www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 3/3
 
La obsesión perenne
Gertrudis Rivalta se enfrenta a los demonios de la Historia en la exposición 'Fnimaniev!!', que permanecerá abierta durante el mes de noviembre en la Galería Aural de Alicante.
por SUSET SáNCHEZ, Madrid
 

Mientras que en Quinceañera con Kremlin, un retrato de su hermana ataviada con los usuales vestidos anacrónicos que suelen usar las jóvenes para festejar la ocasión, se resumen las ambivalencias de algunas costumbres arraigadas popularmente en medio de un contexto sociopolítico como el cubano.

La joven como princesa, como personaje emergido de un cuento de hadas, con una indumentaria absurda para las temperaturas caribeñas, que más que resaltar la belleza de las cumpleañeras convierten el acontecimiento en un calvario de transpiraciones. Un acto lleno de poses y frivolidad, gestos que contagian a familias enteras y desangran sus perentorias economías, en múltiples ocasiones por el mero hecho de seguir un ritual proveniente del antiguo universo de la sacarocracia y la burguesía criolla cuyo gusto se perfiló durante el período neocolonial a partir del paradigma norteamericano.

Y en el caso de una quinceañera mulata o negra, ingenuamente se recompone el viejo mito del blanqueamiento racial a partir de la imitación de las costumbres de los blancos, eternas Cecilias encadenadas a la aspiración de un futuro prominente.

Gertrudis Rivalta, sin embargo, no se erige como censora absoluta de los hechos que su particular narración histórica acumula como rasero del tiempo reciente, pues de hacerlo reactivaría la metodología excluyente y discriminatoria con la que opera la otra Historia. Como buena cronista relativista, prefiere sólo llamar la atención, aunque tenga que dar un grito en ruso, sobre las contradicciones de la vida cotidiana frente al discurso modélico de una nación matizada por la corrección de un paradigma político.

Costumbres como las que implican las fiestas de quince, o desrizar el pelo, o asumir miméticamente los patrones de culturas diametralmente opuestas, como la rusa, más que modas o simples gustos, pueden traducir el guiño burlesco a una norma social que pretende fingirse igualitaria; y el seguir caminando hacia delante con la vista puesta en el pasado.

El papel de la censura

Un aparte en la exposición merece el vídeo homenaje realizado por la artista a partir del montaje y la edición de fragmentos memorables de documentales vetados. Censurcuba, más allá de la solemnidad que pudiese implicar un homenaje, se regodea en la irónica estrategia de exacerbar el mito de lo prohibido, que en esta ocasión queda explícita en el propio título de la pieza, afín a tantos eslóganes que hacen de Cuba motivo infinito para marcas.

La posibilidad de ver momentos de piezas como Soy Cuba (Mikheil Kalatozishvili, 1964) y Coffee Arabiga (Nicolás Guillén Landrián, 1968), junto a segmentos de dibujos animados rusos, convierten el vídeo en un compendio de imágenes entrelazadas con la memoria y la vida de muchos cubanos en casi medio siglo.

Tanto en los lienzos como en el vídeo, Rivalta se convierte en una caníbal de la cultura y la historia para legarnos la duda sobre una realidad cada día más híbrida y plagada de contradicciones que devienen la misma trampa que se ha puesto el dogmatismo del Poder. Ante ello Rivalta exclama: Fnimaniev!!

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