www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 1/2
 
El gran sexteto efímero
En el año 1926 la compañía discográfica Columbia convocaba a la versátil cantante cubana María Teresa Vera para fundar el Sexteto Occidente.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid
 

A principios de la década de los veinte del siglo pasado, el son se institucionaliza en La Habana por medio de un formato que servirá como núcleo básico para todas las agrupaciones que interpretan el género, hasta que es absorbido por las jazz band. Me refiero, claro está, al sexteto, conformado por: guitarra, contrabajo (antes botija o marímbula), tres, bongó y dos voces, que simultaneaban claves y, en ocasiones, maracas. Las razones
Sexteto occidente
Sexteto Occidente (1926).
por las cuales fue esa precisamente la formación que se impuso son muchas y entre ellas, como en todo, el azar tiene su espacio. También hay otras de índole práctica. Los músicos que conformaron los primeros sextetos provenían, en su mayoría, de los barrios populares de La Habana, como Los Sitios, Cayo Hueso o Jesús María, donde predominaba la población negra y mestiza y, por ende, la cultura que esa población ejercía. Carecían estos ejecutantes de una formación académica y los instrumentos que dominaban eran casi siempre percutivos. En la mayoría de los casos, tocaban la guitarra o el tres de forma rasgueada, limitándose a repetir tres o cuatro acordes. Es decir, aplicaron al reciente son sus saberes de la rumba, donde el elemento melódico siempre lo ponen las voces. Con los años, se produciría una evolución hacia formas más melódicas de interpretación, evolución protagonizada por Ignacio Piñeiro, con la evidente influencia del Trío Matamoros.

Otras razones que decidieron el triunfo de este formato fueron que su tamaño e instrumentos eran suficientes para ser escuchados por los bailadores; su portabilidad y su coste, mucho más reducido que el de las formaciones danzoneras. Pero la más decisiva fue que funcionó, lo cual se demostró en el éxito que tuvieron las grabaciones del género.

En 1926, año cuando aparece el Sexteto Occidente —de efímera existencia—, era el Sexteto Habanero el rey del nuevo ritmo, y la Víctor quien recogía las utilidades. Así que la otra gran compañía discográfica, la Columbia, decidió recibir algo del pastel. Para ello, convocó a Maria Teresa Vera, cantante que ya por esos años había alcanzado la popularidad, tanto como intérprete trovadoresca, como sonera. De hecho, mezcló muchas veces ambos géneros (incluso la rumba y la música de origen abakuá) en grabaciones realizadas hasta 1920 con la Víctor, a dúo con Rafael Zequeira. A partir de ese año grabó con la Columbia y otras compañías menos conocidas, como puede verificarse en la Discografía de la música cubana, de Cristóbal Díaz Ayala.

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