www.cubaencuentro.com Miércoles, 08 de septiembre de 2004

 
  Parte 1/4
 
Un mambo por Pérez Prado
Aunque muchos se atribuyen su paternidad, fue el pianista matancero de los gritos guturales quien creó el género a partir de un novedoso formato musical.
por TONY ÉVORA, Valencia
 

El creador del mambo, tal y como conocemos su música, fue Dámaso Pérez Prado, un pianista singular, con un poder de síntesis muy agudo y una gran facilidad como arreglista. Hay que subrayar la verdadera dimensión de lo anterior porque el debate sobre la paternidad del mambo continúa, azuzado por desafortunadas afirmaciones.

Rey del mambo

No se trata de poner en tela de juicio que el bajista Orestes López (hermano del gran Cachao) escribiera en 1939 una pieza danzonera que tituló Mambo, hecha de violines, flauta, güiro y timbales, ni que el sonero Arsenio Rodríguez también reclamara su autoría. También es cierto que otros músicos importantes como el gran pianista Bebo Valdés, Andrés Echevarría —mejor conocido como el tresero Niño Rivera— y el pianista René Hernández ya venían buscando el nuevo ritmo. Sin olvidar al flautista Antonio Arcaño, que también reclamó su paternidad.

Los orígenes del vocablo son también bastante confusos y se pierden entre los vericuetos del léxico llevado a la región del Caribe por varias etnias africanas esclavizadas. En Haití llaman mambo a las sacerdotisas del vudú, y según el etnólogo Fernando Ortiz, la palabra proviene del Congo y significa conversación. Lo cierto es que el término quedó flotando con diversas connotaciones en el habla de las islas.

Durante su juventud, Pérez Prado debió haber escuchado a menudo aquello de "si el mambo está duro es que la cosa va mal". No es de extrañar pues, que más de un músico popular lo emplease. El vocablo se siguió usando por muchos años, junto con "diablo", para identificar el aquelarre o clímax de los metales en el montuno de un son movido.

Lo importante es que fue Pérez Prado quien estableció el novedoso formato musical a partir de 1949, heredero de una rica tradición sonera a la que el autor incorporó elementos de la música norteamericana para convertirlo en un híbrido original y desconocido hasta entonces. Esto no ha impedido que algunos críticos continúen, tanto en la Isla como fuera de ella, considerándolo como "el malo de la película". ¿Cuál fue el origen de toda esa envidia?

¿Quién era Pérez Prado?

Dámaso Pérez Prado nació en Matanzas —una ciudad que gozaba de considerable nivel cultural— y creció junto a su hermano Pantaleón, también músico. Con tales nombres tenían que llegar a algo. Aunque provenían de un hogar humilde, Dámaso logró estudiar piano clásico y órgano con Rafael Somavilla y con María Angulo, despuntando en grupos locales antes de irse a la capital en 1942.

Tuvo que tocar mucho piano en Cuba para ganarse la vida. Cuando en 1943 se unió a la orquesta Casino de la Playa, esta estaba dirigida por Liduvino Pereira y su principal cantante era el jacarandoso Orlando Guerra Cascarita. El pianista ganaba cinco pesos (equivalentes entonces a dólares) por noche y otros dos por cada arreglo musical que terminaba. Algunos músicos ya sospechaban que estaba urdiendo algo nuevo.

Orquestando para la Casino y otras bandas y conjuntos, incluyendo la obra de incipientes compositores, Pérez Prado desarrolló un sólido oficio y aprendió cómo exaltar cada instrumento. Era ambicioso e intuía que necesitaba una gran orquesta con fuertes metales para llevar a cabo el concubinato que proyectaba entre los ritmos afrocubanos y el jazz.

Antes de unirse a la Casino de la Playa —una de las mejores orquestas del momento—, Pérez Prado había tocado en el cabaret El Kursaal, que quedaba por los muelles habaneros; después pasó a la orquesta del cabaret Pennsylvania en la playa de Marianao, empleando agudas disonancias al teclado que ya anunciaban la base del mambo. En 1946 logró independizarse, organizó su propia orquesta y un año después realizó una extensa gira por Venezuela y Argentina, donde llevó a cabo sus primeras grabaciones. En 1948 fue por primera vez a México y allí tocó el piano con varias agrupaciones, y se enamoró del lugar.

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