www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/3
 
La soberanía flotante de Puerto Rico
¿Es nuestra visión de la isla vecina un compendio de los peores síntomas del nacionalismo cubano?
por RAFAEL ROJAS, México D.F.
 

Para muchos escritores cubanos de la primera mitad del siglo XX, Lola Rodríguez de Tió, aunque nacida en San Germán, Puerto Rico, en 1843, era habanera. Rodríguez de Tió vivió en La Habana en dos momentos de su vida: entre 1887 y 1892 y, luego de una estancia de siete de años en Nueva York, entre 1899 y 1924. En noviembre de ese año murió en La Habana, olvidada por sus contemporáneos cubanos, aunque venerada por sus compatriotas puertorriqueños.

L. Rodríguez
Poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió.

Los mejores lectores puertorriqueños de Rodríguez Tió (José Luis González, Efraín Barradas, Emelina Guzmán Ufret, Mario Cancel, Raquel Brailowsky Cabrera, Isabel Pérez de Rembalsky…) se detienen, por lo general, en la obra romántica tardía de la poeta, escrita en Puerto Rico y contenida en cuadernos como Mis cantares (1876), Claros y nieblas (1885), A mi patria en la muerte de Corchado (1885) y Nochebuena (1887).

Entre cubanos, en cambio, Rodríguez de Tió es, injustamente, sólo conocida por su poema "A Cuba", incluido por el Conde Kostia en Arpas cubanas (1904). Como sucede con tantas composiciones de Neruda o Machado, dicho poema ha alcanzado una sonoridad autorreferente que le impide ser releído y reinterpretado. En cuanto recorremos los primeros versos, la música desplaza al texto y la memoria elude el razonamiento. Aún así, vale la pena releerlo.

La primera parte del poema es una seña de identidad puertorriqueña que actúa como pasaporte o declaración de aduana, antes de postular cualquier argumento lírico sobre Cuba: "Cuba, Cuba, a tu ribera/ llego triste y desolada,/ pues dejé la patria amada/ donde vi la luz primera./ Sacude el ala ligera/ la radiante inspiración,/ responde mi corazón/ en nobles afectos rico,/ la hija de Puerto Rico lanza al viento su canción!".

Luego, la poeta se siente cómoda, autorizada por aquel ritual migratorio, y se concentra en la empatía, sugiriendo una doble nacionalidad: "Yo no me siento extranjera;/ bajo este cielo cubano/ cada ser es un hermano/ que en mi corazón impera./ Si el cariño por doquiera/ voy encontrando a mi paso/ ¿puedo imaginar acaso/ que el sol no me dé en ofrenda/ un rayo de luz que encienda/ los celajes de mi ocaso!/ Vuestros dioses tutelares/ han de ser también los míos!/ Vuestras palmas, vuestros ríos,/ repetirán mis cantares…/ Culto rindo a estos hogares/ donde ni estorba ni aterra/ el duro brazo que cierra/ del hombre los horizontes…/ ¡Yo cantaré en estos montes/ como cantaba en mi tierra!".

Un poema y una canción

Finalmente, la doble nacionalidad se vuelve discurso geográfico y político: Cuba y Puerto Rico no son dos países, son una y la misma patria: "Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas,/ reciben flores o balas/ en el mismo corazón./ ¿Qué mucho si en la ilusión,/ que mil tintes arrebola/ sueña la musa de Lola/ con ferviente fantasía/ de esta tierra y de la mía/ hacer una patria sola!/ Le basta al ave una rama/ para formar blando lecho,/ bajo su rústico techo/ es dichosa porque ama!/ Todo el que en amor se inflama/ calma en breve su hondo anhelo;/ y yo plegando mi vuelo/ como el ave en la enramada,/ canto feliz, Cuba amada,/ tu mar, tu campo y tu cielo!".

Como decíamos, el poema, apareció en un cuaderno curiosamente titulado Arpas Cubanas. Poetas contemporáneos (La Habana, Imprenta de Rambla y Bouza, 1904), prologado por el Conde Kostia, y que aspiraba a ser la primera antología poética de la Isla en el nuevo siglo. Con el tiempo, los versos "Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaros las dos alas" se convirtieron en un hito del discurso de la fraternidad cubano-puertorriqueña. Una canción de Pablo Milanés operó otra vuelta de tuerca a dicho discurso, identificando no sólo los nacionalismos de ambas culturas insulares, sino hermanando dos ideologías políticas no siempre asimilables: la del independentismo puertorriqueño y la del comunismo cubano.

Hoy, lo que más irrita de aquella canción de Pablo Milanés que, como tantos adolescentes cubanos, escuché y canté, no es la metáfora del "ala que cayó al mar, que no pudo volar", sino la exhortación que sigue: "yo te invito a mi pueblo y buscamos juntos el mismo cielo". Además de que hay algo estúpido en el texto —quiero decir, geográfica y poéticamente estúpido—, ya que si algo comparten Cuba y Puerto Rico es el cielo y el mar, me parece un buen compendio de los peores síntomas del nacionalismo cubano: soberbia de hermano mayor, persuasión autoritaria, exhibicionismo, alarde, voluntad de unificar bajo el patrón de lo propio, imposición cordial de una trama homogénea.

1. Inicio
2. Pero la canción...
3. "Ay, yo bien..."
   
 
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