www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
   
 
Famosos de antaño
por LáZARO MORELL, Madrid
 

¡Ay, cuántas guarachas nos estamos perdiendo! ¿Se imaginan ustedes si el Ñico reviviera y conociera los actuales programas de televisión o la prensa rosa? Porque a mediados del siglo anterior ya existían esas publicaciones, pero por lo menos se dedicaban a grandes actrices y actores, como María Félix, y a compositores más enormes todavía, como Agustín Lara. La profesión de famoso, como tal, aún no existía. Por cierto, que me parece un poco desconsiderado eso de recordar siempre la antonomástica fealdad del mayor autor de boleros que ha dado México, de quien se llegó a decir que era el hombre más feo del mundo. Aunque a María Félix parece que no le interesaba el físico. Buscaba la belleza interior, que suele decirse, pues la otra gran pieza de su colección era Diego Rivera, que le disputaba el trono de los feos a Agustín y creo que con ventaja. ¿Será que María Bonita los quería gobernar?

Como muchas otras guarachas, El berrinche de María narra sucesos cotidianos, que con el tiempo pierden su actualidad y sentido, razón por la cual dejan de circular. Lamentablemente, ya que se trata de una historia simpática y bien contada. La de Agustín y María, con la que cerramos este ciclo dedicado a nuestro guarachero mayor.

El berrinche de María (guaracha)
Ñico Saquito

Yo aprecio pero muy mucho,
pero muy mucho, mucho a María.
Yo admiro pero muy mucho,
pero muy mucho, mucho a Agustín.

Pero no,
ay pero no,
que no hay derecho, caballeros,
que yo tenga que sufrir,
el berrinche de María
y el jelengue de Agustín.

¡Ay caramba, mira!

María,
María Bonita,
Agustín,
Agustín me dice,
María,
María Bonita,
Agustín.

Que ya está bueno
María Bonita,
que ya está bueno,
escuchó el mensaje,
que ya Agustín nos mandó en revancha,
y ahora está loco con tu retrato.

Estribillo:
¡Ay caramba!
Mira, mira.
María,
María Bonita,
Agustín,
Agustín, Agustín, Agustín.
María,
María Bonita,
Agustín.

Que si lo feo, lo feo doliera
no hay quien aguante, aguante a Agustín
porque los gritos, gritos que diera
se escucharían allá en Berlín.

(Estribillo)

Acuérdate de Acapulco,
de aquellas noches,
María Bonita, María del alma.

(Estribillo)

Que por María no voy a almorzar,
por Agustín no voy a comer,
que por María no voy a cenar,
que yo no sé qué me voy a hacer.

(Estribillo)

¿Pero qué es esto, caballeros?
Hasta en la sopa María me sale,
por tu jelengue, Agustín, me muero,
¿Qué culpa tengo yo de tus males?

¡Caramba!

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