictaduras no desafiasen la lógica política, no fuesen dictaduras sino gobiernos regulares. Es por eso que los mejores testimoniantes de estos períodos históricos nunca han sido los académicos, sino, como lo ha mencionado más de una vez Mario Vargas Llosa, los escritores, aunque pudiera hablarse de la comunidad artística en su conjunto. Me pregunto si no sería más productivo parar de tumbar a Fidel Castro en las páginas de los periódicos y comenzar a pensar a largo plazo, garantizando que los cubanos salgamos de este terremoto histórico con más capacidad previsora que con deseos de venganza.

Ricardo Fronesis,
La Habana

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Cómo explica el presidente de Venezuela que el gobierno de Cuba considere traidores y desertores a los peloteros cubanos que deciden jugar en las Grandes Ligas. Hace poco veía un vídeo en el que Chávez recibía cordialmente a una verdadera gloria del béisbol venezolano y ganador del premio Cy young, al mejor pitcher de la pasada temporada de Grandes Ligas, me refiero obviamente al estelar Johan Santana. Que sana envidia. Pensé entonces: ¿qué opina Chávez acerca de lo que piensa su hermano Fidel en relación con los cubanos (Liván, Contreras, El Duque, etc.) que son exactamente iguales a Santana, es decir, atletas cuyo sueño es representar a su país en el mejor béisbol del mundo? Porque aunque juega por Minnesota, Santana representa igualmente a Venezuela en cada actuación. Lo mismo pasa con Liván, Contreras y Kendry.

¿Veremos algún día a Fidel Castro recibir a Liván después de una gran campaña? Los jugadores latinos son recibidos como verdaderos héroes en sus países de origen, son ídolos de masas, pero en Cuba no. ¿Cómo es posible?, le preguntaría al señor presidente de Venezuela.

Alfredo Moleiro

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Una vez más los lectores somos testigos de las ya acostumbradas estadísticas con por cientos y cifras dadas por una comisión oficial. En este caso me refiero al pronóstico de crecimiento económico revelado por la CEPAL. Desafortunadamente, estas cifras parecen no revelar la verdad que se oculta en su trasfondo social, político y económico, manipulado o no. Soy, al igual que muchos de los lectores aquí, testigo de la realidad cubana, y aunque la economía cubana creció un 6% con un PIB del 5% (quien puede probar lo contrario) de nada le vale si su pueblo se haya sumido en la más horrible miseria, con apenas horas de electricidad diaria y el ya acostumbrado 0% de libertad con el 100% de represión (estas cifras sí son reales). La CEPAL debería medir el crecimiento económico en cada hogar cubano para corroborar si estas cifras tienen un fundamento válido. Por mi parte, conozco la verdad cubana. Habría que pedirles a los pueblos del resto de los países latinoamericanos aquí mencionados si en sus casos las cifras representan su realidad.

Yuri Martínez

Referencias
La CEPAL pronostica un crecimiento del 5% en la economía de la Isla este año
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Tan sólo un comentario en relación con la opinión expuesta por el lector Arcadio Ruiz que dijo: "Es lamentable que una revista como Encuentro…". Me parece que gracias a la ejemplar muestra de diversidad en los trabajos que se publican en esta revista, muchos podemos fomentar nuestra educación y enriquecer conocimientos.

El artículo que el señor Ruiz denomina "banal y erróneo" lo es, según su opinión, que dicho sea de paso, yo la comparto hasta cierto punto. Sin embargo, verter opiniones sobre trabajos como estos, que suscitan la controversia y estimulan nuestro espíritu de crítica, nos favorece a todos. Este tipo de artículo nos obliga a investigar para verificar la veracidad de la información y nos abre un espacio para hacer lo que siempre se nos ha negado en la Isla después que "llegó el Comandante y mandó a parar". Y eso es poder discutir libre y respetuosamente sobre la visión que tenemos de las cosas. Felicito a Encuentro por continuar creando este espacio.

Roberto,
Canadá

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Diálogo versus confrontación (I)
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El autor del artículo Diálogo versus confrontación (I) debe actualizar sus datos históricos y su visión sobre la política de Estados Unidos hacia Cuba. Su análisis de esta situación es obsoleta, pues no considera informaciones reveladas recientemente al respecto. Fuentes confiables han revelado que años antes que Castro tomara el poder, en una carta a Celia Sánchez, claramente enuncia que su misión en la vida es la de combatir a Estados Unidos.  La negación del presidente Dwight D. Eisenhower a recibirlo fue sólo un hecho protocolar de Estados Unidos, ya que Castro no era en aquel entonces un representante oficial del gobierno. Castro sabía mucho antes de su llegada a Estados Unidos que no iba a ser recibido por el presidente sino por el vicepresidente Richard Nixon. Este escuchó los pedidos de Castro y después del encuentro, que se vio en los noticieros fue amistoso y cordial, fue que Castro montó el show con la prensa. Todo eso fue calculado por Castro para iniciar su "misión en la vida" de combatir a Estados Unidos, hostilidades que lo han mantenido en el poder hasta ahora.

También el autor desinforma al culpar a Estados Unidos de las acciones de Castro contra la disidencia. Hacer este tipo de comentario podría tildarse de infantil si no fuera tan nocivo para la causa de la liberación de Cuba. La política de Estados Unidos hacia Castro es la única a tomar dado que en tres ocasiones Castro se ha negado a iniciar conversaciones diplomáticas para llegar a un acuerdo entre los dos países. Sin mencionar las peticiones y firmas dentro de Cuba y las peticiones de la Unión Europea. El autor critica sin proponer nada nuevo que pueda aliviar el problema. El artículo no va más allá de la siempre culpa del imperialismo de lo que pasa en el resto del mundo. Esto es exactamente lo que le conviene al tirano para sacar de la ecuación a la disidencia interna y a la oposición externa.

Es lamentable que una revista como Encuentro, que siempre presenta artículos interesantes sobre Cuba, publique un artículo tan banal y erróneo como este.

Arcadio Ruiz Castellano

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