www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Cuerdas libres
De profesión guitarrista clásico, el artista cubano Arturo Fuerte recuerda su drama para escapar de la Isla y la realización de su carrera en ámbitos alejados de la censura.
por GABRIEL SALVIA, Buenos Aires
 

El músico Arturo Fuerte estudió guitarra clásica en Cuba y se graduó en 1978. Reconoce que dedicaba a este instrumento el día entero, por lo poco que tenía para hacer en su país, aunque a veces se encontraba con la dificultad de la falta de cuerdas. En la Isla fue un joven rebelde, que escuchaba a Los Beatles, cuya música el régimen de Fidel Castro calificaba de "diversionismo ideológico". Además, tocaba temas de Led Zeppelín y Deep Purple.

Arturo Fuerte

Fue detenido en una ocasión, una medianoche de un 31 de diciembre, tras continuar tocando su música cuando debía entonar el Himno Nacional. Este guitarrista clásico, cuya música recibió los elogios del célebre Al Di Meola, afirma que siempre tuvo claras sus intenciones de irse de Cuba, porque la libertad de expresión es allí inexistente.

¿Cuándo decidiste irte de Cuba?

Desde que era estudiante tuve muy claro que tenía que irme, porque tengo un carácter bastante rebelde y añoraba la libertad, añoraba hablar con una libertad completa —como estamos haciendo ahora— en la que pudiera decir lo que quería, lo que sentía en realidad, y en Cuba no se podía. Allí la libertad de expresión es completamente nula. Estuve preso una vez, 18 horas, en la Seguridad del Estado de Cuba, y estaba loco por irme con sólo 16 años.

Y, después de eso, pude seguir estudiando, pero siempre tuve muy claro que me iba a ir. Y me fui. Se dio una oportunidad en la embajada de Perú, que fue el primer rumbo que tomé, pero me vino bien. Fue muy fuerte, fueron casi 14 días, sin comer, con mi hija de 2 años. La historia de la embajada de Perú no fue sangrienta, porque no hubo mucho derramamiento de sangre, pero fue sanguinaria y muy carente de todos los derechos que tiene un ser humano.

De ahí, fui 20 días a mi casa y pasé los peores días de mi vida en Cuba con los actos de repudio. Lo más lindo del caso es que ahora regresas y todo el que te hizo estos repudios está en Estados Unidos. Esos actos son una de las cosas más bajas que pueden existir en un gobierno.

Una de las cosas principales de mi vida fueron los momentos en los que decidí: me voy a ir a la mierda, y me fui.

Siempre los inicios tienen sus dificultades y premios…

Cuando llegué acá, como dije, nací. Nací en el año 1980, tengo ahora 20 años de nacido, porque descubres que todo lo que te han dicho durante años y lo que te han dicho toda tu vida es mentira, que no existe nada de eso. Al quinto año de vivir en Estados Unidos todavía tenía miedo de conversar, porque tienes miedo del que está al lado tuyo.

Es decir, toma muchos años saber que estás en libertad, que no hay represión, que puedes decir lo que te dé la gana, y si no le gusta al de al lado, pues está bien.

Y los principios son los de un exiliado. Trabajé hasta de camarero y en la construcción, y lo digo con mucha honra: si no seguí en eso era porque tenía muy decidido lo quería hacer en mi vida: tocar la guitarra. Y creo que esa decisión me ha llevado a tener el éxito que tengo en estos momentos.

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