www.cubaencuentro.com Viernes, 29 de julio de 2005

 
  Parte 1/2
 
Los sinsabores de un regreso a La Habana
A dos años de la muerte de Celia Cruz: Circunstancias de un documental 'hecho en Cuba'.
por LUIS GONZáLEZ RUISáNCHEZ, Santo Domingo
 

En 2002, Celia Cruz se presentó en Santo Domingo. Se celebraban los 30 años de vida artística del merenguero Johnny Ventura, y ella fue parte del homenaje. Al finalizar su actuación, recibió a un reducido grupo de periodistas, entre los que estaba el que escribe. Habló con entusiasmo y risueña. Uno de los colegas le preguntó acerca de sus impresiones sobre Cuba: "No me hables de eso", dijo airada. "Si empiezan a hablar de Cuba, me voy y se acaba esto. Esa gente no me dejó ir ni al entierro de mi madre". A la mañana siguiente, lo reseñaron todos los periódicos de la ciudad.

C. Cruz
Celia Cruz: Este 16 de julio se cumplen dos años de su muerte.

Yo lo supe de sus labios. Cuando le preguntaron a sus hermanas, sus sobrinas y a sus amigos en Cuba, ellos no pudieron decirlo. Argumentaron que no tenían un documento firmado por Celia que lo verificara; evadieron la respuesta, se justificaron disimulando un gesto de terror y la duda quedó flotando en la sala de la Cinemateca Nacional de Santo Domingo, donde la noche del viernes 22 de octubre (pronto hará un año) se realizó la premier mundial del documental Celia Cruz regresó a La Habana, del joven cineasta cubano José Luis Lobato, como homenaje a La Guarachera que en esta tierra de merengueros es un ídolo recordado.

La película

Este sábado 16 de julio se cumplen dos años de la muerte de Celia. Aquel filme fue editado con premura para conmemorar el primer aniversario. Durante el estreno, los 55 minutos se sucedieron a sala llena. En ellos Celia no cantó, acaso se oyeron sus canciones en voces ajenas y una pobre selección de fotos amarillas y grabaciones de la década del cincuenta, junto a la Sonora Matancera. Entre los entrevistados faltaron figuras representativas de la música cubana, viejos colegas de La Guarachera de Cuba, mientras estaban otros "sin ton ni son", metidos inexplicablemente en una historia tan trascendental y polémica.

Largos pietajes nostálgicos con imágenes de La Habana, exaltando los atributos de una ciudad que complace la imaginería cuando ya queda tan poco por exaltar, y donde sucumben los exiliados de terciopelo, los ambiguos de buenos desayunos en cualquier ciudad del mundo, y los encerrados en la cotidianidad infame de la capital de Cuba.

Grabado en soporte digital, con presupuestos ínfimos aportados por un productor alemán, José Luis Lobato no pudo hacer más (tratando de no aliarme a la opinión de que no supo qué más hacer). Se esperó su presencia en aquella premier mundial en Santo Domingo, pero supimos que con la visa dominicana colocada en su pasaporte, demoró el viaje con varios argumentos.

Entre las invitaciones VIP repartidas por la compañía Hierbabuena, que trajo el filme al país, se incluyeron las entregadas a la Embajada de Cuba en República Dominicana. Ninguno de sus funcionarios asistió, acaso dos o tres conocidos lacayos dominicanos que son utilizados por los diplomáticos de Cuba para tales menesteres.

Al final de la proyección, el público aplaudió. ¿Y por qué?

Celia Cruz no regresó a La Habana

Silenciado en Cuba, hundido en el anonimato, el trascendental escritor José Lezama Lima sólo reapareció en el mundo editorial cubano después de muerto. Así sucedió con el músico Ernesto Lecuona y ha pasado con el narrador Virgilio Piñera y con el poeta Gastón Baquero. Cabrera Infante espera su turno.

Los muertos se suman al proceso revolucionario porque ya no pueden opinar. No sé por qué presumí que después de 45 años de censura oficial, prohibida absolutamente en los medios cubanos, Celia podría comenzar a escucharse por Radio Taíno, después por Radio Ciudad de La Habana; La Gaceta de Cuba escribiera elogios sobre ella, Juventud Rebelde citara sus canciones, y finalmente, Radio Rebelde y Granma cantaran a sus cualidades vocales. Sería la consagración: Celia regresó a La Habana. Una estrategia alevosa que ya conocemos.

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