www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
 
 
Y si vuelvo mañana
Una mirada a 'De nube en nube', las crónicas de Luis Rogelio Nogueras recientemente publicadas por Ediciones La Memoria.
por RAúL RIVERO, La Habana
 

Es verdad que faltaban los artículos periodísticos de Luis Rogelio Nogueras. El periodismo es siempre lo último que se rescata de un naufragio.

De un galeón desguasado en el fondo del mar lo más importante son las monedas y las joyas macizas, los collares de perlas, los anillos y las piedras preciosas.

Sólo al final se traen a la superficie los relojes inermes, paralizados, con las maquinarias expuestas como para una cirugía a corazón abierto.

El periodismo, como lo hizo y lo entendió Nogueras, tiene una hermandad con los relojes.

La poesía, la novela, el ensayo, el cine, la pintura, todos esos otros aparatos —en su pureza— se proponen trascender las manecillas, recatadas y tímidas a las doce en punto, y débiles a las diez y diez.

De este hombre, uno de los más importantes autores cubanos del siglo XX, se conoce bastante su trabajo como poeta y novelista, su pasión por el cine y su cercanía con todo asunto que provocara su talento múltiple.

Pero, en efecto, las notas sobre libros, las crónicas de viaje, sus observaciones de sitios que visitó y personas que conoció, vienen a dar un retrato de mayor definición.

Lo primero que puede verse con facilidad en estos documentos, publicados con rigor y cariño por Ediciones La Memoria, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, es la categoría de la prosa.

Eso quiere decir que el tema se aborda con curiosidad diferente. Por encima del interés del profesional de informar o dar una opinión. Estas indagaciones van hacia factores humanos, puntos donde se pueda instalar un observatorio para saber del individuo.

Esa visión aparece en casi todas las notas recogidas en el libro. Quiero detenerme en la que escribió sobre el poeta húngaro Mihaly Babits.

Están todos los datos del festival que lo llevó a un pequeño pueblo de aquel país donde se celebraba una reunión de poetas o algo así. Está —de cortalazo— Eliseo Diego, compañero de viaje, pero el cronista se detiene en los ojos de un retrato del artista muerto.

Un pastel, escribe Nogueras, desde donde el poeta mira a los turistas con tristes ojos mansos y esa mirada es dolida, azorada y embargada de piedad.

De nube en nube —es el título del libro— enseña también todo el fragor del ingenio y el sentido del humor de Nogueras, y la manera coherente y lúcida de utilizar, en textos destinados a publicaciones no especializadas, una cultura ancha y organizada.

Es bueno tener a mano esas crónicas hondas y hermosas. Es bueno tener el libro porque sus amigos Virgen Gutiérrez, Silvio Rodríguez, Víctor Casaus y Guillermo Rodríguez Rivera, en textos testimoniales o de análisis, muestran nuevos elementos de la vida de Wichy y de su tiempo entre nosotros.

Es verdad que faltaba este Nogueras, pero nada va a hacer que olvidemos esa relación incestuosa que lo trae a la memoria todos los días como el amigo, el amante, el señor y el hermano de la poesía.

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