Llegaron tranquilos, confiados en que Santo Domingo no era Guadalajara, que un rosario de alabanzas les daría la bienvenida. Posiblemente alentados por las informaciones que con anterioridad les hizo llegar Omar Córdova, el embajador de La Habana en esta ciudad y antiguo funcionario de cuando los buenos tiempos del Departamento América. Nunca imaginaron que a pesar de las

Roberto Fernández Retamar.

democracias imperfectas, de las corrupciones del poder y de los vaivenes cotidianos, el dominicano ha aprendido a hacer uso de su libertad y blande —por inestable que sea— la democracia que le otorga derechos mediatizados pero, al fin y al cabo, derechos.

La VI Feria Internacional del Libro de Santo Domingo tiene a Cuba como invitado de honor. Si el secretario de Estado de Cultura, Tony Raful, se hubiera imaginado en abril de 2002 las posibles consecuencias que arrastraba invitar a Cuba a un evento así, de seguro hubiera desistido, pero en el entusiasmo ilusorio de que aquella isla es un país, la nombraron honorífica invitada y ahora aterrizó en Santo Domingo —con el lastre de tres fusilados y otros 78 cubanos bajo prisión— una delegación que trae como punteros al vicepresidente José Ramón Fernández, al director de la Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar, y al historiador de La Habana, Eusebio Leal.

Diálogo imposible

A las once de la mañana del pasado viernes 25 de abril, la delegación cubana invitada a la VI Feria Internacional del Libro de Santo Domingo convocó a una rueda de prensa presidida por José Ramón Fernández.

En el lobby del edificio central del recinto ferial, la mesa fue ocupada por El Gallego Fernández, Roberto Fernández Retamar, Eusebio Leal y Omar Córdova. En tanto, el escritor dominicano Andrés L. Mateo, subsecretario de Cultura, y el teatrista Giovanni Cruz, también subsecretario de Cultura, representaron a los anfitriones.

La sala se llenó de periodistas de los órganos de prensa dominicanos y algunos corresponsales extranjeros. La rueda de prensa comenzó "al duro y sin guantes", con una pregunta dirigida a Fernández: "¿Qué representa para usted que un país como República Dominicana invite a Cuba en un momento en que grandes intelectuales del mundo están en contra de Fidel Castro?".

Ese fue el debut, lanzado por un periodista del matutino nacional El Caribe. En lo adelante, una lluvia de preguntas directas, de intencionado ataque frontal, llenaron la hora que duró aquel encuentro.

Fernández, único contestador de esa rueda, sólo respondió tres preguntas a los periodistas que lo cuestionaban sin el menor cuidado. Y fueron —coincidentemente— las tres que abordaban los logros de la salud y la educación en Cuba, la resistencia cubana al bloqueo de Estados Unidos, y la cooperación de Cuba con República Dominicana en asuntos de estudios superiores y cosas así. Lo demás fue una batalla entre demandas de la prensa y el silencio del funcionario de la Isla.