www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/3
 
Y sin embargo, se mueve: la antinovela de Juan Abreu
'Cinco cervezas', el último libro publicado por este escritor cubano, está en contra de los tópicos de la pornopolítica de la nueva literatura cubana.
por RONALDO MENéNDEZ, Madrid
 

¿Qué especie de libro es Cinco cervezas, de Juan Abreu? "El ser es y el no ser no es", dijo Parménides. Con lo cual, además de dar materia prima para la verborreica de los próximos veinticuatro siglos de metafísica occidental, quedó zanjado el asunto de definir tal o cual objeto de análisis según un principio muy elemental: sobre lo que no alcanza un estatuto ontológico no hay nada que decir, lo que no es, resulta lógica, física y metafísicamente inefable.

Cinco cervezas

El libro de Juan Abreu no es una novela. Este punto nos sitúa en la necesidad de reseñarlo única y exclusivamente en función de lo que pudiera ser, o resulta ser, o simplemente me parece que es, este libro. Si sustraemos el rotundo componente de opinión que gravita, atraviesa, resuma, desborda, hace metástasis y es excretado desde estas páginas, nos quedaría una trama tan ingrávida como la materia de la que está hecho el protagonista: el odio. Este libro constituye una minuciosa causalidad del odio.

El personaje y narrador Gabriel Torres empieza y termina sentado a una mesa de lo que él denomina su RepúblicaBar de la calle Mallorca, en Barcelona. A través del 'hilo conductor de la cerveza' elabora (el pensamiento se forma en la boca, Tzara dixit) su causalidad del odio.

Ex cubano, como se autodenomina, su recorrido-alegato empieza por Cuba, es decir: la Uneac, las revistas culturales, Martí, Lezama, el ambientillo literario y pictórico, casi todos y cada uno de los escritores cubanos con su correspondiente anatema, los orientales, el Servicio Militar, el Mariel, el periódico Granma, Elián Gonzáles y todo lo demás; y luego pasa a Miami, es decir: la Calle Ocho, las casas de cartón, la macdonalización y excrementización espontánea de todo el que llega o nace allí con genes cubanos, el ambientillo literario y pictórico miamense, el periodicucho Times, el gobierno norteamericano, Hialeah, Elián Gonzáles y todo lo demás.

El espacio de salvación y podio del discurso es su llamada RepúblicaBar (¿idealización forzosa?, ¿cliché bolerístico: Gabriel+Juan=Juangabriel?). Desde ella, el protagonista  contempla a una vieja pordiosera que rebusca profunda y superficialmente en los tachos de basura, mientras él la emprende superficial y profundamente en contra del 'ser cubano' a lo largo de las cinco cervezas que dan título al libro.

A la manera de Platón, de esta República(Bar) también el protagonista expulsa a los poetas, pero a diferencia del filósofo, la causa no es que estos sean hábiles artistas, peligrosos para el poder y los dioses, sino todo lo contrario, por hipócritas, mediocres y aduladores del poder y los dioses del momento.

Nunca la frase ha sido más justa: no queda títere con cabeza, incluido el propio autor. Cito: "En el periodicucho Times también anidan los cobardes intelectuales y escritorzuelos bilingües y biculturales llamados del Mariel. Capitaneados por Juan Abreu, un mierdecilla trepador y sumiso que si como pintor es malo, como escritor es mucho peor".

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