www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
Un cuento bien cantado
Estreno mundial de 'Las bodas de Salsipuedes': Decisión 'divinamente enloquecida' de La Gran Ópera de Houston.
por ELISEO ALBERTO, México D.F.
 

La Gran Ópera de Houston, en decisión divinamente enloquecida, acaba de producir el estreno mundial de la ópera bufa Las bodas de Salsipuedes, la segunda obra lírica encargada por dicho teatro a un viejo amigo, el compositor mexicano Daniel Catán, también padre de La hija de Rappaccini y Florencia en el Amazonas. Lo único que explica la puesta en escena de ese delirio (basado en mi embrión de novela y de película El día que la banda de música se fue a la guerra), es la terquedad de Daniel.

Salsipuedes
Escena de 'Salsipuedes' (Houston Grand Opera).

Daniel es un cabecidura. En Cuba diríamos una pituita. "Yo odio el género operático. Me parece un espectáculo decadente: nunca me he creído que una soprano obesa sea la chica más bella de Sevilla. Todos los barítonos son pésimos espadachines. Sinceramente, creo ser la persona menos indicada para escribir el libreto de tu nueva ópera, al menos con una pasión semejante a la tuya", le dije a Daniel cuando fue a buscarme al bosque donde entonces yo vivía.

"Justo lo que necesito", me respondió con una sonrisa de oreja a oreja: "así no se parecerá a ninguna". No supe decirle que no a un hombre de seis pies y medio de estatura que se comportaba como un niño ilusionado. Recuerdo nuestros siguientes encuentros, en su estudio siempre patas arriba. "Estamos chiflados, Daniel: qué gringo va a producirte una ópera, cantada en español, que narra una historia de nazis, rumberos, rameras, novias, ciclones y naufragios", le decía a quemarropa.

"Querido Lichi, en este mundo hay más orates de los que tú imaginas, y todos no son necesariamente cubanos", respondía mi amigo. "Entonces, manos a la obra, músico: quítame esta camisa de fuerza y vamos a disparatar, parejos".

Han corrido unos diez años desde que Daniel Catán comenzó a soñar con esta historia de amor y submarinos, y en esa década debió cansarse de enfrentar molinos de viento; pero no, qué va, Catán seguía soñando despierto contra viento y marea, cañonazos van y cañonazos vienen.

Cuando todo amenazaba con venirse abajo porque la larga travesía a bordo de la fragata El Invencible me dio un poco de mareo, subió a bordo un Viejo Lobo de Mar, el poeta mexicano Francisco Pancho Hinojosa, quien consiguió enrumbar el libreto hasta hacerlo cantable. Sólo entonces, consiguieron llegar al seguro puerto de la Ópera de Houston el pasado 30 de octubre, cuando se levantó el telón, a teatro lleno. Cedo la palabra a mis queridos compañeros de aventura.

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