www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 1/3
 
La política del silencio
¿Qué peligro encierra para EE UU la publicación de una ponencia sobre un virus o una bacteria, o la opinión de una personalidad científica cuyo único 'pecado' es residir en Cuba?
por ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
 

El gobierno del presidente George W. Bush acaba de cometer una nueva estupidez al negarle la visa al cantautor cubano Carlos Varela, quien debía presentarse en Miami. No es un hecho aislado. Desde el pasado noviembre, 151 artistas de la Isla —incluido Varela— han recibido una negativa tras su solicitud de una visa norteamericana. Los efectos de esta política discriminatoria no afecta sólo a los artistas. También los científicos de Cuba y Estados Unidos son considerados ahora como sujetos que hay que mantener aislados en sus respectivos laboratorios y centros de estudio, sin permitírsele la posibilidad del intercambio y la confrontación.

Carlos Varela
Cantautor Varela. ¿Qué pesa más, que juegue en ambos bandos o su derecho a presentarse en cualquier escenario?

El Departamento de Estado ha revocado la excepción de 1999, que permitía a los artistas visitar y actuar en Estados Unidos, y ahora les aplica una medida de la era Reagan, que prohíbe la entrada a todo aquel que pueda ser considerado un empleado del gobierno cubano, ya que su labor puede beneficiar a La Habana.

Como en la Isla, el Estado tiene un control absoluto de la economía, casi nadie está a salvo de la regla. No se trata de las ganancias generadas por un concierto. En cumplimiento de las normas que rigen el embargo norteamericano a la Isla, los músicos no reciben ingresos por sus actuaciones. Sin embargo, una gira implica una mayor difusión de sus obras y un aumento en las ventas de sus discos compactos —que desde 1988 se venden legalmente en las tiendas de todo el país, especialmente en Miami.

La lógica de la medida es impedir que el régimen cubano se beneficie de sus artistas y científicos. Un razonamiento esgrimido infatigablemente en la Calle Ocho a lo largo de muchos años. En realidad hay una doble moral en permitir a los agricultores norteamericanos viajar a Cuba para vender sus productos, y al mismo tiempo impedir a los artistas venir a actuar a este país o a los investigadores participar en congresos científicos.

Toda la política hacia Fidel Castro de la administración Bush no es más que un atajo de inconsecuencias, dictada por la conveniencia y envuelta en una retórica que sólo complace a quienes el oído les limita la visión política: normas destinadas a complacer emocionalmente a los que se guían por lo que desde hace años le repiten en la radio de Miami. El gobierno norteamericano actual considera que el exilio es tan inmaduro, políticamente, que basta con mantenerlo alejado de cualquier visitante que pueda disgustarle. El equivalente de regarle caramelos a un niño, con la esperanza de que así impedirá que crezca y se convierta en un ser independiente. El consuelo de un dulce frente a los problemas reales.

Para entender una medida tan desacertada, hay que tener en cuenta que en este año de elecciones presidenciales la administración republicana enfrenta varios retos. No sólo una baja de la popularidad del presidente Bush y una economía en plena recuperación, que avanza sin la necesidad de crear nuevo empleos —una preocupación fundamental de los electores—, sino también la inexistencia hasta el momento de armas de exterminio masivo en Irak, la principal razón esgrimida a la hora de lanzar la guerra.

La Florida es de nuevo vital en estas elecciones. El voto cubanoamericano no sólo cuenta en cada boleta, sino también en las arcas del Partido Republicano (la Florida es el tercer estado en aportes monetarios a las campañas electorales). Los republicanos saben que no es un voto que tienen ganado de antemano. A diferencia de hace cuatro años, cuando la comunidad cubana de Miami le regaló su voto al candidato republicano —impulsada por su frustración por la partida del niño Elián—, ahora los dos contendientes a la presidencia tienen que pulsar en la elección presidencial.

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