www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
El eco del silencio
Los Juegos Panamericanos de Santo Domingo casi finalizan entre apagones, desinterés y cerco represivo contra los atletas cubanos.
por JORGE EBRO, Miami
 

Salvo en la propia sede, Santo Domingo, y en algunas otras capitales del hemisferio, los Juegos Panamericanos no le interesan a casi nadie. Esta es la dura realidad de un evento múltiple que en el pasado fue el mejor del mundo, pero que ahora languidece sin esperanzas de revivir.

Desde casa
Panamericanos en TV: única opción del verano en la Isla.

Cuba siempre ha tratado de darle a los Panamericanos un alcance que no posee, y en la Isla se enfoca el tema desde el prisma de la eterna batalla contra el poderío estadounidense. De ahí, el constante mirar hacia el cuadro de medallas para ver cuántos metales dorados hacen falta para superar a los deportistas del imperio.

Para colmo de males, y aunque duela decirlo, República Dominicana ha organizado unos juegos bastante desordenados, con instalaciones carentes de ciertos detalles técnicos. Las quejas de la prensa —que trabaja de apagón en apagón y sin el apoyo de la informática— y de los federativos, han sido una nota constante en la capital quisqueyana.

Ganar una sede no es tan difícil, porque no son muchos los interesados, debido al estado actual de la economía mundial. Pero llevar a la práctica unos juegos hemisféricos con más de 5.000 participantes no es, perdonando el juego de palabras, cosa de juego.

Salvo Cuba, que ha ido —como siempre— con su delegación de lujo, el resto de las naciones, exceptuando algunas disciplinas muy puntuales, no ha asistido con sus escuadras de primera clase. Estados Unidos, por ejemplo, participa con perfectos desconocidos, atletas que no clasificarían entre los cinco primeros en ningún deporte en el ranking doméstico.

Un ejemplo: los mejores peloteros del mundo —incluidos los latinoamericanos— se encuentran disputando la temporada de Grandes Ligas, y si rechazan asistir a una Olimpiada, menos se tomarán el trabajo de ir a unos Panamericanos.

Otro: los principales atletas de campo y pista se encuentran compitiendo en Europa, y sólo los cubanos, la mexicana Ana Guevara y el marchista ecuatoriano Jefferson Pérez, ponen una nota distintiva. Del resto, nada hay que ver que valga la pena. Otro tanto sucede con el básquetbol, el fútbol, y así en todos los deportes.

El pensamiento es el siguiente: no hay motivo para ir a unos juegos que nada deciden y que nadie sigue, corriendo el riesgo de alguna lesión y bajo un sol de justicia. Mejor quedarse en casa y esperar a que llegue la cita de Atenas el próximo año.

Anteriormente, los Panamericanos servían de preludio a la Olimpiada, y de campo de entrenamiento. Ya no. Los países programan sus ciclos de competencia con mucho cuidado y la cita regional queda excluida en la mayoría de los casos.

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