www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 2/2
 
Réquiem por La Esquina Habanera
Tributo a Babalú Ayé del grupo cubano Raíces Habaneras, en el Shuetzen Park, de Union City.
por ARMANDO LóPEZ, Nueva Jersey
 

En cualquier modalidad de la rumba, la clave encuadra el ritmo, le sigue el tambor grave, y luego el quinto o improvisador que va haciendo los floreos.

En la columbia sale al ruedo un hombre con movimientos agresivos, que establece una controversia con el quinto, retándolo como el torero al toro. El yambú se baila en pareja, que aparenta tener dificultad en sus movimientos, como si fueran ancianos, obligando a retardar el ritmo. En el guaguancó el canto narra una historia, casi siempre urbana.

En su baile, la mujer provoca con sus hombros y caderas al hombre que la acorrala, envolviéndola con sus manos, pero sin tocarla. Pero la hembra retrocede, rechaza al macho que desespera. Diálogo coreográfico de milenaria belleza: Ochún y Changó, miel y fuego erotismo de orishas, que culmina con el vacunao del hombre, suerte de estética penetración.

Domingo rumbero y bailador

El Domingo de la Rumba fue la realización del sueño de Tony Zequeira, mulato luchador del barrio de La Ceiba, que llegó a Union City con tambores en su cabeza, y manejando camiones y a "tarjetazos" levantó La Esquina Habanera. ¿Cómo surgió este domingo rumbero y bailador? Dejemos que responda el guaguancó que canta el grupo Raíces Habaneras: "un domingo nos juntamos con deseos de crear/ algo nuestro, muy profundo y a la tierra recordar/ un lugar donde la gente se pusiera a descargar/ un domingo de la rumba, y en ambiente familiar".

Los Domingos de la Rumba ya no se celebran, pero dejaron un disco homónimo del grupo Raíces Habaneras (nominado al Grammy 2003) que recorre las modalidades de la rumba en su estado más puro, sin afectaciones ni elementos foráneos. Un viaje a los ancestros, a los cantos litúrgicos de las religiones africanas asentadas en la Isla, que conduce por el largo camino que recorrieron los tambores entre lo religioso y lo profano, entre el rezo a los dioses y el disfrute sensual. Y revela que las divinas fronteras nunca estuvieron demarcadas, que los orishas (a diferencia de los aburridos santos blancos) querían que los humanos disfrutáramos al ritmo de su adoración.

El disco producido por Tony Zequeira y David Oquendo, complace tanto al iniciado en los toques yoruba y abakúa (por su respeto a los tambores y textos sagrados), como al gozador de la rumba callejera. En Elegguá apreciamos en alarde de polirritmia, los tres batás de la regla de ocha: el iyá, tambor mayor que pregunta, y los tambores que marcan la respuesta: el itótele, de tamaño mediano, y el okónkolo, el más pequeño.

En Abakuá percuten los imprevisibles tambores carabalíes de la secta secreta de los portuarios cubanos: el bonkoenchemiyá biankomé, el obí apá, el eró apá, el kuchiyeremá, acompañado por los cencerros (Ekón), los percutientes (Itón) y las sonajas (Erikundi), así como instrumentos de orden ceremonial que suenan por frotación, como el ekué.

Alternan el yambú clásico, Ave María Morena, y el más acá Dame la mano; los temas religiosos no ceremoniales Ocana y Baba Arameo, y el tema Sólo mi arte, que marca el justo medio entre el tambor folklórico y el popular. El tema Columbia trae un quinto que incita a seguir los pasos del iremé (diablito abakuá) y de los orishas guerreros Shangó y Ogún.

La jiribilla Cantaremos y bailaremos hará que hasta los muertos (los que no bailan) se levanten. Y para los caribeños que habiten las viejas callejuelas que fundara España a orillas del Golfo de México, la Remembranza de pregones ("frutas, quién quiere comprarme frutas"), les hará respirar ese olor a mango y guayaba madura que guarda la memoria.

Réquiem por La Esquina Habanera. Honor a la fugaz esquina que es un pedazo de historia de tantos cubanos regados por el mundo. Pero nada de llanto. Los rumberos no lloran. "Cantaremos y bailaremos esa rumba que viene de allá, donde los negros calmaban su dolor a ritmo del tambor", como afirmara el Tío Tom, rumbero mayor.

Y mientras: transculturación, hermano. ¿Qué dirían los arios que construyeron el Schuetzen Park de Union City, si escucharan el ancestral rezo lukumí: "Abeokuta awa be tu o, oni Babba Babalú Ayé, Be re Oni Babá", a golpe de tambores batá?

La rumba sí tiene casa en Nueva York. Vive en la sangre de cada cubano, y de muchos boricuas, judíos, irlandeses y peruanos de la costa. Porque la rumba se deja querer por el que mejor la toque… como David Oquendo, Vicente, Gene, Román, Pedro Pablo, Carlitos, Pedrito, Rita y El Chino: el grupo Raíces Habaneras.

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