www.cubaencuentro.com Lunes, 04 de julio de 2005

 
  Parte 2/2
 
La resistencia en aguas venecianas
Arte cubano en la edición 51 de la Bienal de Venecia: Reconocimiento de una producción cultural que emerge de circunstancias polémicas y ha logrado rebasar el ostracismo insular.
por SUSET SáNCHEZ, Madrid
 

Cualquiera de los vídeos, nos devuelve una visión represiva que evita la especificidad de un contexto, y que forma parte de la memoria de cualquier sociedad. Atravesar ese pasillo implica enfrentar la historia de cada uno de los que allí accedan, desvelar las cicatrices que ha dejado la Historia en nuestros rostros, y las marcas que hemos dejado nosotros en ella.

Los 'llega y pon' cubanos

En el Pabellón del Instituto Italo-Latino Americano (IILA), localizado esta vez en el Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti-Palazzo Cavalli Franchetti, como parte de la muestra comisariada por Irma Arestizábal bajo el título La trama y la urdimbre, se encuentra la obra de Los Carpinteros. Con su ya habitual estética objetual, el ahora dueto presenta dos piezas: Sandalia, una escultura que reproduce el trazado geográfico de La Habana en la planta del calzado; y la instalación Siesta, una mecedora sobre la cual reposa una columna de almohadas que se prolonga hasta el techo en un peligroso juego de equilibrios y tensión vertical.

Reiteradamente, el pabellón del IILA ha acogido la participación de artistas cubanos en la Bienal de Venecia, nombres como los de Luis Gómez, Ibrahim Miranda, engrosan la nómina de los creadores que han estado en esos espacios. Una ventaja de la presente edición, quizás en consonancia con las propias intenciones de las comisarias generales de la Bienal, es haber desmarcado el mencionado espacio de los recorridos periféricos del evento, que condenaba en muchas ocasiones a la invisibilidad la obra de los artistas latinoamericanos cuyos países no pueden costear un pabellón propio.

De cualquier manera, el mero hecho de la presencia de artistas cubanos, tanto en las sedes oficiales como colaterales y alternativas al importante foro veneciano, implica el reconocimiento del valor de una producción cultural que emerge de circunstancias polémicas y ha logrado rebasar el ostracismo insular.

Citas obligadas para el arte contemporáneo, como las ferias ARCO, Art Basel; bienales como Sao Paulo, Venecia, Lima, Estambul; la Dokumenta, que incluyen la participación de jóvenes artistas cubanos, se convierten en circuitos imprescindibles para el reconocimiento y la circulación de los discursos que obsesionan a los creadores actuales, canales para el ejercicio de la resistencia, y sobre todo, la confrontación con lo mejor de la producción cultural contemporánea.

Desde propuestas que se erigen como signo de las circunstancias en las que habita el hombre contemporáneo, hasta referencias más concretas como las que hace el artista José Hidalgo en la instalación fotográfica emplazada en el Pabellón de los Okupas —circuito alternativo a la Bienal.

El paralelismo entre el fenómeno europeo (particularmente interesante en la propia ciudad de Venecia) y los "llega y pon" cubanos, pone el dedo sobre la llaga al aludir a uno de los problemas fundamentales de las superpobladas sociedades contemporáneas, y específicamente, denuncia uno de los permanentes y más críticos dramas sociales en la Isla.

Hasta el 6 de noviembre, la edición 51 de la Bienal de Venecia permanecerá abierta al público, invitando a un recorrido a través del sentido y el compromiso del arte contemporáneo.

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