www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
  Parte 1/2
 
Los negros, los blancos, la rumba y el son
La mirada del otro. Robin Moore y su 'Música y mestizaje. Revolución artística y cambio racial en La Habana'.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid
 

Como ya nos tiene acostumbrados, la editorial Colibrí publicó el año pasado en español un libro necesario, Música y mestizaje,editado por primera vez en inglés, en 1997, por la Universidad de Pittsburgh, con el título Nationalizing Blackness. Su traducción resultó un problema, ya que textualmente significa algo
Sindo Garay
Sindo Garay.
así como "negrura nacionalizadora". Significativamente, el título en inglés y los problemas con su traducción son representativos de sus mejores virtudes y también de sus defectos.

La idea central que propone la obra es que durante los veinte años comprendidos por la investigación se produce en Cuba una nueva definición de la nación mestiza, que tiene como catalizador la música de origen africana que interpretaban o producían las clases populares negras y mulatas. Se trata, por tanto, de un libro que incide en el problema central de la Cuba nación: las relaciones entre negros y blancos, y ese lugar común que llamamos mestizaje, muchas veces sin saber con precisión en qué consiste.

Robin Moore es musicólogo y músico norteamericano. Como señala Cristóbal Díaz Ayala en el prólogo del libro, se trata pues de la mirada del "otro", un otro lúcido y riguroso que a lo largo de casi 400 páginas desmenuza las conflictivas relaciones que se producen a partir de la instauración de la República, en 1902, entre blancos y negros, sobre todo desde una perspectiva musical, así como el significado que tuvo la paulatina aceptación por parte de las clases medias blancas de la música de los negros y de sus manifestaciones lúdicas, como el carnaval.

La visión del otro tiene la ventaja de encontrar significados en lo que el nativo sólo percibe cotidianeidad. Tiene el inconveniente de proyectar, de forma inconsciente, su propia realidad, sobre todo cuando, como es el caso, ambas realidades, la foránea y la propia, tienen puntos en común. En Estados Unidos, al igual que en Cuba, se creó una sociedad basada en la esclavitud de un grupo foráneo por otro igualmente extranjero. En ambos países, esclavistas y esclavos se diferenciaban por el color de la piel y, en ambos, esclavos y amos provenían del mismo continente, respectivamente, y fueron expatriados en condiciones similares. Hasta aquí las coincidencias. El tipo de relaciones que se establecieron entre los anglosajones protestantes, de un lado, y los hispanos católicos, del otro, con sus respectivos africanos, fue completamente distinta y ello generó problemáticas diversas.

Para empezar, las islas británicas estuvieron mucho menos involucradas en procesos de mestizaje que la península ibérica, donde dejaron su impronta, incluida la musical, culturas provenientes de las más diversas áreas de los tres continentes del viejo mundo. De hecho, los primeros negros que llegan a Cuba son negros españoles.

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