www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Rico pilón
El santiaguero Enrique Bonne es uno de los compositores de música bailable más importantes que ha tenido Cuba.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid
 

Dentro de la categoría de los compositores, hay en Cuba una subespecie muy distinguida: la de los creadores de "ritmos", ritmos bailables, se entiende. Las razones por las cuales los bailadores cubanos deben recibir un nuevo ritmo cada cierto tiempo son muchas, algunas de ellas indeterminadas. El primer "ritmo" bailable con autoría del que tenemos noticias es el danzón, atribuido (con razón o sin ella) a Failde. Algunos años después, surge la competencia, encarnada en el son, más popular y carente de autoría conocida. Tal vez sea el momento de aclarar las comillas que acompañan al vocablo
Enrique Bonne
Bonne, reconocido también por sus obras 'Dame la mano' y 'Si me faltara el carnaval'.
ritmo: sucede que lo que en Cuba solemos llamar "ritmo" es un complejo sonoro en el que intervienen, también, armonías, timbres y orquestaciones o arreglos, encargados todos de dotar de personalidad propia a un nuevo sonido. Es decir, que los nuevos "ritmos" no son, en muchos casos, verdaderos cambios rítmicos y, en otros, no son sólo eso.

En ocasiones, la novedad ha consistido en la hibridación o fusión, como cuando Aniceto Díaz lanza el danzonete, hijo muy natural y legítimo (como si ambas cosas no fueran sinónimas) de sones y danzones. O viceversa.

Mambo, cha cha chá, pachanga y songo son algunos de esas novedades relacionadas con nombres propios: Dámaso Pérez Prado, Enrique Jorrín, Eduardo Davidson y Juan Formell, respectivamente. A ese selecto club pertenece nuestro invitado de hoy, quien a finales de los cincuenta parió el "ritmo" pilón, que la voz de Pacho Alonso se encargaría de popularizar a comienzos de la década siguiente.

Nació Enrique Bonne Castillo el 15 de junio de 1926, en el pueblo de San Luis, provincia de Oriente. Durante su niñez y juventud la familia se desplazaba entre San Luis y Palma Soriano, hasta que en 1947 se instala definitivamente en Santiago de Cuba, ciudad que Bonne hace suya para siempre.

A diferencia de la mayoría de autores e intérpretes de música popular en Cuba, el niño Bonne recibió una formación musical, si no sistemática, al menos temprana, según se deduce de una entrevista concedida por Bonne a los periodistas Reinaldo Cedeño Pineda y Michel Damián Suárez, publicada en el libro Son de la loma, del que se han extraído la mayor parte de los datos que siguen a continuación: "…crecí escuchando a Beethoven, Bach, Wagner, Schubert, Liszt, Chopin, eso era lo que tocaban los alumnos de mi mamá, música clásica en vivo. Yo aprendí algo de piano con mi mamá y con el profesor Oliván. Luego incorporé algo de teoría y solfeo cuando ya era un joven".

Al parecer, su primera obra se tituló El jején y fue compuesta en 1946 ó 1947, según memoria del autor. A partir de entonces, ha compuesto más de 200 obras, entre las que se incluyen sones, boleros, guarachas y géneros tan aparentemente lejanos, como sambas y valses. Aunque sin duda fueron sus "pilones" los que, en la voz de Pacho Alonso, lo convirtieron en un fenómeno nacional, con varios hits como Qué me digan feo o Yo no quiero piedras en mi camino.

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