www.cubaencuentro.com Jueves, 20 de marzo de 2003

 
  Parte 1/2
 
Gloria y olvido
La Liga Cubana de Béisbol Profesional y los Carmelitas del Fe. Una excursión a los orígenes del pasatiempo nacional.
por ROGERIO MANZANO, Miami
 

Siempre que se recuerda a la Liga Cubana de Béisbol Profesional se le relaciona de inmediato con las prestigiosas novenas de Alacranes del Almendares, Leones de La Habana, Tigres de Marianao y Elefantes de Cienfuegos.

Adolfo Luque
Adolfo Luque.

Ocasionalmente, también se hace referencia a los afamados Leopardos de Santa Clara, de la década del 20, pero en muy pocas ocasiones, por no decir en ninguna, se habla de un equipo que, de nombre tan breve, pasa inadvertido entre fanáticos y especialistas. Se trata del Fe, un conjunto que, pese a su involuntaria reclusión en los rincones de la memoria, tuvo un cometido fundamental y brindó un aporte extraordinario a la leyenda del pasatiempo nacional.

La historia de este equipo es tan antigua como el mismo surgimiento del deporte de las bolas y los strikes en Cuba. Eran los años finales del siglo XIX y La Habana hervía de fiebre beisbolera. El juego, que había llegado a la Isla como extravagante novedad extranjera, se transformaba poco a poco en el esparcimiento favorito de los cubanos.

Como los ejércitos bárbaros, las escuadras se formaban por todo el territorio capitalino dispuestas a conquistar la gloria de la Roma habanera. Esperanza, representaba a Guanabacoa; América, al Vedado; Progreso, a la Víbora; Alerta, a Jesús del Monte... Había partidos en cualquier lugar donde se reunieran diez hombres dispuestos a contender en un diamante con cuatro bases.

Pero entre todos ellos hubo dos, Alerta y Progreso, que pegaron una nota, quizás no tanto de excelencia deportiva como de rivalidad ilustrísima. Eran grupos con rencores horneados en esas pequeñas batallas callejeras que hacen adversarios a dos barrios de una misma ciudad. En menos palabras: eran enemigos mortales.

No obstante, son las peores circunstancias las que a veces promueven los acontecimientos trascendentales. La idea emanó de la sensibilidad filantrópica del joven Florentino Ayala, quien deseoso de alejar la violencia que siempre ronda al más puro de los antagonismos, trató de unificar tan impulsivas energías en pos de una causa común: el Premio de la Liga Cubana de Béisbol.

Ayala no estuvo solo en su propósito, lo apoyó otro amante incondicional del juego base, el doctor Manuel Fernández. Juntos fundaron el Fe y lo lanzaron a la captura del título en la contienda de 1882.

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