www.cubaencuentro.com Viernes, 04 de abril de 2003

 
  Parte 1/2
 
Guitarras nostálgicas
En 'Mambo Sinuendo', Ry Cooder continúa explotando nuestro filón sonoro. Esta vez junto a Manuel Galbán.
por ENRIQUE COLLAZO, Madrid
 

Ry Cooder continúa explotando el rico filón que le ha proporcionado conectar con una pléyade de veteranos músicos cubanos. Ahora le llegó el turno a Manuel Galbán, un genuino estilista de la guitarra eléctrica. La ejecuta con asombrosa sutileza desde los años 60, en que se
Mambo Sinuendo
convirtiera en el acompañante del grupo vocal Los Zafiros. Galbán es, además, integrante del staff del Buenavista Social Club (B.V.S.C.), a partir de su participación en el disco de Ibrahim Ferrer en 1998, así como de La Vieja Trova Santiaguera, con la que ha grabado varios compactos.

Con respecto a Cooder, vale apuntar que posiblemente sea el mejor guitarrista de blues de su generación, y un maestro de la slide guitar. Ha hecho mucha música a lo largo de varias décadas, destacando sus composiciones de rock, dixieland-jazz y bandas sonoras para películas; sus colaboraciones con los directores Walter Hill y Win Wenders son bien notorias. Sin embargo, es en la modalidad de "músicas del mundo" donde ha destacado últimamente, debido a sus colaboraciones con artistas muy diversos, procedentes de Mali, Japón, Hawai, la India y, por supuesto, Cuba. Al lado de Galbán, Cooder ha descubierto la rica tradición de la música criolla, que como se encargan de investigar algunos eruditos, ha estado presente en los orígenes del jazz en New Orleans desde finales del siglo XIX. A pesar de la cortina de bagazo levantada entre ambas culturas, basta con que se produzca una reunión de músicos virtuosos para constatar que ambos lenguajes musicales tienen un patrón rítmico común.

Mambo Sinuendo destila nostalgia y añoranza de punta a cabo. Apenas ante la portada —un clásico "cola 'e pato" de la época (Cadillac Fleetwood de 1959)—, se comienza a intuir una onda totalmente retro, lo cual se hace patente con el diseño gráfico de la placa. El mismo retrata el vetusto estudio de la EGREM, del cual, a pesar de su lamentable estado, Cooder parece que continúa enamorado.

Toda la música ejecutada en el compacto recrea la atmósfera de los 50 y principios de los 60, cuando las corrientes populares de ambas orillas del estrecho de la Florida parecía que se besaban bajo el santo y seña de ritmos como el jazz, el rock and roll, el mambo y el cha-cha-chá. Compositores como Henry Mancini y grupos como The Platters, Herb Alpert y sus Tijuana Brass en los Estados Unidos, y Los Zafiros en Cuba, fueron exponentes de este toma y daca musical. Para intentar reproducir tal ambiente se articuló un ensemble formado básicamente por Cachaíto en el contrabajo, Miguel Angá Díaz en las tumbadoras, Joachim Cooder y Jim Keltner en la percusión —en 4 de los surcos intervienen ambos como bateristas—, además de los maestros Cooder y Galbán.

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