www.cubaencuentro.com Miércoles, 08 de septiembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
Una manera llamada 'filin'
¿Género en sí mismo, o una sutil corriente musical que mezcló elementos de la trova tradicional con influencias norteamericanas?
por TONY ÉVORA, Valencia
 

Hacia 1948 comenzó a brotar en el cancionero romántico cubano la modalidad "filin" (del inglés feeling, sentimiento), un tipo de bolero libre de las estructuras tradicionales. Por aquella época no sólo flotaban muchos términos ingleses en el habla habanera debido a la obvia penetración comercial estadounidense, sino que también había infinidad de músicos jóvenes escuchando jazz y blues.

C. Portillo
Compositor César Portillo de la Luz.

Para la mayor parte de ellos, el término filin significó, ante todo, una manera de pensar y hacer música, de cantar y tocar la guitarra. Pero la falta de divulgación y de una crítica consecuente impidió que en su momento el movimiento tuviera un cuerpo teórico de ideas o de análisis del fenómeno.

De ahí que todo lo que se ha teorizado sobre el filin se haya hecho a posteriori, y eso ha enturbiado a menudo la visión. Sus iniciadores no se propusieron romper con nada, no fueron a fundar escuela ni buscar teoría. Eran en su mayoría gente humilde y talentosa, obreros, desempleados o artesanos, mezclados con algún que otro profesional, pero gente de pueblo que quería hacer música de una manera diferente.

El filin se apoya armónicamente en las disonancias complementarias de la tónica, en las agregaciones de la dominante y en los sonidos alterados. Además, la expresividad del cantautor es determinante en estas obras, donde los versos son de tono intimista.

No es un género en sí mismo, sino más bien una poderosa y sutil corriente musical que también empleó aspectos de la trova tradicional e incorporó influencias norteamericanas que ya habían asimilado elementos del impresionismo francés (en particular Debussy).

Los filinistas le imprimieron un nuevo impulso a la canción cubana, en una época en que la avalancha de boleros de calidad originados en México había opacado la producción cubana. Al enriquecer a toda una nueva generación de creadores con armonías y acordes más amplios y ricos, el filin provocó una mayor atención al texto, dotándolo de más sinceridad y profundidad.

Los padres fundadores

Cuando se habla de filin hay que pensar inmediatamente en la obra de César Portillo de la Luz (1922). Fue un momento cumbre cuando en 1950 apareció Contigo en la distancia. Después vinieron Noche cubana, Nuestra canción, Tú, mi delirio, Perdido amor, Realidad y fantasía, Canción de un festival y muchas más.

Nacido en La Habana, a los 19 años comenzó a cantar como aficionado, siempre acompañado de su guitarra, estrenándose en el profesionalismo en 1946, al presentarse en varias emisoras de radio. Después vinieron los cabarets y clubs Karachi, Chateau Piscina, El Gato Tuerto y el hotel St. John's. Varias de sus canciones han sido interpretadas en películas y también ha trabajado como profesor de guitarra.

En sus canciones siempre hay una reflexión profunda sobre la vida. Por otra parte, la labor de un creador que ha luchado durante tantos años se hace cada vez más difícil, el camino se va estrechando. Portillo de la Luz es un artista inconforme, que busca respuestas a una angustia que no cesa. Lo curioso es que cuando hace una canción parece como si tuviera una orquesta metida en la cabeza, cuando todo lo que ha tenido entre manos no son más que seis cuerdas y su sensibilidad: de ahí nacen los contracantos, la atmósfera y la base del número.

José Antonio Méndez (1927-1989) fue otro innovador de aquella revolución estilística de los años cincuenta, contribuyendo a ampliar el marco del bolero al dejar atrás la machacada fraseología amorosa y sustituirla por un lenguaje más coloquial, directo y vital.

Si alguien ha tenido un estilo realmente particular de decir sus canciones, ese fue este cantautor, desaparecido en plena madurez de su carrera artística al ser atropellado por un ómnibus. Conocido como El King,José Antonio Méndez fue uno de los autores más queridos y respetados por el pueblo cubano. No fue rebuscado al concebir sus melodías, ni se preocupó por hacer grandes disonancias; tampoco transitó por el intrincado campo de las modulaciones. Lo que realmente caracterizó sus canciones fue el dominio de la forma, su fluidez melódica, la coherencia del texto y su correspondencia exacta con los acentos musicales.

Entre sus más conocidos temas se encuentran Si me comprendieras, Me faltabas tú, Novia mía, Quiéreme y verás, Por nuestra cobardía, Soy tan feliz, Ese sentimiento que se llama amor, Tú, mi adoración, Ayer la vi llorar y muchas más.

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