Si no ocurre un cataclismo, la escuadra cubana de béisbol debe ganar sin problemas el torneo de los Juegos Panamericanos. No porque sea una de las mejores que ha armado la Isla en los últimos tiempos —que no lo es—, sino porque el resto de los asistentes a Santo Domingo 2003 deja mucho que desear.

Estadio Quisqueya, Santo Domingo. Sede del béisbol panamericano.

Con los mejores exponentes del deporte concentrados en la temporada de Grandes Ligas o en los torneos veraniegos que acogen a los descartes de México y el resto de los países caribeños, los equipos que concurren a la capital dominicana no le hacen un gran favor al béisbol ni a la organización panamericana que organiza este evento múltiple.

Estados Unidos va con verdaderos desconocidos; Puerto Rico y Venezuela ni siquiera asisten, del resto mejor ni hablar. Sólo República Dominicana, por su condición de sede, está haciendo un esfuerzo por mostrar un seleccionado de cierto nivel, compuesto por veteranos que ya vieron pasar sus mejores tiempos y algunos jóvenes de talento.

No se le puede pedir mucho a un certamen donde, junto a Cuba y Estados Unidos —dos verdaderas potencias— concurren novenas de Brasil, Bahamas, Guatemala y Aruba, que más que nada asisten por un problema de representatividad. En el apartado deportivo, nada de ellos puede esperarse.

Para Cuba debe ser un verdadero paseo, pero ni siquiera la Isla llevará a algunos de sus mejores exponentes. Cinco de sus mejores hombres —entre ellos Maels Rodríguez, Pedro Luis Lazo y Kendry Morales— se quedarán en casa por supuestos casos de indisciplina. Algo verdaderamente dudoso, cuando se sabe que los peloteros cubanos dejan el alma en el terreno ante la posibilidad de un viaje, aunque sea a la "Conchinchina".

Los nombres de Maels, Lazo y Morales son bien conocidos aquí y varios scouts comentan, en broma, que se ganarían la lotería de conseguir uno de esos jugadores cubanos para uncirlo al carro de las Ligas Mayores. Por ahora no será. Tendrá que esperarse hasta el próximo viaje. Si es que lo hay.

La selección cubana ya no cuenta con hombres de la talla de Antonio Pacheco, Orestes Kindelán y Omar Linares, todos ya en el retiro. Ahora, la esperanza con el madero se ha puesto en jugadores noveles como Frederich Cepeda, Michel Enríquez y Juan Carlos Pedroso, quienes tendrán que crecerse en la cita dominicana y demostrar que son dignos herederos de la generación anterior.

Cepeda es un ambidextro que conectó 27 jonrones en la Serie Nacional, Enríquez es un tercera base de muy buenas manos y Pedroso fue el líder de cuadrangulares con 34 pelotas sacadas para la calle.

Pero no es el bateo precisamente lo que pudiera preocupar a los antillanos. Sólo Norge Luis Vera y Yovany Aragón aparecen con el talento suficiente como para guiar a la novena cubana. Del resto poco se sabe. Maels hubiera sido el hombre grande de una rotación que se ve pobre. Muy pobre.

Cuba, que iniciará su calendario el 3 de agosto contra Panamá, formará parte del Grupo A, junto a México, Aruba y Brasil. Estados Unidos, Nicaragua, Guatemala y los anfitriones jugarán en el Grupo B.

Si algún atractivo tiene este torneo panamericano es que servirá de etapa clasificatoria para el Mundial de octubre en La Habana. Los cinco primeros lugares tendrán plaza segura en la cita del orbe, pero eso tampoco ayuda de mucho.

De los Panamericanos a La Habana no habrá mucha diferencia. Será otro torneo más de la Asociación Internacional de Béisbol que otorgará un trofeo y unas cuantas medallas, pero el campeón, sin duda, será simbólico.