Defender al Gobierno cubano se ha ido convirtiendo en un acto intelectualmente heroico, casi titánico. A veces asombran las calistenias mentales de quienes buscan el hueco por donde colar un argumento que los deslinde de los críticos reconocidos de La Habana.

El escritor Gianni Miná, asiduo de Fidel Castro.

El último número de la versión de Le Monde Diplomatique que se publica en Santiago de Chile, es un excelente muestrario de ese accionar resbaloso, inasible en muchos sentidos y generalmente de espaldas a la realidad. Tres páginas completas, de igual número de articulistas, dedica a Cuba el mensuario.

Desde el título, el texto de Maurice Lemoine (América Latina, Cuba y la democracia) ya viene anunciando cual será su rumbo: restar importancia, desleír lo que en la Isla sucede frente a la política de Estados Unidos y la situación del subcontinente. Claro que los resbalones suelen ser evidentes y hasta aparatosos: "Quien adhiera a los principios democráticos —escribe Lemoine— no puede permanecer indiferente a la severidad de las penas contra los opositores cubanos". De acuerdo con este caballero, el dilema no reside en el hecho mismo de enjuiciar y condenar a quienes vivían en la más absoluta ilegalidad, sino en la "severidad de las penas". Así, podría el lector inferir que en vez de 28 años de cárcel, como se le adjudicó a uno de los disidentes, la cifra no debió superar el cuarto de siglo.

Al parecer hace bastante tiempo que este redactor no visita la Isla, pues, al hablar y poner en cifras la pobreza latinoamericana, estipula que ésta es la mayor violación de los derechos humanos en regímenes democráticos al estilo estadounidense. ¿Será que Cuba ya es rica, que no padece la inmensa mayoría de los problemas latinoamericanos y hasta muchos extras, salidos de la estulticia económica de la autoridad isleña?

Aunque a Lemoine no le parecen correctas las decisiones de abril pasado, a él —asegura— no lo harán bailar al ritmo yanqui, y pasa a citar a Daniel Fisk, subsecretario de Estado Asistente para Cuba y América Central: "Estas ejecuciones revelan la naturaleza del régimen tiránico y de los tribunales arbitrarios que caracterizan a Cuba". Si esto no es cierto, entonces habría que preguntarse a qué ritmo baila Lemoine, cuál música escucha.

Lo que desde el comienzo mismo venía trastabillando, alcanza su apogeo al suscribir junto al canciller cubano que Estados Unidos está obsesionado por fabricar una quinta columna en Cuba que responda a sus intereses, con "una clara visión anexionista". No se percata Lemoine que el patético canciller le atribuye a Washington objetivos que éste no tiene, y que desde finales del siglo XIX las anexiones desaparecieron como política estructural de Estados Unidos. Pero además, quién osaría anexarse el desastre económico y de toda índole que es hoy Cuba.