www.cubaencuentro.com Jueves, 27 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
Paquito D'Rivera: Cincuenta años en los escenarios del mundo
por ARMANDO LóPEZ, Nueva Jersey
 

El concierto por los 50 años de vida artística de Paquito D'Rivera en el Carnegie Hall, rompió esquemas. El maestro de sólo 56 años, demostró que no hay que caminar con bastón, ni estar en articulus mortis, para recibir un homenaje de sus amigos musicales y de su gente. Para sorpresa de los productores del Fujitsu Jazz Festival que, de año en año, apuestan sus cartas al público anglosajón, los latinos abarrotaron el templo neoyorquino de la música. La marea humana que inundaba el majestuoso vestíbulo (recoger los boletos fue una proeza) hablaba español en todas sus cadencias.

P.D.R.
De izquierda a derecha: Bebo Valdés, Cachao, Paquito D'Rivera y Cándido Camero.

Los difíciles viejos cubanos acudieron desde Union City y hasta de Miami para aplaudir a su artista, dotado dos veces por la gracia: la de tocar el saxo y el clarinete como los ángeles (de la anunciación) y la de hacer reír en la mejor tradición del show bussiness. Paquito fue el simpático cantinero que mezcló en mágica coctelera, por casi tres horas, música de cámara, opereta, bolero y son cubanos, samba y bossa nova brasileños, y tango argentino, y los sirvió a su antojo, con la libertad del jazz, y un humor que levantó carcajadas.

El concierto fue una fiesta de las que Paquito D'Rivera suele dar en su casa. Sólo que en la mansión de ladrillos rojos que cuelga de los acantilados del Hudson, no caben las 2.800 personas que abarrotaron el Carnegie Hall. Pero también fue un viaje a través de las muchas facetas del músico que a los seis años tocaba a Mozart; del adolescente que admiraba a Duke Ellington; del codirector de Irakere quedado en España, que se reveló al mundo del brazo de Dizzie Guillespie; del consagrado, tras una veintena de álbumes y seis premios Grammy, que agradece a Nueva York la universalidad de su música.

El hijo de Tito y Maura

50 años y 10 noches de Show Bussiness comenzó con el comediante Bill Cosby señalando que "nunca antes había visto que alguien se diera un homenaje a sí mismo".

El público no entendía la broma, cuando entró a escena Paquito, vistiendo smoking negro con zapatos de dos tonos, como para burlarse de toda ceremonia, y dirigiéndose al palco de su madre exclamó: "Maura, si ves al viejo Tito (el padre de Paquito) en la próxima sesión espiritista, dile que este homenaje es para él".

Su padre (fallecido en Union City) lo había hecho saxofonista a los seis años. Y aún más, lo había hecho bromista. Si el Paquito adolescente tiraba huevos a sus profesores de armonía, es porque Tito, su padre, embarraba con mantequilla el teclado del piano del Cabaret Montmartre de La Habana. De casta le venía al galgo, por eso, 50 años y 10 noches de Show Bussiness fue un homenaje al padre, al bromista, al saxofonista clásico de la Banda del Ejército de Cuba, que amaba a Brahms.

Cuando apareció en escena el célebre chelista Yo-yo Ma, el hijo de Tito, como en secreto a voces, preguntó: "¿De dónde salió este chino de Zanja?". La mención de la calle del barrio chino de La Habana provocó una risotada, pero el genial chino nacido en París (sin entender el chiste) ripostó tocando Afro (de la autoría de Paquito), que devino duelo entre saxo alto y clarinete. Las notas del trío para chelo, clarinete y piano de Brahms, callaron la ovación, y fue entonces, en la mística del compositor preferido de su padre, que Paquito dirigió a su madre un mirada cómplice.

Grandes momentos de la noche fueron los contrapuntos entre el saxo alto de Paquito y el arpa andina del virtuoso colombiano Edgar Castañeda, en Lecuonerías, las danzas de Ernesto Lecuona (muy a lo D'Rivera); con el piano desbordado de Michel Camilo (recibido con una estruendosa ovación) en el tema Why Not, y con la sensual y profunda voz de la brasileña Rosa Passos, en la samba de Jobim, que logró convertir la enorme sala (donde la monumental araña nunca se apaga) en un oscuro e íntimo bar de cualquier puerto.

1. Inicio
2. El público rió...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Cavando (en) la penumbra del poeta
PABLO DE CUBA SORIA, Miami
El pecado de callar
SUSET SáNCHEZ, Madrid
Sontag, Carpentier y la moneda del castrismo
ORIOL PUERTAS, La Habana
Homenaje a Carmelo Mesa-Lago
Ilusiones y precariedad
SUSET SáNCHEZ, Madrid
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir