www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 3/4
 
¿Se va a bolina la décima cubana?
'Cántaro inverso', libro de Pedro Péglez, galardonado en la última edición del Premio Iberoamericano Cucalambé.
por ANTONIO VALIENTE, La Habana
 

Cualquiera, sin ser un especialista, puede abrir al azar este libro y deleitarse en la cacería de disparates, pero la empresa es un sinsentido. Estos libros son una burla a la verdadera poesía y una evidente estratagema de los jurados para no tener que premiar a nuevos títulos que pueden problematizar la escritura de la estrofa.

Finalmente, Cántaro inverso, distinguido con el Premio Iberoamericano Cucalambé (Editorial Sanlope, 2004) —máximo reconocimiento que se otorga a la décima escrita en Cuba y que sólo tiene de iberoamericano el nombre—, es un ejemplo fehaciente de lo que no debe escribirse en espinelas.

¡Lo que hay que aguantar!

Prologado por el poeta Roberto Manzano —flamante Premio Nicolás Guillén 2004—, que como César López asumió la engorrosa labor de salvar lo insalvable, este Cántaro… se incorpora raudo y veloz a la lista de los peores libros de décimas escritos en Cuba, en la que son abanderados los cuadernos de P.P.G.

Llama poderosamente la atención que en una isla donde sus intelectuales se precian de ser conocedores de la poesía se premien libros como estos, que hacen retroceder cien años luz el devenir poético y en particular decimístico, pero más alarmante resulta que se trate de justificar desde el prólogo lo que no tiene explicación, haciendo gala de una supuestamente depurada jerga técnica.

En la introducción a la cántara de Péglez, Manzano apunta:

"…la densidad trópica, que no teme al hermetismo sugeridor o a la intertextualidad más ecuestre, y el otro es el encabalgamiento de múltiples funciones, que dinamiza la incorporación de la décima a lo puramente poemático, al contrastar con positiva violencia lo métrico y lo sintáctico. En ambos procedimientos, que resultan básicos en el presente libro, el poeta exhibe la facilidad ergonómica de los maestros".

Y en otros momentos del texto señala: "La hechura de sus décimas es incambiable" (p. 10), "la firmeza progresiva de la línea poética" (p. 10), "semejante al talento especial del urbanista" (p. 11), "las décimas de P.P. saben sortear los riesgos de la novedad a ultranza, de la iconoclastia sin cauces, del estrépito vacío: una poderosa brújula interior le salva de los probables desequilibrios" (p. 11), "el vigor y humanismo de sus mensajes y la imaginación composicional que lo caracteriza" (p. 12).

Como dice un personaje de los dibujos animados: ¡Lo que hay que aguantar!

Excesivos encabalgamientos, rimas forzadas y falsas rimas, versos traídos por los pelos, incoherencias, adjetivaciones inconsistentes, mal empleo de la gramática y de las figuras de dicción, inseguridad expresiva, rellenos silábicos, cierres pobres, abuso de lugares comunes y, sobre todo, la presencia de algo desastroso en el discurso: la "palabrería" que conduce al sujeto lírico, no hacia el tremendismo que fue una virtud entre escritores españoles del siglo XX, sino hacia el disparate —no lírico como el delirante de Manuel de Zequeira—, lo ilógico, lo descabellado, la aberración poética.

1. Inicio
2. El primer decimario...
3. Cualquiera, sin ser...
4. Organizado tomando...
   
 
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