Los Yankees de Nueva York han decidido enviar a José Ariel Contreras a las Ligas Menores, en un movimiento que debieron hacer desde el primer día de la temporada y no ahora, cuando se han visto los costurones del apresuramiento por utilizar al cubano con el equipo principal.

Lanzador José Ariel Contreras.

De modo que Contreras, que no quería ni escuchar hablar de Triple A, ha tomado sus maletas y ha emprendido el camino que lleva a Columbus, Ohio, donde los Yankees tienen su mejor sucursal, a cambio del zurdo Randy Choate, quien es más o menos una especie de moneda de cambio de acuerdo a sus numerosas idas y venidas entre la Gran Carpa y el sistema de granja.

En honor a la verdad, a Contreras no le fue de maravillas ni mucho menos. En cinco apariciones como relevista, el pinareño dejó foja de 1-0, pero una efectividad de 10.38, demasiada para un hombre al que se le firmó por 32 millones de dólares y la esperanza de que fuera uno de los abridores del equipo más emblemático en la historia del béisbol.

Sin embargo, la poca solidez de Contreras no fue la causa fundamental para su democión, sino la poca acción que estaba viendo. El equipo lo consideró como una traba para su desarrollo y establecimiento en las Mayores, luego de creer en un inicio que sería mejor mantenerlo junto al experimentado coach de pitcheo Mel Stolemire.

Tras perder su plaza en la rotación del entrenamiento de primavera a manos de Jeff Weaver, Contreras se resignó a laborar desde el bullpen —algo que no le gustó mucho, tras haber trabajado toda su carrera como abridor en Cuba—, pero en un equipo como los Yankees, donde todos sus abridores son caballos de batalla y caminan bastante profundo en los juegos, el relevo tiene una acción limitada.

Para decirlo de otro modo: los Yankees no se sentían bien pagándole una millonada a un relevista que a veces no salía al box en toda la semana. Roger Clemens, Andy Pettitte, Mike Mussina, David Wells y Weaver apenas dejan una o dos entradas por partido. Muy poco, demasiado poco para el resto del cuerpo de lanzadores.

La noticia no puede ser mejor para los Yankees y peor para Contreras, quien en las Menores al menos tendrá la oportunidad de subir a la lomita cada cinco días y podrá recuperar la confianza que le llevó a ser el lanzador más excelso de la Isla, el hombre que dominó a los Orioles hace años.

"No creo que vaya a estar allá mucho tiempo", aclaró el manager de los Yankees, Joe Torre. "Entiendo que esté un poco decepcionado, pero él sabe que necesita trabajar con regularidad para desarrollarse a plenitud. De cualquier manera, seguimos contando con él como al principio".

Es que en ese principio Contreras no debió alinear con los Mulos. Como casi todos los cubanos que han desertado en los últimos años, hubiera sido preferible un período de adaptación en las Menores, donde habría fortalecido su entendimiento de las Grandes Ligas —que para nada son comparables con el béisbol antillano—, del idioma y del modo de vida en los Estados Unidos.

Más emocional que físicamente, el choque de la nueva realidad y la lejanía familiar van dejando huellas perdurables, difíciles de aliviar, y es preciso mantener un enfoque total en el juego para obtener resultados de nivel. Si a todo eso se suma lo que significa ser parte de los Bombarderos de Manhattan y salir a la grama del Yankee Stadium, entonces se vive al borde de un volcán en erupción.

No se duda que el cubano encontrará su mejor forma. Los Yankees no cejarán hasta convertirlo en el lanzador que desean. El reto de José Ariel Contreras es enorme, pero la inversión de Nueva York es colosal. No se dude que retornará para convertir en realidad la promesa que es.