www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de marzo de 2005

 
  Parte 1/2
 
El mundo perdido del azúcar
Serie fotográfica 'Patrimonio a la deriva': ¿El ocaso azucarero también representa el agotamiento de la última etapa de la historia de Cuba?
por RAFAEL ROJAS, Méco D.F.
 

Juan Luis Morales y Teresa Ayuso, dos jóvenes arquitectos habaneros, residentes en París, han realizado una serie fotográfica que habrá que distinguir como un hito del arte postcomunista en Cuba. La serie se titula Patrimonio a la deriva y consiste en fotos iluminadas de las ruinas actuales de grandes ingenios azucareros cubanos de la época colonial y republicana. Los mismos 28 ingenios de Trinidad, Matanzas y La Habana que, a mediados del siglo XIX, dibujara el pintor francés Eduardo Laplante y Barcou, por encargo del médico, hacendado y escritor cubano, Justo Germán Cantero y Anderson, y que figuran en las litografías de un famoso libro, escrito por el propio Cantero: Los ingenios. Colección de vistas de los principales ingenios de azúcar de la isla de Cuba (La Habana, Litografía de Luis Marquier, 1857).

Palmas
Constancia.

Dos grandes historiadores del siglo XX cubano, el liberal Leví Marrero y el marxista Manuel Moreno Fraginals, escribieron textos divergentes sobre el libro de Cantero, Laplante y Marquier. Marrero, desde su exilio en Puerto Rico, anotaba que Los ingenios era "el más bello libro producido, como obra de arte, en la Cuba colonial". Y agregaba: "la belleza exterior que recogen las láminas de Los ingenios es dolorosamente contrastada por los rasgos tenebrosos que revela. Laplante, meticulosamente, reproduce la realidad implacable de la esclavitud, con admirable realismo". Por su parte, Moreno, todavía en La Habana socialista, escribía: "desde el punto de vista artístico, Los ingenios es el más bello libro que haya salido de las prensas cubanas". Y a continuación, incorporaba un juicio clasista: "las láminas, de extraordinaria belleza, ofrecen naturalmente un panorama idílico de los ingenios, ya que la edición la costearon los dueños".

A diferencia de Marrero, Moreno pensaba que las litografías de Laplante eran "intachables por la minuciosidad con que reproducían la maquinaria", pero que cuando en ellas aparecían esclavos, como en las láminas sobre los ingenios San José de la Angosta, Asunción, Amistad, Flor de Cuba e Intrépido, siempre eran representados idílicamente, sin captar el rigor y la impiedad de la economía de plantación. Esta divergencia entre Marrero y Moreno adelantaba, en los años sesenta y setenta, uno de los temas trabajados por el fallecido novelista y ensayista cubano, Antonio Benítez Rojo, en su libro La isla que se repite. El Caribe y la perspectiva postmoderna (1989): la contraposición entre maquinaria y subjetividad —o entre tecnología y discurso— dentro de la cultura azucarera colonial.

Actualización del debate

La obra fotográfica de Morales y Ayuso es, en buena medida, una actualización de aquel debate. Donde hace medio siglo se levantaban relucientes ingenios, donde hace apenas diez años se molían millones de toneladas de azúcar, hoy sólo quedan ruinas de calderas, fogones, torres y locomotoras. No hay, en estas imágenes, rastros de la humanidad que interactuó con aquellos artefactos de la civilización occidental en medio del monte caribeño: sólo chatarra de maquinaria soviética. En un gesto testimonial, Morales y Ayuso retratan esas ruinas y dan fe del triunfo secular de la máquina sobre el hombre, de la aniquilación definitiva de la subjetividad azucarera en Cuba.

Cada foto lleva por título el nombre antiguo del ingenio: Armonía, Constancia, Intrépido, Asunción, Progreso, Amistad… Los nombres son, por tanto, referencias conceptuales aprovechadas en la composición fotográfica. Narciso, por ejemplo, es un trozo de caldera que se levanta sobre un lago, donde se refleja la imagen de la ruina. Cimarrones es una pequeña, casi imperceptible, chatarra en medio de la espesura, que semeja un esclavo que huye de la plantación. Flor de Cuba son rastros de fogones que emergen de la selva como flores silvestres. Constancia son desechos de máquinas azucareras que parecen avanzar, dignamente, por una vereda de palmas reales. Asunción es una vieja estructura de hierro rodeada de vacas: venganza histórica de la ganadería criolla contra la agricultura de plantación.

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