www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
   
 
Estatura de estrella
En la esquina caliente de los Marlins, Mike Lowell tiene sobre sí los ojos de los más grandes en Grandes Ligas.
por JORGE EBRO, Miami
 

Hace dos años el nombre de Mike Lowell no decía mucho en las Grandes Ligas. Se sabía que era el tercera base de los Marlins y nada más. Un jugador que había sido descartado por los Yankees de Nueva York en un momento en el que otros antesalistas brillaban, dejándole ningún margen de titularidad.

Mike Lowell
Mike Lowell (dcha), felicitado tras despachar jonrón contra los Bravos de Atlanta.

Hoy, los propios Yankees lamentan esa decisión y darían lo que tienen —que ya es demasiado— por contar con Lowell en la esquina caliente. Ellos son poderosos, pero no adivinos. De lo contrario, hubieran debido saber que el muchacho que un día fue un descarte entre otros, en pocos años se codearía en la elite de su posición. Algunos ya lo consideran el mejor.

En el tiempo en que Lowell era dejado libre por los Yankees, los Marlins le daban un espacio en su organización. Sin muchas esperanzas, cierto, pero a un precio barato y con años por delante antes de que visitara la agencia libre, donde suelen perderse los jugadores de calibre para los equipos menores.

Los Marlins son uno de esos parientes pobres de las Grandes Ligas, pero están decididos a tensar sus finanzas al máximo para quedarse con Lowell. El hijo de padres cubanos —su bisabuelo era un alemán que se radicó en La Habana en el siglo pasado— nacido en San Juan, Puerto Rico, en este momento es líder en jonrones de la Liga Nacional con 26, y segundo en impulsadas con 78.

Para que se tenga una idea de su salto de calidad, el año pasado Lowell conectó sólo 22 cuadrangulares e impulsó 98 anotaciones. De seguir al paso que va, el cubanoboricua superará por amplio margen sus cifras anteriores, y en las Grandes Ligas se tiene en alta estima a cualquier jugador capaz de traer para el plato más de 100 carreras. Y todavía no se ha cumplido la mitad del calendario regular.

Este año, Lowell es elegible al arbitraje, lo cual podría duplicar su salario, pero en el 2005 visitará por primera vez la agencia libre y entonces se sentaría cómodo a ver la puja de los equipos poderosos para extenderle un contrato multimillonario y por varias temporadas.

Conociéndolos bien, ya otros equipos como los Cachorros de Chicago y los Dodgers de Los Ángeles se habían acercado a los Marlins sondeando la posibilidad de hacerse de los servicios de Lowell antes de que éste acudiera al arbitraje, pero los Peces, en una movida poco característica de ellos —siempre listos a cambiar jugadores para no pagar mucho— dejaron en claro que mantendrían al antesalista hasta el final de la temporada, y le ofrecerían un pacto de varios millones y por más de dos años.

Es que Lowell, casi un hijo para cubanos y puertorriqueños, y muy apreciado entre los anglosajones, es el perfecto jugador alrededor del cual se puede construir una franquicia. Muchos vienen sólo a verlo haciendo maravillas en tercera y conectando jonrones. Además, su humildad y sencillez lo convierten en un preferido de la prensa.

Los Marlins andan necesitados con urgencia de levantar el apartado de la confianza entre unos aficionados que ya están cansados de perder y de ser engañados.

La franquicia está consciente que luego de la debacle producida por la desmantelación del equipo campeón de la Serie Mundial de 1997, los aficionados se han ido alejando del parque. De ahí que la nueva gerencia del equipo haya dado un paso fundamental con la retención de un pelotero que muchos daban por descontado a esta altura del año, y a pocos días de la fecha final para la realización de canjes.

En julio, los equipos de Grandes Ligas se dividen en compradores y vendedores. Los Marlins, por el momento, se mantienen expectantes, pero al menos su principal hombre y el verdadero líder del club se mantendrá en su hogar de Miami, mientras los Yankees y sus decenas de cazatalentos se culpan una y otra vez de no haberle prestado atención cuando el ahora estelar era apenas un joven con muchos deseos de brillar.

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