A pesar de haber militado en varios proyectos musicales, Dale mambo (2003) es el primer disco de Julio Fowler como solista. En un intento por enriquecer con su acento la sonoridad de la nueva música cubana, este autor fusiona sin prejuicio alguno el groove, el son, el pop y hasta elementos del hip-hop, creando una sonoridad de pinceladas coloristas que habla de los nuevos rumbos tomados por las creaciones de esta generación de músicos.
Dale mambo es una obra cuyo contenido, tanto en lo musical como en lo textual, se desembaraza cada vez más de "lo nacional" (entendido dentro de los estrechos marcos de la nación neocultural, como sello de legitimidad), para adentrarse decididamente en el lenguaje y las formas internacionales.
¿Consideras que este disco se enmarca dentro de lo que se conoce como "pop con raíces"?
Creo que sí, justamente el tiempo que ha pasado nos ha dado un margen para reflexionar sobre lo que hemos hecho. Durante este tiempo en que buscábamos una discográfica, lo ha escuchado mucha gente. Es curioso, porque la mayoría coincidía en decir que el trabajo tenía groove. Yo sabía más o menos que cosa era el groove, pero todavía no captaba bien a que se estaban refiriendo, porque estaban haciendo una audición muy anglosajona.
Era una especie de interpretación muy anglosajona, muy americana del producto. Para nosotros estaba claro el poseer esas influencias, pero también estábamos conscientes de que tenía elementos cubanos. Estábamos claros de que teníamos que ver con esa variedad del rhythm and blue, al estilo, por ejemplo, de D'Angelo y otros artistas norteamericanos.
Es un ritmo con melodías y una cadencia muy repetitiva y me dije: "bueno esto es lo que más se parece al son con groove". No obstante, el disco se mueve también en los terrenos del dance, pero se hace evidente que lo que define al disco es el son con groove. Cuando digo son, recojo en ello no sólo este género, sino que aglutino toda la variedad de ritmos cubanos, como pueden ser el cha cha chá, el guaguancó y otros más, porque es el sincretismo de la música cubana con todas las influencias.
¿Fuiste siempre consciente del rumbo sonoro que iba tomando el disco o fue una idea que después se impuso?
A este concepto llegamos por inducción. Es decir, sabía las influencias que gravitaban sobre mi música y de las que, como cualquier otro músico o artista, me alimento para crear. Una parte de ellas tiene que ver con el pop o con la música anglosajona, y otra, claramente con la música cubana y latina. Algo que he constatado con los músicos.
Consciente de esta dualidad, pensé que mi proyecto debía ser pop, un término bien internacional, con raíces, y tiene que ir por ahí. Cuando empezamos a trabajar en el disco, hace más de un año, los productores se decantaron por el rhythm and blue, directamente. Sin embargo, noté que me faltaba el sabor cubano, la rumba, la percusión, que eran las formas de sentir esas melodías.
A partir de ese momento comencé a cargar el sonido con los toques cubanos, teniendo en cuenta que al utilizar elementos del hip-hop, por ejemplo, no fueran tan radicales, porque no soy un músico de esa tendencia, aunque le hago guiños. Soy más pop, entre otras cosas, porque vengo de la nueva canción y en otro momento hice música jazz- rock. Pero pensando en un proyecto más comercial, más abierto, esas eran las tendencias que más consciente tenía a la hora de fusionar las diferentes músicas que me interesaban. |
