A estas alturas de su vida a la señora Alonso se le pueden disculpar algunas imprecisiones como esa de los "sistemáticos intentos de otros países por quedarse con destacados profesionales cubanos de las artes". Lo imperdonable es que Pedro Simón y toda la comparsa que rodea a la diva, no se tomen el trabajo de aclararle de que no se trata de una conspiración internacional judeo-masónica, sino que algo extraño debe ocurrir en aquella isla, que sus ciudadanos quieren abandonarla en la primera oportunidad y con cualquier medio.
Por cierto, no solamente son los artistas los que supuestamente son robados por esos países maléficos, también hay deportistas, obreros, estudiantes, malabaristas, domadores de fieras, diletantes, miembros del Partido y un largo etcétera.
Manuel Bu Domínguez,
Viena
|