www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
 
 
Tan cerca, tan lejos
Un disco compacto recoge las grabaciones del histórico encuentro entre músicos cubanos y norteamericanos realizado en 1999.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Nueva Jersey
 

Con bastante retraso, ha salido al mercado Bridge to Havana (Pyramid Music Corp, Miami, 2004), un disco compacto que recoge las grabaciones del histórico encuentro entre músicos cubanos y norteamericanos, que tuvo lugar en la capital de la Isla en marzo de 1999. Una iniciativa que se inscribe dentro de Music Bridges Around, un programa independiente de intercambio. La demora en salir a la venta, según pude averiguar, se debió a restricciones legales vigentes en Estados Unidos que la compañía discográfica tuvo que superar.

Bridge to Havana

En 1999, las desde hace décadas conflictivas relaciones entre los dos países atravesaban por un período de relativa tregua. Gracias a ello, un centenar de artistas norteamericanos (también participaron algunos europeos: por ejemplo, Andy Summers y Stewart Copeland, ex miembros del grupo británico Police) fueron autorizados por el Departamento del Tesoro a viajar a La Habana. Allí trabajaron por espacio de una semana con músicos cubanos. La sede fue el Hotel Nacional, donde en otra época se hospedaron celebridades como Frank Sinatra, Ava Gardner, Marlon Brando y Nat King Cole. Durante el día, cubanos y norteamericanos componían y grababan canciones, que además de fusionar ritmos e instrumentos de ambas tradiciones, combinaban letras en español e inglés. Para seleccionar los equipos se hizo una especie de lotería: los nombres de los músicos estaban escritos en papeles que se sacaban al azar de un sombrero. La última noche, los participantes en aquella experiencia ofrecieron ante el público habanero una maratónica presentación que tuvo como escenario el Teatro Karl Marx. Tanto las sesiones de trabajo como esa actuación fueron grabadas y filmadas.

La lista de los invitados extranjeros reunía a representantes de distintas generaciones y estilos musicales. Figuraban los cantantes Bonnie Raitt, Gladys Knight, Beth Nielsen Chapman, Jimmy Buffett, N'Dea Davenport, Joan Osborne y el dúo Evan & Jaron; los compositores Montell Jordan y Burt Bacharach; el guitarrista Peter Frampton; el baterista Mick Fleetwood, integrante de los legendarios Fleetwood Mac; y los productores Tedd Smallwood y Allen Jacobi. Por el país anfitrión tomaron parte Edesio Alejandro, Sergio Vitier, Pablo Menéndez, Alberto Tosca, Pancho Amat, Carlos Varela, Manolito Simonet, Carlos Alfonso, Augusto Enríquez, Rey Guerra, Santiago Feliú, Miriam Ramos, Hernán López-Nussa, Miriam Ramos, Giraldo Piloto, José María Vitier, el grupo Síntesis y un largo etcétera.

En el CD se recopilan doce de las treinta y cinco canciones que fueron creadas de manera conjunta por cubanos y norteamericanos. Se trata no de las presentaciones en vivo en el Karl Marx, sino de las grabaciones realizadas en estudios, con lo cual hay garantía en cuanto a su calidad. Escuchar esa docena de temas constituye una experiencia fascinante, pues significa sumergirse en un auténtico muestrario de manifestaciones musicales: pop, danzón, rock, rhytm&blues, son, jazz, blues, reggae… Como en otras experiencias similares que se han hecho, sorprende constatar en primer lugar la capacidad con la cual artistas de distintas nacionalidades, formación y estilos pueden hallar un lenguaje común, que en este caso particular consiguió superar además barreras idiomáticas y políticas y presiones de tiempo.

Este último aspecto no mermó el buen nivel cualitativo del producto final, algo en lo cual tuvo mucho que ver, pienso yo, el talento y el profesionalismo de la mayoría de los creadores. La fusión, que aquí era esencial, está plenamente lograda. Las incorporaciones de un estilo en otro suenan armoniosas, coherentes y sin fisuras. ¿Ejemplos? El Hey, hey de Alberto Tosca y Peter Frampton, en donde el segundo regala un maravilloso solo con su guitarra acústica. La brisa azul, un suave blues con aires folk, en el que esa espléndida intérprete que es Bonnie Raitt hace un dúo bilingüe con Pablo Menéndez. Una joya que posee como valor adicional la excelente ejecución del guitarrista Rey Guerra. Unlonely, la más romántica de todas las composiciones y una oportunidad inmejorable para descubrir la hermosa voz de Montell Jordan. Lo mismo se puede apuntar de esa especie de son americanizado que es Just to be alone with you, respecto a Joan Osborne. Y está, en fin, One world, que en su estribillo resume muy bien el espíritu que animó el proyecto: "one world, one love, one truth, just one world". He citado unas cuantas composiciones a modo de recomendación, pero Bridge to Havana es uno de esos discos de los que se puede decir que no tiene desperdicios. Eso explica que a las pocas semanas de su salida en Estados Unidos, el compacto se situara en el número 4 del Billboard World Chart.

Además del disco compacto, la caja de Bridge to Havana incluye un DVD que aporta un interesante material audiovisual. Entre los cineastas que lo realizaron, figura Haskell Wexler, quien fue director de fotografía de filmes como Quién le tiene a Virginia Woolf, Alguien voló sobre el nido del cuco y Regreso sin gloria. En el documental se recogen, en primer término, imágenes de las sesiones de trabajo en el Hotel Nacional, así como comentarios breves de algunos de los artistas norteamericanos. Asimismo se pueden apreciar fragmentos de las interpretaciones en vivo de varios de los temas que aparecen en el CD. Los realizadores tomaron además escenas de la vida cotidiana de los habaneros, aunque evitaron regodearse en el deterioro y la miseria de la ciudad. Finalmente, hay entrevistas a Gladys Knight, Mick Fletwood y Pablo Armando Fernández. ¿Por qué a este último? ¿Por qué no se entrevistó a un musicólogo, por ejemplo, Leonardo Acosta? Misterio insondable. En todo caso, lo que dice Fernández son puras bobadas, verborrea hueca como un donut, que lo más saludable es saltarse.

Habrá, me imagino, quienes se preguntarán sobre el propósito que animó la realización de un proyecto como Bridge to Havana. Tanto en el CD como en el DVD, queda diáfanamente claro que fue el de unir a través de la música a representantes de dos países que se hallan en polos opuestos del espectro político. Eso aparece expresado una y otra vez en las canciones creadas durante aquel encuentro. Por parte de los norteamericanos se nota un especial cuidado en excluir cualquier tipo de alusión, incluso visual, que pueda ser interpretada como una muestra de adhesión ideológica. De modo que quien así quiera verlo, estará haciendo una lectura interesada, inmoral y manipuladora del esfuerzo de un grupo de artistas por tender un puente allí donde la política ha fomentado la división y el odio. Algo que se sintetiza en las palabras con que concluye el documental: "Dedicated to all the people, past and present, that helped bridge the gap between these two extraordinary cultures through music and art".

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