En medio de una economía desestabilizada y un clima de campaña electoral, se realizó la VII Feria Internacional del Libro de Santo Domingo —del 22 de abril al 2 de mayo—, que rindió homenaje al poeta chileno Pablo Neruda y tuvo a Puerto Rico como país invitado de honor.
Entre los visitantes estuvo el escritor cubano exiliado Antonio Benítez Rojo, quien el pasado año declinó la invitación porque Cuba —país invitado entonces— protagonizó este evento dominicano con una fuerte y polémica presencia política.
Considerado una de las figuras vivas más importantes de la literatura cubana, Benítez Rojo presentó durante la Feria una nueva edición de su libro de cuentos Paso de los Vientos, que ha sido publicado esta vez por la editorial Plaza Mayor de Puerto Rico.
Participación en espacios televisivos, entrevistas y una conferencia sobre un libro de ensayos que prepara y que insiste en los fenómenos de la cultura caribeña, completaron el calendario que Benítez Rojo —catedrático de Literatura Latinoamericana y del Caribe en el Amherst College de Massachusetts— cumplió durante su estancia en Santo Domingo. También fue presentado al público asistente a la Feria su novela Mujer en traje de batalla (2001), reeditada por el sello Alfaguara.
Durante la presentación de Paso de los Vientos, Benítez Rojo habló sobre su amistad con Reinaldo Arenas, quien escribiera la primera reseña sobre su libro El escudo de hojas secas,publicado en la Isla en 1968. Confesó asimismo su deuda con el narrador cubano Virgilio Piñera, a quien calificó de "maestro del humor y del absurdo", además de señalar que "algo de su estilo" hubo en sus primeros libros de cuentos.
Sin embargo, el escritor —residente en Estados Unidos desde 1980— reconoció que fue Julio Cortázar su más próxima influencia y contó un sueño recurrente que tenía con el escritor argentino, quien se le aparecía exigiéndole que terminara un libro que le había mostrado cuando este estaba enfermo de pulmonía.
Benítez Rojo recordó que en medio de la madrugada se levantaba a buscar en las gavetas de su casa los manuscritos de ese libro inexistente. "Esos sueños los tomé bifurcadamente —dijo el escritor—, por una parte confié en que era el espíritu de Julio visitándome, por otra, que era mi subconsciente exigiéndome a través de la evocación de Julio, que debía escribir este libro en el que ahora estoy trabajando".
Más que continuación de su monumental ensayo La Isla que se repite, que explora bajo la teoría del caos la transculturación en una región que sitúa al Caribe como madre del Atlántico, su nuevo libro (aún en proceso) parte de aceptar la "red de conexiones" para entender cómo las primeras novelas abolicionistas, desde 1688, fueron escritas por mujeres vinculadas de un modo u otro a países con un régimen de plantación y, por ende, esclavistas; o por autoras que vivían en metrópolis con colonias esclavistas.
El libro, que transita por la novela Sab de Gertrudis Gómez de Avellaneda, promete ser otra obra fundamental en los estudios que exploran la cultura caribeña, como lo ha sido La Isla que se repite, editado en 1998 y con numerosas reediciones, sobre todo en inglés. A partir de negociaciones nacidas en el marco de esta Feria, el volumen pudiera ser publicado este año nuevamente en español para satisfacer a un mercado caribeño hispanoparlante que lo busca por su trascendencia para el entendimiento de la región, así como por su importancia en los estudios superiores sobre el tema.
Una moderada asistencia de escritores puertorriqueños y la presencia del argentino Tomás Eloy Martínez completaron la oferta de la VII Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, en la que la crisis económica que afecta a República Dominicana desde inicios del pasado año y la preponderancia de una fuerte campaña electoral que llevará a las urnas a los dominicanos para elegir un nuevo presidente, el próximo 16 de mayo, conspiraron contra sus buenos resultados. |
