www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/3
 
'Cuba es una inmensa puesta en escena'
Francisco Gattorno, que actuó recientemente en la presentación en Nueva York de 'Ana en el Trópico', habla de su exilio y de sus tribulaciones en la Isla.
por ARMANDO LóPEZ, Nueva Jersey
 

El actor Francisco Gattorno llegó a los estudios Televisa en México en 1993. En Cuba, ya era una estrella cinematográfica. Era el rostro de Una novia para David, y actuó en Fresa y Chocolate (nominada al Oscar); pero aún vendía carne y ron en el malecón habanero para sobrevivir. Su vida es una carrera mágica, como una de las telenovelas que lo situaron entre los diez latinos más codiciados de la revista People en español, en 1997.

R. Español
Francisco Gattorno, en Nueva York.

Nacido en Santa Clara, al pie de la Iglesia de la Pastora, famosa porque a la bola del mundo del campanario le crecieron hojas y se volvió calabaza; este nieto de tabaqueros soñaba con ser diplomático para rodar un auto azul, pero sus bajos promedios en Matemáticas lo obligaron a ingresar en el Instituto Superior de Arte de La Habana, donde la mágica calabaza villaclareña lo transformó en estrella de cine.

Su primera película, Una novia para David, lo convirtió en el galán del cine cubano. Vendrían El Verano de la Señora Forbes, Caravana, Papeles Secundarios, Sueño Tropical, Me alquilo para soñar y El Encanto del regreso, entre otros filmes.

En México, su meteórica carrera en las telenovelas La Dueña, Cañaveral de Pasiones, Preciosa, Laberintos de Pasión, El noveno mandamiento, Amantes del desierto, Cómplices al rescate, La clase 406, lo convertirían en un astro continental. Una telenovela por año. Una carrera más vertiginosa que él mismo, que corre diariamente cinco kilómetros para mantenerse en forma.

Recientemente Gattorno, juvenil a sus 40 años, llegó a Nueva York, y honró la tradición tabaquera de su familia al interpretar a un lector de tabaquería en la obra teatral Ana en el Trópico. Un joven apuesto y pasional (como Gattorno mismo) que, al leer la historia de la adultera Ana Karenina, a los torcedores de una fábrica en Tampa, Florida, en 1929, desata una avalancha de celos, traición y codicia que cambia para siempre sus vidas.

¿Por qué dejó Televisa, donde lo veían millones, para refugiarse en el Teatro Repertorio Español de Nueva York?

Siempre he soñado con hacer teatro. Es lo más grande que puede hacer un actor. Me llegó la propuesta de hacer Ana en el trópico, en inglés, para el Coconut Grove Play House. Pero mi inglés no está listo para salir a pelear. Y, con dolor, rechacé el papel. Pero a los 25 días, me volvieron a llamar para proponerme el mismo personaje, en español, y en Nueva York, junto a la Miss Universo Denisse Quiñónez. Claro que acepté, estaba loco por hacer teatro.

¿Se identificó con el personaje de lector de tabaquería?

Leí la obra del cubano Nilo Cruz y me impactó. El lector es un personaje espléndido. Desde niño su madre le cultivó su gusto por los clásicos. Es un aristócrata, un elitista, pero un hombre que desborda sentimiento. La estructura de la obra es novedosa, va entremezclando la novela de Tolstoi con la acción dramática. No por gusto, la obra recibió en el 2003 el Premio Pulitzer.

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