www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
La visa de la discordia
¿Quién yerra más? Las apuestas por conseguir más errores logran contagiar a los Grammy Latinos.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

Lo peor que podría sucederle a la cultura y a la democracia es que en Estados Unidos hubiese que camuflar un disco de Los Van Van entre uno de Frank Sinatra, o escuchar a Ibrahim Ferrer bajito, para que el vecino no le etiquete a priori. Tal y como van las cosas, lejos de dar lecciones de tolerancia, pluralidad y sentido común, el Departamento de Estado y un grupo persistente del exilio cubano lograrán que la política de ese país hacia Cuba sea cada vez más parecida a la de Castro hacia Norteamérica y hacia su propio pueblo.

Manifestación
Grupo opositor Vigilia Mambisa: 'La nominación de músicos castristas es darle la razón a Castro'.

Acaban de celebrarse los Grammy Latinos en Miami, ciudad que, por la concentración de talentos iberoamericanos y el desarrollo de su industria musical, obviamente merecía la sede. Y si las anteriores cancelaciones en Miami —para evitar todo tipo de conflictos con la comunidad cubana— representaron una derrota para cualquier conducta civilizada, esta celebración sin los cubanos de la Isla ha sido el mismo fracaso, pero multiplicado por diez.

Aunque parezca que no, el rostro radical de una parte —por suerte cada vez más minoritaria— del exilio cubano termina por imprimir a las justificadas demandas de los demócratas un rancio matiz de terquedad e intransigencia, muy parecido al de su tradicional oponente totalitario.

Las declaraciones al diario El Nuevo Herald de Jorge Mas Santos, titular de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), han servido esta última semana al periódico español El Mundo para, entre ironías, cuestionarse el denominado "cambio" de la comunidad cubana. "Por demasiado tiempo esta ciudad ha llevado el peso de ser considerada una comunidad intolerante —ha dicho el presidente de la FNCA—, cuando es una comunidad que representa la libertad y la libre expresión. La gala de los Grammy significa el renacer de su imagen". El matutino ibérico ha llegado a la conclusión de que "la realidad no parece tan encantadora".

Pero más allá de presuntas o verdaderas transformaciones en los ámbitos cubanos de la diáspora, deben tenerse en cuenta algunos aspectos de orden ético, y hasta pragmático. Es un contrasentido que una ciudad o un gobierno nieguen la entrada a un profesional sin antecedentes terroristas, que asiste a un evento para el que ha sido nominado por una institución académica. Ni Estados Unidos ni Cuba, y en ambos casos hay ejemplos de sobra. El gobierno de la Isla ha negado tradicionalmente el permiso de entrada a cubanos y extranjeros críticos con el régimen. El caso más reciente: después de vetar la visita al país de varios senadores chilenos, ahora exige a Chile que autorice la entrada de funcionarios del PCC para asistir a los actos conmemorativos por la muerte de Salvador Allende. En cuanto a los Grammy, la denegación norteamericana pudiera interpretarse también —en el país de las grandes libertades— como una muestra deplorable de censura solapada, porque, a fin de cuentas, nadie le impide legalmente a LARAS nominar discos cubanos.

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