www.cubaencuentro.com Jueves, 30 de junio de 2005

 
  Parte 1/2
 
La resistencia en aguas venecianas
Arte cubano en la edición 51 de la Bienal de Venecia: Reconocimiento de una producción cultural que emerge de circunstancias polémicas y ha logrado rebasar el ostracismo insular.
por SUSET SáNCHEZ, Madrid
 

El pasado 12 de junio quedó inaugurada la edición 51 de la Bienal de Venecia, la más antigua del mundo en su tipo. El espacio cuyo prestigio se ha fomentado en décadas sucesivas por el reconocimiento de comisarios como Achille Bonito Oliva, Harald Szeemann, entre otros. En esta ocasión la Bienal debe su concepto general a las españolas María de Corral y Rosa Martínez, quienes han agrupado a los artistas participantes en las muestras La experiencia del arte y Siempre un poco más lejos.

Sandalias
Sandalia (Los Carpinteros, 2004).

Esta última, ubicada específicamente en el Arsenale, incluye las obras de los cubanos Carlos Garaicoa y Diango Hernández. Bajo la premisa curatorial de Martínez, quien trata de exaltar la capacidad del arte de trascender lo cotidiano y cercano para explorar otros mundos posibles, la instalación de Garaicoa —que persiste en el diálogo entre la arquitectura, la memoria y la presencia humana— convoca nuevamente a plantear la utopía como reducto romántico frente a la realidad.

En esta ocasión, el mismo escenario veneciano, en tanto ciudad-símbolo que condensa la historia, potencia la relación que algunos han denominado ya fantasmal entre el hombre y las ruinas que él mismo va dejando a través del tiempo, como huella en la que afincar la persistencia del pasado.

Por su parte, el ex integrante del Gabinete Ordo Amoris, Diango Hernández, no pierde la facultad de analizar la realidad como consecuencia de un conjunto de disposiciones políticas del poder, las cuales pueden ser subvertidas gracias a la ironía y la metáfora que trastocan los objetos y las "realidades" aparentemente más convencionales y comunes en discursos del contrasentido, el absurdo y el choteo.

En el Italian Pavilion se ha concentrado la muestra La experiencia del arte, que incluye la participación de Tania Bruguera, con una versión de la instalación Justicia Poética, que la artista mostrara previamente en la octava Bienal de Estambul. Bruguera regresa a la Bienal de Venecia con una instalación que recrea un angosto pasillo cuyas paredes son tapiadas por miles de bolsitas de té que envuelven al espectador con su característico olor, y entre las cuales aparecen minúsculas pantallas en las que se ven momentos de la Historia universal que coinciden en conformar una imagen de la violencia y la vejación humana.

Partiendo de una reflexión sobre los mecanismos de colonización y recontextualización que se encuentran tras una práctica tradicional como puede ser beber té en diferentes culturas, la artista construye una metáfora histórica sobre el terror que ha implicado la construcción del imaginario colectivo en las sociedades contemporáneas. Al mismo tiempo, habla sobre la capacidad del hombre para edificar los territorios del poder sobre la expoliación y el sufrimiento del Otro.

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