www.cubaencuentro.com Lunes, 04 de julio de 2005

 
Parte 1/2
 
Las perlas de su boca
En las décadas de los setenta y los ochenta, dos funcionarios cubanos expresaron sus críticas ideológicas sobre la persona y la obra de Virgilio Piñera.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Farmville
 

Hacía muchos meses que no dedicaba este espacio a recuperar para ustedes algunas de esas invalorables perlas que nuestros compatriotas de vez en cuando nos obsequian. Quien tiene boca se equivoca, argumentarán algunos para tratar de justificar esas metidas de pata. Pero puestos a emular con Sancho Panza, yo por mi parte les puedo ripostar con otro refrán: en boca cerrada no entran moscas. Consejo sapientísimo, pues ya se sabe que por la boca muere el pez.

Labios

Así las cosas, me puse de inmediato en actividad, repasé algunas revistas, busqué por aquí y por allá entre los numerosos títulos de mi biblioteca, y finalmente la suerte me recompensó con una encantadora sonrisa. El hallazgo, o los hallazgos, pues se trata de dos, me compensaron con creces el tiempo y el esfuerzo invertidos. Me vino a la memoria en ese momento aquel comentario de Diego, al comienzo de Fresa y chocolate: "Hoy es mi día de suerte, encuentro maravillas". Porque dos auténticas y sabrosas maravillas son los juicios sobre mi admirado Virgilio Piñera, que dos funcionarios cubanos expresaron en las décadas de los setenta y los ochenta.

El primero pertenece a Alfredo Guevara, y lo expresó verbalmente el 9 de junio de 1979, en un encuentro con intelectuales de la Comunidad Cubana en el Exterior (eso se llama diarrea léxica, incontinencia verbal: ¿no es mucho más fácil decir exiliados?), que se realizó en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Está recogido en el libro Tiempo de fundación (Iberautor, Promociones Culturales, La Habana, 2003), y los interesados en leer íntegramente sus palabras pueden consultar las páginas 357 a 359. De nada.

Su larga intervención sobre Piñera es la respuesta a la pregunta de uno de los presentes (no se identifica su nombre) acerca de por qué las obras del autor de Aire frío no se representaban en la Isla como en años anteriores. Guevara comienza por explicar que, en determinados momentos, para sobrevivir la revolución ha tenido que tomar medidas extremas. Pero pasado ese momento, prosigue, "hay que abrir la posibilidad a todo el mundo de reintegrarse, de procesar su propia experiencia, de superarla (…) Ésa ha sido nuestra actitud prácticamente con todos los escritores, dramaturgos o no, y nuestra actitud con Virgilio Piñera. Pero Piñera no ha tenido esa actitud".

Expresa Guevara que en el caso personal de este, "se han hecho muchos esfuerzos y acercamientos y se han hecho muchas discusiones". No se le ha pedido que cambie su estilo literario, puntualiza, "porque en realidad, él no presenta obras de un tiempo a esta parte". (Aclaración mía: en los años de su marginación, Piñera escribió, aunque por razones obvias no las presentó a las editoriales, piezas teatrales como Una caja de zapatos vacía, Las escapatorias de Laura y Oscar o Un arropamiento sartorial en la caverna platómica, así como los libros de cuentos Un fogonazo y Muecas para escribientes, todos los cuales se han publicado póstumamente).

Guevara contrasta el caso de Piñera con el de José Triana, que "es alguien reincorporado totalmente al proceso de la revolución y al proceso de su vida literaria"; y que "no sólo trabaja en una editorial, sino que publica notas críticas, prólogos, etc.". Otra falsedad de Guevara: fuera de trabajar como redactor en la Editorial Arte y Literatura, Triana no estaba ni total ni parcialmente rehabilitado, ni se publicaron en esos años notas críticas ni prólogos suyos (su introducción a la novela Tigre Juan apareció sin su nombre). La prueba más evidente es que unos meses después el "totalmente rehabilitado" autor de La noche de los asesinos viajó a Francia y nunca más volvió a Cuba.

Reconoce Guevara que el autor de Aire frío "hizo, no obstante, una contribución con sus primeras obras, con las obras antes de la revolución y de los primeros años después del triunfo de la revolución". Admite que en un futuro la aspiración debiera ser editar todo lo que Piñera haya escrito; y piensa que "el camino en que está ahora Virgilio, más sosegado —no está haciendo esa actividad en que ha estado hasta hace muy poco tiempo—, tal vez permita recuperar toda o parte de su obra para la revolución".

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