Aunque desde la década de los noventa se comenzó a observar en la Isla el fenómeno del "jineterismo", como consecuencia de la crisis económica experimentada por el país y la apertura al turismo occidental —al incrementarse la actividad de esta industria—, hasta la fecha existe una carencia de exposiciones o propuestas que dentro de las artes visuales pongan en escena esta problemática. Salvo encomiables excepciones que han circulado dentro del campo artístico cubano de modo informal y subrepticiamente, o que apenas han sido socializadas en exiguos y pequeños foros.
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Fotograma del documental Bocarrosa, de Henry Eric Hernández. |
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Obviamente, ello podría responder, por una parte, a los propios controles del Estado sobre la actividad cultural, instrumentalizados a través del sistema institucional; y a la imposibilidad de que existan alternativas serias independientes, no comerciales (salvo casos muy raros, como el espacio "Aglutinador"), que evadan la censura oficial.
Mientras que en otro ámbito podría estar influyendo un repliegue cada vez más generalizado del arte hacia zonas discursivas no conflictivas ante el establishment, en pro de la subsistencia poética. De hecho, es alarmante constatar la creciente falta de compromiso social con su entorno de una gran parte de la producción artística que acontece en la Isla, así como el refugio en las posibilidades neutras de enunciación de un esteticismo y un formalismo que poco aportan al debate sobre las condiciones en las que viven los cubanos actualmente, y ni siquiera a la especulación sobre la misma naturaleza de los procesos artísticos y el arbitrio del Poder sobre los mismos.
No se demanda un arte necesariamente comprometido ni rebelde, mucho menos se cuestiona la pertinencia y legitimidad de preocupaciones creativas que difieran y se alejen del pensamiento en torno al contexto insular. Sin embargo, asombra y se sospecha de los pactos, las negociaciones y el oportunismo, cuando se comprueba cómo justamente algunas de esas retóricas vacuas y propuestas estéticas de dudosa calidad alcanzan inexplicable y vertiginosamente el reconocimiento de la institución "Arte" en Cuba.
¿Dónde ha quedado entonces la responsabilidad cívica y la ética del "artista-ciudadano" cuando en casi todo momento se está tratando de evitar la expresión comprometida? ¿Por qué, si el malestar y la inconformidad devienen motivo diario de tertulias informales sobre la sociedad y las instituciones en Cuba, la mayoría de las obras no traducen ese ánimo?
Deconstrucción de mitologías
Una de las excepciones que al respecto vale la pena mencionar, es la obra del realizador audiovisual Henry Eric Hernández y Producciones Doboch, que continuamente va a buscar el objeto de sus investigaciones sociológicas e históricas en aquellas zonas preteridas por el imaginario oficial, referentes tanto a hechos de la historia de Cuba, como a los personajes que pueblan las historias cotidianas de la nación. De ello dan fe sus piezas documentales e intervenciones, que recorren espacios y pasajes proscritos o marginados, donde opera mediante la deconstrucción de las mitologías del Poder y de los axiomas de una sociedad perfecta y justa. |