www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
   
 
La historia como ficción arquitectónica
La obra de Carlos Garaicoa se caracteriza por reconstruir el pasado desde su relación con el espacio urbano.
por DENNYS MATOS, Madrid
 

La tematización de la historia a través de la ficción arquitectónica ha sido siempre una de las constantes en la obra de Carlos Garaicoa. Éste establece vasos comunicantes entre arquitectura e historia, las cuales, llevadas a un plano de representación ficcional, diluyen el límite existente entre sus respectivos saberes. De este modo, se crea un discurso que hace ver la
Carlos Garaicoa
Sloppy Joe's. Bar 2 (Carlos Garaicoa).
historia como un elemento polisémico en la reconstrucción (ficticia) de un espacio arquitectónico.

Son varias las historias que constituyen y hacen posible y trascendente una construcción o un monumento, pero sólo una se escribe, sólo una documenta y se establece. El resto está en las paredes, agazapa en los olores y el aire que le rodea, en la memoria y el recuerdo de varias generaciones, sedimento del imaginario popular. El contraste entre un pasado esplendoroso y una decadencia presente es, por sí mismo, la manifestación de todo un mundo. Garaicoa monumentaliza el documento sobre ese proceso, descubriendo la capacidad que tiene cierta arquitectura para hacer hablar y tautologizar la poesía que gravita en sus dimensiones espacio-temporales. Se trata de una producción de metáforas susceptibles de constituir e instituirse en una historia otra. La ficción arquitectónica sobre la objetividad física del monumento produce un documento que luego engrosará la historia (real) del primero. Y todo ello abriéndose a otras percepciones, posibles gracias a la ambigüedad poética establecida por el elemento de ficción, que busca trascender la realidad histórica inmanente a la cual se está refiriendo, aun cuando ha pasado a ser parte integrante de ella.

Es una de las ideas que articula tras su Cualquier sitio puede ser un buen sitio para vivir (1999), combinación de fotografías y dibujos que recoge ruinas situadas en varias ciudades del mundo. Ruinas de edificios, casas y otras construcciones desvastadas no se sabe bien en cuáles circunstancias, cuyo denominador común tal vez fuera el hecho de haber sido huellas o moradas de alguna actividad humana de la que, en su lento y silencioso fenecimiento urbano, jamás se tendrá noticias. El propio Garaicoa, en las palabras introductorias al catálogo de su proyecto Continuidad de una arquitectura ajena, presentado en la XI edición de Documenta de Kassel (2002), reflexiona en torno a estas particularidades de su obra: "La concepción de la historia como un elemento ficticio y la reconstrucción de ésta teniendo en cuenta sus implicaciones con relación al espacio urbano, han sido muchos de los presupuestos sobre los que he trabajado".

En su proyecto Continuidad…, el artista, partiendo del simbolismo poético que rodea la concepción y la realización plástica de su obra, acude a imágenes más realistas, que en un primer momento pueden resultar menos identificadas con la ficción arquitectónica. Efecto dado por el hecho de que, en esta oportunidad, el objeto sobre el cual se reflexiona es la arquitectura del período revolucionario. Este objeto es la Microbrigada, es decir, una historia y una arquitectura recientes, teñidas con las contingencias de la actualidad. Una arquitectura (y un urbanismo) tan complicados y contradictorios en sus presupuestos como el mismo proceso revolucionario. Una arquitectura que, sin llegar a ser histórica, digamos que por la relevancia socio-cultural de sus valores intrínsecos —puesto que fue "abortada"— se constituye en pasado sin haber tenido nunca un presente objetivo. Las imágenes, presentes en Rivoli, o el lugar de donde mana la sangre, de una arquitectura señorial en La Habana de finales del siglo XIX y principio del XX —que a veces adquiere el carácter de identidad arquitectónica nacional—, dan paso en el proyecto Continuidad… a las imágenes de Microbrigadas. Construcciones abandonadas tras el colapso socio-económico revolucionario y que difícilmente vuelvan a retomarse, porque sus figuras encarnan los enunciados político-ideológicos, ahora en franca crisis, que una vez las concibieron.

En su más reciente exposición personal, Lecciones de historia (2003), celebrada en la galería de Casa América en Madrid, Garaicoa vuelve al matiz de sus obras anteriores, donde actuaba como un "arquitecto" que reinventa la ciudad desde los "fragmentos de ruinas que encontraba a mi paso por La Habana". Esta exposición se compone de las instalaciones Sloppy Joe's Bar Dream (1995), Lecciones de historia (1993), Las tres esquinas (2003) y fotografías.

La primera instalación puede verse como una mirada a la vida de los bares y locales nocturnos en La Habana prerrevolucionaria. Una vieja victrola, rodeada de numerosas fotografías de la época, nos sumerge en un mundo que se hace mítico, rodeado de encanto y misterio. Un mundo que la historiografía revolucionaria ha ignorado y despreciado, y al que siempre se ha acercado con un manto de instrumentalización ideológica y partidista, demonizando su herencia socio-cultural. El resto de la exposición se vuelve sobre diversos objetos, figuras y construcciones que nos hablan de la pobreza y la riqueza, del sentimiento poético y de una impotencia sorda, de la depauperación y la maravilla, de generaciones sacrificadas y edificaciones ruinosas en una ciudad aislada de la historia.

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