A lo largo de su artículo, Baragaño acumula otros descalificativos contra Lezama: "la obra literaria de Lezama carece de poderío poético", "el saqueo a que Lezama somete al ilustre cordobés don Luis de Góngora es digno de ser investigado por un tribunal poético". Tampoco ahorra nuevos insultos contra los origenistas. Los llama "un grupito de pequeños escritores", considera que no son artistas, y en cuanto a la importancia de su labor editorial afirma: "Publicar libros y hacer revistas corresponde a los editores y no a los poetas. Lo que corresponde a los poetas es crear poesía y estar junto al pueblo. Los 'originales' atacan en público y en privado al pueblo cubano diciendo que está corrompido; daban la espalda al pueblo, y ellos, los purísimos, se dedicaban a la abominación de la indiferencia ante el drama de sus compatriotas (…) Su pureza la pagaban con su silencio respecto al drama colectivo".

Baragaño declara sentir mucho el tener que ocuparse de "estos señores infinitamente pequeños", él, que suele ocuparse de Hölderlin y Mallarmé. Pero lo hace porque "se trata de la influencia nefasta de estos mercaderes de ideas sobre el mundo intelectual cubano". Llama a los jóvenes a buscar "las esencias de la verdad directamente de los grandes autores", así como a abandonar "la lectura de lo que significa el mantenimiento del orden colonial de mediocridad y esclavitud intelectual". Expresa que los origenistas colaboraron a mantener nuestras frustraciones, y cuando produjeron un político, éste fue Gastón Baquero. Finaliza su artículo en términos no menos duros: "Nosotros los que formamos una nueva conciencia y no una nueva sensibilidad, damos por abolido al grupo Orígenes, esa impostura de la que no hablaremos jamás".

Esa virulenta invectiva fue respondida desde el propio diario por José Rodríguez Feo (1920-1993), en el artículo "La verdad sobre Orígenes". Pese a que años atrás se había distanciado de esos escritores (fundó, junto con Lezama, la revista cuyo nombre identifica al grupo), tuvo la nobleza ética de salir en defensa suya en aquellas difíciles circunstancias (es muy significativo el hecho de que entonces fue el único que lo hizo). Rodríguez Feo comienza por señalar que el trabajo de Baragaño es tendencioso y carente de seriedad crítica e intelectual, por lo cual merece una contestación. Desmiente la afirmación de que el núcleo origenista apareció en 1936 (el primer número de Orígenes circuló en 1944, como bien aclara). Para él la intención es obvia: "situar al grupo de espaldas a una guerra civil (¿analogía con nuestra reciente revolución?) y así tacharlo de reaccionario". Y argumenta que lejos de haber tenido como bandera lo hispánico, lo franquista, como escribe Baragaño, desde su fundación colaboraron en Orígenes "los más grandes poetas de la España Republicana: Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda y escritores tan poco 'franquistas' como Bergamín, María Zambrano, Juan Marichal, José Moreno Villa, el marxista Stephen Spender (que peleó contra Franco en España), Aragon, Eluard y otros muchos".