www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/2
 
Odisea cubana en 9 'innings'
La Gloria de Cuba. Historia del béisbol en la Isla, de Roberto González Echevarría. Editorial Colibrí, Madrid, 2004. 720 pp.
por PABLO DíAZ ESPí, Madrid
 

En algún momento de la traducción al español de The Pride of Havana. A History of Cuban Baseball, desapareció el artículo indefinido presente en el título original. Un desacierto —a primera vista— en este libro escrito con una intensidad emocional y una visión tan evocadora del pasado, que de ningún modo podría tratarse de la Historia de nada, sino tan sólo de una historia: en este caso, la del deporte nacional cubano vista por Roberto González Echevarría. No en balde, el propio autor nos advierte de que por mucha erudición y empaque académico que pueda haber en algunas de sus páginas, no hay detalle en este libro de detalles "que no haya sido acariciado antes por el sentimiento que por el intelecto".

Sin embargo, sucede que escribir la Historia de la pelota cubana es algo así como una empresa imposible. Ni siquiera —tratándose del más individual de los juegos colectivos— sería factible repasarla exclusivamente desde el Espíritu, como nos recordara Borges que proponía Paul Valéry, refiriéndose a una historia de la literatura hecha sin mencionar a ningún escritor ni a ninguna obra.

No sólo sería imposible abarcar a plenitud el entramado del béisbol cubano por haber convivido, en sus orígenes, los hechos con la leyenda y la historia con el mito; por haber sido la de pelotero una profesión de nómadas y buscavidas desde los tiempos de la Colonia; o por el crisol de ligas y novenas que paralelamente florecieron desde las primeras décadas del siglo XX; sino también, y como ocurre hoy con todo lo que atañe a la Isla, por el parteaguas de 1959.

Al ser el más abstracto —se trata del único deporte de equipo en el que no gana quien llegue primero a una meta o culmine una invasión al campo contrario con una pelota o un objeto parecido—, el béisbol es el juego de las estadísticas y las plusmarcas. Y desde los inicios de la década de los 60, estos son ingredientes que han ido yendo cuesta abajo en Cuba, mediante torneos disparatados, equipos formados y desaparecidos sin arraigo ni solera, pelotas y bates de las más dispares calidades y cualidades y, sobre todo, debido a una política que impide a los jugadores nacionales participar en las ligas del mundo donde juega lo que más vale y brilla de sus contemporáneos. Durante más de cuarenta años, el béisbol cubano ha estado solo. Los récords nacionales son tan relativos, que han terminado por significar casi nada. Más allá de las fronteras de la Isla, se trata de un deporte que vive de anécdotas extradeportivas y del rédito de antaño, de la gloria, la picardía y hasta del glamour de equipos desaparecidos.

Visto así, la supresión en la versión española del artículo indeterminado presente en el título original, más que un desliz, puede que sea una premonición. Y es que este libro, tan cargado de épica como de rigor, tan coherente en la forma y el lenguaje con el tema que narra, podría convertirse, perfectamente, en la mejor Historia del deporte nacional, en cuanto que reaviva y confirma, una vez más y en pleno siglo XXI, la mítica fragancia que siempre lo acompañó.

Uno de los momentos cruciales del devenir de la pelota en la Isla fue la final de la Liga Cubana de 1947, disputada en el Gran Stadium —hoy Estadio Latinoamericano— entre la novenas del Habana y el Almendares. Más de medio siglo después, es como si ningún cubano hubiera dejado de ir al campo ese día, como si el 25 de febrero de 1947 la isla entera se hubiera convertido en una inmensa grada, con el home plate ubicado en el barrio capitalino del Cerro como epicentro. Dicho pasaje es el escogido por Roberto González Echevarría para iniciar su andadura personal, su historia, en esta odisea cubana que se ha propuesto contarnos. La otra, la Historia, la comienza con el cuestionamiento del mito del Palmar del Junco, donde según la versión oficial se disputó el primer partido de béisbol en la Isla, en 1874.

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