En un torneo tan fuerte como la temporada de Grandes Ligas, un equipo como los Devil Rays de Tampa Bay parece una anomalía. Al verlo jugar se tiene la impresión de que es una novena de Triple A escapada de las Menores para ser utilizada en faenas de práctica por el resto de las franquicias.
Nadie espera nada de ellos, y ellos mismos no tienen grandes aspiraciones. Por el contrario, se ven resignados al sótano de la Liga Americana en una división donde destacan monstruos como los Yankees de Nueva York, los Medias Rojas de Boston y los Azulejos de Toronto.
Evidentemente, los Devil Rays no merecen estar allí, entre aquellos equipos llenos de historia y linaje, y no por gusto —junto a los Marlins de la Florida y los Expos de Montreal— la organización estuvo bajo el filo de la contracción cuando las Ligas Mayores decidieron que 30 franquicias eran demasiadas.
Sin embargo, los Devil Rays comenzaron esta campaña con un nuevo aire y nuevas caras, y de algún modo dieron a entender que estaban preparados para darle un vuelco a la situación.
Primeramente, estrenaron uno de los mejores managers del momento en Lou Piniella, cuentan con un serio aspirante al Novato del Año en Rocco Baldelli —un hombre que se está imponiendo a batazos—, y tenían en el campo corto al cubano Rey Ordóñez, quien en sus primeros juegos demostró que sus problemas en Nueva York habían quedado atrás, y le estaba dando un segundo aire a su carrera.
Pero cuando se acerca el fin de la primera mitad del torneo, los Devil Rays están donde se esperaba que estuvieran: en el último puesto. Baldelli sigue bien, pero si en algún deporte un hombre no hace la diferencia es en el béisbol. Piniella no sabe qué hacer para salir del marasmo y Ordóñez verá la segunda mitad desde su casa. El equipo recibió la mala noticia de que su torpedero titular podría perder el resto de la temporada.
El cubano, que se encontraba en la lista de inhabilitados desde el 9 de mayo a causa de una lesión en la rodilla izquierda, fue examinado recientemente en Miami por el doctor John Uribe, quien determinó que el daño que tenía en principio se había acentuado en los ligamentos de la rodilla.
"Con mucha probabilidad será sometido a una cirugía, que sería realizada por el doctor Uribe", comentó Piniella. "Pudiera mejorar haciendo mucho reposo, pero eso también le llevaría demasiado tiempo. Desgraciadamente, creo que perderá lo que queda de campaña".
Para el equipo, la baja de Ordóñez es muy sensible en estos momentos, puesto que al lesionarse bateaba para 316 con 22 impulsadas en los primeros 34 juegos, lo cual constituía el mejor arranque ofensivo de su carrera. Con esos números, Ordóñez clasificaba como el segundo shortstop de la Liga Americana en esos departamentos, sólo por detrás del campo corto de los Rangers de Texas, Alex Rodríguez.
"No hay dudas de que su posible pérdida es muy sensible", indicó Piniella. "Rey era uno de los pilares nuestros a la ofensiva y a la defensa. Pero no hay nada que hacer, los ligamentos de su rodilla están más sueltos que antes".
Supuestamente, la visita de Ordóñez al doctor Uribe sería la última antes de regresar con los Devil Rays, y el propio jugador había expresado hace unos días que se sentía mejor y esperaba volver a cubrir el campo corto en la serie contra Miami.
Ordóñez, quien pasó sus primeros siete años en las Mayores con los Mets de Nueva York, había participado recientemente en el Juego del Salón de la Fama en Cooperstown, su primera acción desde que fue a la lista de inhabilitados, y el equipo tenía programado su retorno para dentro de unos días en la serie de los Devil Rays contra los Marlins en Miami.
Ahora, los Devil Rays tendrán que seguir adelante —padeciendo— sin Ordóñez, y soñar con la próxima temporada. Lo que es ésta, ya se perdió para ellos. |
