www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 1/2
 
La voz de 'Guanabo Gay'
El escritor José Prats Sariol comenta su más reciente novela, que rinde homenaje a relevantes escritores homosexuales cubanos.
 

Hay consenso en el desastre. La depredación que los filotiránicos ejercen sobre la lengua crece como el hueco en la capa de ozono. Mi novela rasguña el amianto de la intolerancia, que a veces se disfraza de perdona vidas, se emputece bajo siglas y eufemismos. La trivialización —sutil arma del totalitarismo— galopa por los medios. Tiene un signo equívoco: nos acerca. Y un envés escalofriante: nos borra las diferencias, nos aburre.

V. Piñera
Virgilio Piñera, la gracia hiriente.

Los cubanos, por desgracia, hoy sabemos bastante del tema, aunque algunos avestruces, hienas y desde luego codornices —sobre todo, dentro de nuestro arruinado archipiélago— prefieran cederle al murmullo o al choteo su apocamiento. Conozco escritores que en mi dolida patria le tienen más miedo al sustantivo autenticidad que a las mazmorras de la Seguridad del Estado.

Me alegra saber, sin embargo, que lo más valioso de la literatura cubana actual se encuentra del lado independiente, sin genuflexiones ni ditirambos. Los escombros espirituales de los que alguna vez anduvieron por la palabra libre, confirman la certeza: la saga cubana recobra con vigor su tradición emancipatoria.

Hay, sin embargo, paradojas. Quizás la más incauta sea cómo algunos opositores a los ogros filantrópicos en política y filosofía, no suelen mantener una misma actitud pluralista en temas sexuales, raciales, territoriales o religiosos.

Conozco quienes se burlan de Tirano Banderas y, sin rascarse la contradicción, discriminan a los negros. Conozco quienes saben que Marx y sus tataranietos mesiánicos ya no pueden construir ningún futuro, y se burlan de los orientales cubanos hasta tildarlos de palestinos. Sé de intelectuales defensores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que no admiten a los babalawos. También de hombres candiles de la calle, donde disertan sobre igualdad, que en sus casas llevan los milenarios pantalones contra sus mujeres… Trato a ciertos homosexuales y lesbianas para los que un heterosexual constituye un caso de fraude o de represiones freudianas.

Plenitud múltiple

Por esas paradojas, la voz que trato de modular en Guanabo gay es un homenaje a relevantes escritores homosexuales cubanos, que se portaron con más valentía que muchos remachos y remujeres heterosexuales. Canon y agón, la voz interior del personaje central brinda intertextualidades, les hace guiños de gratitud, confraterniza, advierte contra la rigidez del monólogo.

El privilegio de haberlos conocido arma la voz del alter ego de Cirito, dramático centro de esta novela a favor no de la tolerancia —falacia hipócrita de los fiscales—, sino de la plenitud múltiple; no de la búsqueda de la identidad —cuento subdesarrollado—, sino de la existencia de singularidades capaces de convivir en paz, es decir, en mutua indemnidad.

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