Existe en el mundo una forma muy concreta de oportunismo que consiste, no en admirar el poder —como ya se sabe que ejercen personalidades como el escritor colombiano Gabriel García Márquez o el cantautor Silvio Rodríguez—, sino en aprovechar las consecuencias de la mala política ejercida desde el poder.

Escritor Ángel Antonio Herrera.

Quizás sea este el resultado del libro Donde las diablas bailan bolero, del español Ángel Antonio Herrera y editado por Calambur. Este poemario pretende recrear el mundo habanero pero sin salirse de ciertos tópicos que, de alguna manera, limitan el poder de seducción de una buena colección de poemas.

Herrera es periodista en Madrid. Colaborador de la revista Interviú y algún que otro espacio de prensa sensacionalista mal llamada "del corazón", aunque también se le ha visto en el mundo televisivo del seudofamoseo. Llaman la atención sus incursiones más o menos decorosas en la poesía, algo bastante raro en quien tiene su sustento en los cotarros de los famosillos sin talento y provocadores de infarto de la prensa rosa.

En una reciente entrevista en la cadena Onda Cero, a propósito de Donde las diablas…, Herrera reconoce que su libro "no es sobre Cuba" sino "sobre La Habana", pues apenas alcanza a conocer ningún otro sitio más que esta ciudad. En esto es, por lo menos, sincero. Sin embargo, no se refiere Herrera tampoco a La Habana profunda y real. Su centro de atención es la ciudad como mundo físico-sensorial, con la noche como protagonista de un mundo de excesos; La Habana como parte del Caribe, con su fama de clima caliente, con su mezcla explosiva de ron y sexo desenfrenado, con "su carga estupefaciente, su gente, todos aquellos transeúntes del lado salvaje de la vida", como él mismo reconoce.

No cuestionamos la libertad de cada quien para poetizar sobre los temas que se le antojen. Cualquier escritor serio mandaría lejos a quien se atreviera a decirle sobre lo que debe escribir. Sólo que a una pregunta de la periodista sobre un posible cuestionamiento político en su libro, el autor dice no estar interesado en temas políticos, y que su libro está por encima de cuestiones de esa índole.

Aquí hay algo que les debe sonar demasiado a los cubanos. Alguien que va a disfrutar de la Cuba superficial, la pachanguera y salsera, que se vende en las guías turísticas con imágenes de espectaculares mulatas bebiendo Cubalibre entre cocoteros y un puro a manera de falo entre los dientes. La Cuba de los hoteles estrellados —con la ambigüedad que el término implica—, de las discotecas, bares y centros nocturnos, presentados como culturales, aunque concebidos casi exclusivamente para ligar con extranjeros.