www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
   
 
El desconocido Pucho
La Cuba secreta: Las exposiciones personales de Alexis Tomás Parra dan cuenta de sus obsesiones en el arte subterráneo de la Isla.
por ROSA ILEANA BOUDET, Santa Mónica
 

El azar me trajo a los grabados de Pucho y su última exposición, titulada de manera escandalosa No te me pongas así mami. Fue en el Taller Experimental de Gráfica, en el Callejón del Chorro, y allí la gente entraba y salía como en un performance, mientras una música muy alta —como en las fiestas populares— anticipaba el acontecimiento.

Llamame
Llámenme (litografía).

Luego supe que detrás de Pucho se escondía Alexis Tomás Parra Sáez —nacido en 1966—, devenido grabador y pintor a través del aprendizaje directo con las piedras y con los maestros: de Aldo Menéndez a Fabelo, de Zaida del Río a Kcho. Y que no era escandaloso como el título de su muestra, sino taciturno y había sido, entre otros oficios, panadero, enfermero y mecánico de turismo.

Y quizás porque el Taller de la Plaza fue en los setenta una de mis catedrales —donde vi trabajar descamisados o con delantales de carniceros a Posse y a Pepe Contino, Roger Aguilar o a Rafael Zarza antes de subir al estudio de César Leal, que pintaba gatos, después de tomarnos un té en El Patio, que entonces no era un destino turístico con tríos eufóricos en medio de la Catedral—, la obra de Pucho, forjada de alguna manera en la riquísima tradición de ese templo, me hace pensar en el arte subterráneo de Cuba.

<i>Cariño mío</i> (litografía).
Cariño mío (litografía).

Ese que en ocasiones se coloca en el mercado internacional pero no le está destinado, interesa a turistas sensibles pero no está marcado por sus designios ni sus gustos, ni por el yute ni el oropel ni la lentejuela ni la baratija de los aeropuertos, es "desaliñado" (término que ha puesto en circulación mi vecino poeta Néstor Díaz de Villegas) y probablemente bárbaro, pero del barbarismo de la Violeta Parra y Derek Walcott, y es improvisatorio, lúdico y auténtico.

Los títulos de las exposiciones personales de Pucho (que ha expuesto desde 1995 en Cuba y otros países) dan cuenta de sus obsesiones. Sobre El reo del barrio, en la galería Servando Cabrera, en el 2000, Tomás Urquiza sentenció: "Esta es la exposición de los que no se han ido, de los que tienen el malecón como frontera, quienes de alguna forma no pasarán de ahí, del muro que nadie puede derrumbar porque está en lo profundo, en la hondura de la nación".

Sin embargo, no hay utilización política de esta condición, el artista no se eleva en un pedestal, sino que la sufre y la vive. Y el mismo Urquiza —ahora en su condición de poeta "aniquilado", Jacinto Muñiz— es quien entiende mejor el mundo de Pucho cuando de socio a socio, de ambia a ambia, "siente/ el llamado misterio/ las utopías que gobiernan las piezas de Puchito".

En un pequeño grabado que cuelga en mi casa: las figuras desvaídas y los tonos recuerdan a Fidelio Ponce, una de ellas mira hacia el mar desde el muro del malecón, el título ¿Viste eso?, pero nadie puede percibir de qué se trata y el espectador debe llenar con angustia y zozobra ese agujero negro.

Broselianda Hernández lo llamó "pintor de siluetas que siempre deben su sentido a la penumbra". Y Raimundo Respall Fina habló de la "nocturnidad" en la obra de Pucho: "Noche que se cierne sobre avenidas transitadas por figuras recortadas por las medias luces de los faroles del alumbrado público. Faroles que se erigen en los derroteros que han de tomar esos seres lacerados por la nostalgia, recortados como sombras chinescas, que remedan las máscaras de la duda y el temor que casi siempre nos acompañan en la odisea interminable de alcanzar el final de un camino que se bifurca entre la luz y la oscuridad".

<i>Ida y vuelta</i> (litografía).
Ida y vuelta (litografía).

Me ha cautivado el empleo del texto en la obra de un autodidacta como Pucho. En 1, 2, 3, Qué paso más chévere —la conga está elíptica y sus siluetas azules no hacen más que continuar el enigma— pero los textos, a manera de collage hablan de Ni de aquí… ni de allá, o una carta escrita con un español chapurreado: "Ojalá que hablar el español con fluidez, ojalá fuera rico y podría telefonear Cuba cada semana para hablar contigo y oír cuentos de la habana y nos amigos"…(sic). En otro grabado de la misma serie —figuras marinas, pescadores desde un bote o el malecón— el letrero dice: "Está de maR en peor. Agua, agua, agua, nadie se puede salvar", como también gritaron Carlos Enríquez y Guillermo Rosales y Raúl Hernández Novás y Raquel Mendieta.

Aun en sus temas patrióticos —con la utilización de los símbolos— el artista no se enmascara, ni se disfraza de otro: las siluetas de sus muchedumbres son anónimos testigos de la comparsa o de la conga y las banderas que ha visto ondear desde la niñez en los actos, desfiles y concentraciones populares se mecen tiernas en su desamparo. Transmiten la misma profunda angustia en la que vive y crea la Cuba secreta.

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