www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
   
 
El cineasta Joel Cano filmó 'con tres alambres' su tragicomedia 'Siete días, siete noches'
Con realismo casi documental, el filme muestra los destinos de tres mujeres en la Cuba actual, sus sueños y pesadillas.
 

AFP/ Toulouse. El escritor y director de teatro cubano Joel Cano realizó el sueño que tuvo en una playa nudista francesa, hace cuatro años, de regresar a la Isla sin odio para filmar una película, la tragicomedia Siete días, siete noches, que fue presentada en el Festival de cine latinoamericano de Toulouse.

"Estaba con un amigo colombiano hablando en una playa nudista conversando acerca de qué íbamos a hacer de nuestras vidas. Le dije que quería hacer una película, que iba a buscar un productor, pero fue imposible. Él tenía un dinero y con eso compré una cámara digital cuyas imágenes soportaban luego el kinescopaje, la transferencia a 35 milímetros", contó en una entrevista con la AFP.

Con realismo casi documental, Siete días, siete noches, título de una canción santera cubana, muestra los destinos de tres mujeres en la Cuba actual, sus sueños y pesadillas.

"Había coordinado con la gente desde aquí de Francia, donde vivo, para realizar la película. Sólo hay cuatro actrices profesionales que trabajan en ella. Son amigas, ex compañeras de la escuela de teatro como Ludmila Alonso, Orisel Gaspar y la bailarina Eruadyé Muñiz. Y también la gran Ingrid González.

"El resto del elenco no son profesionales", dice.

Cano recurrió a miembros de su familia y amigos. "Hubo un trabajo para que comprendieran cómo es el procedimiento para llegar a la ficción pues no es nunca un documental. Tratamos de que fuera lo más próximo a la realidad, pero uno selecciona y transfigura", cuenta.

A mediados de 2001 regresó a La Habana después de seis años de exilo.

Comenzó a filmar sin pedir autorización, tratando de evitar a la policía, haciéndose pasar inclusive por turista, como en las escenas del carnaval habanero del 26 de julio que se ven en la película.

"Esa escena debía ser en una fiesta privada, pero como nos demoramos por problemas de policía y de producción entonces el carnaval llegó. Me dije vamos a aprovechar que esto es gratis, de repente teníamos un espectáculo grandísimo por nada", añade.

"Lanzamos a los personajes en medio del carnaval, evolucionando en medio de policías, de gente que no sabía que estábamos filmando, fue interesante, la gente creía que las escenas eran de verdad, creían que yo era un turista", explica.

El cineasta cuenta que hubo momentos de temor, pero que en general todos se divirtieron trabajando en la película.

"Fue una experiencia interesante desde el punto de vista artístico, porque siempre he escrito cosas muy construidas, teatro en verso, novelas, y quería separarme de ese mundo de construcción metafórica y más bien crear una poética con materiales groseros en apariencia", agrega.

"Por eso era importante que la gente hablara de manera natural, con sus dichos, con la manera musical y gestual que tienen de hacerlo. Fue una indagación. Para mí era muy interesante volver a amar mi país porque cuando uno sale de Cuba sale con los muchos odios que te ha provocado la política y realmente hay que volver y reaprender a querer ese país, por lo menos en mi caso", confiesa.

"Haciendo esa película volví a entrar en la lógica de amar esa cultura, de ir a lugares a los que no hubiese ido de manera normal, en Cuba cada uno vive en su mundo, como aquí. Y filmar me permitió vencer mi timidez y entrar en distintos universos: los solares, el matadero de cerdos, las mansiones lujosas y las humildes", recuerda.

"Pudimos filmar gracias a que había confianza, la gente sabía que no los estaba engañando, sabían que había poco dinero. Traté de hacer todo de manera independiente. La coproducción en Francia vino después", cuenta.

Siete días, siete noches gozó del apoyo, hace dos años, del programa Cine en Construcción de los festivales de Toulouse y San Sebastián.

"Es gracioso. Yo había escrito antes una novela, La isla de los quizás, en la que un personaje va a Cuba a hacer una película teniendo nada más tres alambritos y una camarita sin mucha sofisticación. Era como si hubiera anticipado lo que me estaba pasando", añade.

Ahora Joel Cano prepara una segunda película, "más calmada" y ha creado una pequeña estructura de producción My films, para ver si podemos construir un puente de diálogo entre los que están creando en Cuba y las estructuras de post-producción que hay en Europa".

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