El autor del artículo El problema equivocado comienza recitando un credo sobre el respeto y la tolerancia al criterio ajeno, hace un Énfasis exacerbado sobre la discrepancia con la tesitura del texto Sin fuegos ni liquidaciones, de Arturo López-Levy, y se declara defensor a ultranza del derecho de opinión. Estas explícitas muestras de aclaración de principios no pasan inadvertidas. Creo son una muestra del nivel donde se encuentra el debate de la problemática cubana.
Eugenio Yáñez comienza a rebatir el artículo de Levy, perdiendo la esencia y el sentido, o desvirtuando la tesis de este autor. Creo que la extrema derecha cubana, si ha determinado en gran parte la política exterior norteamericana hacia Cuba, y si no ha logrado librarse de un "dictador tercermundista", no ha sido por su falta de poder o de intenciones. El poder, mal empleado o irracionalmente conducido, por una parte, y la subestimación del "tirano tercermundista", por otra, quizás expliquen mejor las causas del fracaso de la política de 45 años.
Sobre el tema de las propiedades, el señor Yáñez, sin aportar solución alguna, invalida la postura de Levy. El presente nos indica que una futura República de Cuba con características similares al actual escenario miamense sería nefasta para la cívica y la ética social de una nación.
Es irritante que Yáñez plantee que denunciar la responsabilidad batistiana en el embargo actual sea "condonar el discurso oficialista castrista". Seguimos los cubanos secuestrados por la paranoia contraproducente al pensamiento. Sugiero al autor no delegar al futuro cuestiones de importancia que precisan una discusión a priori.
Alexis Figueredo,
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